“Este es mi trabajo más pop”

Casi 5 años invirtió el director Miguel Ángel Vidaurre en su nueva película, “Gringo Rojo”. Confiesa que primero tuvo una mirada irónica sobre Dean Reed, pero finalmente “el personaje me ganó”.
 

Miguel Ángel Vidaurre © Factoria Espectra
¿Por qué el proceso de hacer esta película fue tan largo?

Efectivamente llevamos casi cinco años desde que recibimos el primer fondo para iniciar la investigación, y el montaje (con Paulina Obando) demoró un año y medio. Tiene que ver con la lógica de hacer este documental no solo con entrevistas, sino de un trabajo intenso con el archivo. El guión apareció solo cuando comenzamos a editar, y el resultado fue mucho más interesante. La primera versión tenía mi voz en off, con una mirada más irónica y hasta cínica de Dean Reed. Pero no nos gustó, nos pareció injusto tratar de pasarnos de listos. En la versión actual, hasta el público de más edad disfrutó que la película no diera explicaciones acerca de lo que Reed decidió. El archivo lo muestra y el público sacará sus conclusiones, sin que exista una relación causa/efecto. Dean Reed parece ser un personaje mucho más contemporáneo. Ahora no sería tan raro, porque ya hay figuras pop involucradas en política. Antes se vivía una época de mayor polarización. Yo creo que Dean Reed ahora estaría en Siria…


Este documental es muy distinto a tus trabajos anteriores.

Este es mi trabajo más pop. El personaje es interesante por sí solo, pero no sé si la película funcionaría igual con una estructura tradicional. Mezcla la política y la cultura pop, lo íntimo y lo masivo, lo romántico y lo histórico. Se da un acercamiento muy interesante del público al archivo. A la gente le gusta el fragmento, ver el Chile de los años 60 y 70, y luego el paso de Reed por Alemania. Es otra memoria chilena super oculta, y que también surge por la conexión con Alemania Oriental. En varias funciones nos hemos encontrado con asistentes que vivieron en la RDA. Incluso había una amiga de Dean Reed.


¿Cómo abordaste la narración de esta historia?

Esta película tiene una mirada más bien ingenua, porque la gente no conocía mucho a Dean Reed. Se podría haber agregado mucha más información, pero hubo que tomar decisiones entre contenido y forma. Sobre todo nos interesa mostrar esta película en Chile. Por eso partimos por exhibirla en la mayor parte del país (Copiapó a Coyhaique) a través de una red de distribución alternativa, en universidades, centros comunales, etc, y después iremos a festivales internacionales. También tendrá un público interesado en el exterior, donde existe un nicho de memoria, como una especie de RDA fantasmagórica que aún subsiste. Prueba de ese interés es que nos han llegado mensajes desde Alemania y Rusia.


¿Qué aprendiste de Dean Reed y de hacer esta película?

Me fue ganando el personaje. No tengo prejuicios con el imaginario de Estados Unidos asociado a Reed. No me complicó, a otros sí. Me gustó mucho eso de tener vidas paralelas, donde hay distintos aspectos de una persona que no desaparecen pese a sus compromisos e ideales. Es un discurso muy actual.


¿Podría Dean Reed ser hoy un líder de los indignados?

Yo creo que si hubiera vivido para ver caer el Muro de Berlín, se habría unido a los grupos que luchaban por las libertades cívicas, pero no se habría ido a Estados Unidos. Si uno analiza los viajes que hizo Dean Reed, no respondían exactamente a la política de la Unión Soviética, como fue con sus viajes a Nicaragua y El Salvador. Reed es un personaje que no tendría problemas para desenvolverse en el mundo de hoy. Eso sí, antes vivía en un marco mucho más crítico. Al margen de los conceptos políticos, como dice la reciente ganadora del Premio Nobel Svetlana Alexiévitch, lo que me interesa es “el pequeño gran hombre”. No los grandes héroes. No el político que va de frente, sino aquellos que pasan por el lado. Eso genera una complicidad en el público incluso entre los más jóvenes que no vivieron esa época.

 
Miguel Ángel Vidaurre es director de cine, ensayista, crítico de cine, guionista, comentarista radial y académico especializado en cine contemporáneo. Es director del programa Licenciatura en Cine Documental de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC) y creador junto a Paulina Obando de la Licenciatura en Cine y Artes Audiovisuales de la misma universidad. En su rol de académico de diversas instituciones en las áreas de Historia y Estética del cine ha sido profesor de destacados realizadores jóvenes como Matías Bize, Jorge Olguín, Sebastián Lelio y Oscar Cárdenas. Debutó en la dirección cinematográfica, codirigiendo junto a Carlos Flores Delpino, con el largometraje Corazón Secreto. Junto a Paulina Obando fundó la productora independiente Factoría Espectra, dedicada a la realización y experimentación del cine fantástico y el documental de ensayo, con la cual estrena en el 2008 el largometraje Oscuro Iluminado, y en el 2009 su tercer trabajo de ficción Limbus. En 2012 estrenó su primer documental Marker72.  Gringo Rojo, sobre el cantante pop Dean Reed, es su segunda obra documental.