Renacimiento de la ciudad: el renovado atractivo del centro
Tras una larga época de emigración, los barrios céntricos de las ciudades vuelven paulatinamente a ganar importancia como lugares de trabajo y residencia, modificándose su estructura.
Los efectos son diversos y las razones hay que buscarlas en múltiples transformaciones sociales. Un cambio global de la sociedad se expresa en el desarrollo de una ciudad, en la dinámica de la migración campo-ciudad y en los polos urbanos. La sub urbanización fue una característica central del desarrollo urbano de las décadas pasadas. El desarrollo industrial trajo consigo un enorme crecimiento de las ciudades, lo que provocó una serie de problemas sociales y de salubridad que no parecían posibles de resolver en el contexto espacial de las densas y diversificadas ciudades. El modelo de ciudad de la modernidad separó el mundo del trabajo del de la vivienda, que buscó destinos más rurales. El centro se reservó al comercio y a la diversión. El creciente bienestar y la disponibilidad de movilidad permitieron finalmente a las familias migrar hacia un hábitat propio en la periferia y en las ciudades satélites. Los congestionados centros urbanos habían adquirido una mala imagen como lugar de habitación. En la actualidad, la dinámica de la sub urbanización parece aflojar. La realidad resultante de la industrialización que la había provocado ha ido cambiando. Los densos barrios centrales experimentan una revitalización de su atractivo como lugares de trabajo y habitación.
Nueva urbanidad
Los sociólogos urbanos Hartmut Häußermann y Walter Siebel hablaron en 1987 en su publicación "Nueva urbanidad" por primera vez del "renacimiento de los centros". La migración de las clases más acomodadas había dejado un espacio, del cual se apropiaron especialmente las generaciones más jóvenes y sin ataduras. Hoy en día, la tendencia a la reurbanización es evidente, pero entre uno y otro caso es posible observar diferentes procesos y modalidades. En especial las grandes ciudades alemanas, con Múnich a la cabeza, muestran un crecimiento, en contra de lo que ocurre con el desarrollo general de la población. La mayor migración neta de los últimos diez años ha tenido como destino a Múnich y Hamburgo, y ahora también a Berlín. Una parte decisiva la constituye aquí el grupo etario entre los 18 y los 30 años, que en número cada vez mayor se traslada a las grandes ciudades en busca de alternativas de perfeccionamiento profesional. En el tránsito a la sociedad del conocimiento, las instituciones educativas superiores con renombre internacional se transforman en un factor importante de migración.
Densidad urbana
Pero la atracción de las grandes ciudades crece también entre quienes ya han terminado sus estudios. Una razón para esto puede encontrarse en la disolución de las estructuras familiares tradicionales. El creciente número de hogares unipersonales y el cambio en las modalidades de compra y concepción de los roles en las familias jóvenes vuelven especialmente interesantes los densos barrios céntricos como lugares para vivir. Para hacer efectiva la conjunción de los intereses profesionales y privados, se busca la cercanía a prestaciones de servicios hechos a la medida y a una amplia oferta cultural y de entretención que ofrecen los barrios céntricos. De esta manera, la diversidad urbana y la densidad funcional de los espacios emblemáticos contribuyen de manera esencial al atractivo de las ciudades.
El abandono de la industria hacia una economía de los servicios fomenta nuevamente la cercanía entre el espacio laboral y el espacio habitacional. La sucia y ruidosa actividad industrial ha desaparecido en buena medida de las ciudades. Las innovaciones en el área de los medios de comunicación, que alguna vez plantearon la preocupación de que la compacta ciudad desapareciera por completo, fortalecen hoy la tendencia opuesta. Las alternativas laborales atraen a empleados altamente calificados hacia los barrios céntricos de las ciudades. Especialmente en los tiempos de la integración global en red, la ubicación de una empresa en el centro de una ciudad atractiva se vuelve sinónimo de éxito.
De esta tendencia se benefician sobre todo aquellas ciudades cuyas atmósfera característica puede transmitirse fácilmente por medio de imágenes. Los cascos históricos o que evocan la historia se vuelven en este contexto significativos como portadores de imagen. Los centros antiguos son restaurados, reconstruidos y terminan en muchos casos rigidizándose hasta parecer más bien escenografías de museo. El carácter histórico y la aparente autenticidad de determinados lugares atraen sobre todo una clientela con altos niveles de ingreso que ha descubierto para sí los compactos barrios céntricos como escenarios habitacionales y de vida.
Vida céntrica
Para recuperar la tradicional diversidad de usos, la dimensión habitacional se coloca en la primera línea de los conceptos de planificación de los barrios céntricos. El centro de Múnich vive desde hace años un continuo boom de construcción e inversión. La seguidilla de numerosos proyectos arquitectónicos actuales, como "Fünf Höfe", "Angerhof", "Hofstatt", "Lenbach Gärten" o "The Seven", deja en evidencia que estos nuevos desarrollos inmobiliarios en los barrios florecientes corresponden sobre todo a viviendas propias de alto precio. En ese segmento, se encuentra también las exitosas hileras de edificios pareados, los así llamados "Townhouses", en los barrios céntricos de Berlín.
A pesar de la diferencia en su calidad arquitectónica, expresión y tipología, estos proyectos comparten la pretensión de recuperar el centro de la ciudad como un espacio de vivienda. Los nuevos habitantes de los barrios céntricos buscan una atmósfera de gran ciudad en una ubicación central, y paralelamente una tranquilidad exclusiva en viviendas hechas a su medida con amplios exteriores privados. La ciudad se consume como ambiente, excluyendo los usos molestos. Si esta nueva forma de vida contribuirá realmente al renacimiento de las ciudades, es cuestionable.
Lo que nadie discute es que el redescubrimiento de la ciudad ha generado importantes procesos de expulsión y marginación. La migración de sectores de altos recursos a los barrios céntricos ha significado un éxodo obligado especialmente de aquellos que inicialmente caracterizaban el renacimiento de esos mismos barrios. La diferenciación de los usos se profundiza. Grandes instituciones asentadas en la ciudad, como editoriales, clínicas y universidades, han debido trasladarse a la periferia como resultado del boom de los barrios céntricos. Aun cuando la moda del renacimiento de las ciudades se mantenga, las tareas de una remodelación sustentable de la ciudad están en todas las áreas de la región urbana. Focalizarse solo en los cascos históricos profundizaría los procesos de expulsión y otros de similar naturaleza. Para fomentar estructuras vivas deben seguir desarrollándose cualidades sociales y espaciales en los nuevos barrios. El creciente interés público en los barrios céntricos exhorta a ello.