Nuestros hermanos y hermanas nos influencian desde la infancia. ¿Cómo afecta sobre el desarrollo de la personalidad el hecho de crecer como hermano mayor o menor, con hermanos biológicos o hermanastros?
Su influencia es indiscutible: con nuestros hermanos tenemos la relación más larga de nuestras vidas. Si bien no podemos elegirlos, los hermanos y hermanas tienen acceso a nuestro mundo más íntimo. En los ochenta numerosos estudios, hoy en día un tanto discutibles, establecieron correlaciones entre atributos del carácter, modos de comportamiento y hasta la historia laboral o la elección de parejas a partir de la jerarquía entre hermanos.
¿El primogénito como líder natural?
Según estos estudios, los primogénitos quieren liderar y gustarle a otras personas, especialmente a aquellos investidos de autoridad. De ellos se dice que son responsables, tienen buen rendimiento escolar, son obedientes y bien organizados. De acuerdo a esta tipología, los hermanos menores son especialmente encantadores y sociables. A ellos se les adjudica una tendencia al caos y la desorganización. Además, suelen ser innovadores, rebeldes y amantes del riesgo. Los hermanos del medio muestran, según esas teorías, muchas habilidades sociales y empatía. Interceden por los más débiles, encuentran formas de expresión creativas y sobresalen fácilmente como deportistas, músicos o artistas.
Estos conocimientos, reunidos por científicos como Linda Blair o Frank Sulloway, quienes siguen la línea del discípulo de Sigmund Freud, Alfred Adler, están siendo cada vez más cuestionados en Alemania y Europa Central. “Las jerarquías con atribución de roles dirigidos, derechos y obligaciones existen sólo de manera muy limitada en las familias alemanas. Por ejemplo, en un entorno rural donde una granja es heredada, o en el caso de un empresario de clase media que quiere transferir su compañía”, aclara Harmut Kasten, investigador de la relación entre hermanos en la Universidad Ludwig Maximilian en Múnich. Según Kasten, es hora de eliminar las tipologías generalizadas de la dinámica entre hermanos de la historia de la investigación.
Democracia en la educación centrada en el niño
El desarrollo de un niño depende a fin de cuentas de muchos y diversos factores: de su marco social, de la intensidad del amor de los padres, del sexo, los amigos o la predisposición genética. Hoy se educa de manera democrática y centrada en el niño. Cuando nos topamos con las peculiaridades, las preferencias y las aversiones de cada niño, las generalizaciones no funcionan, puntualiza Kasten. También los amigos, compañeros, jefes y colegas influencian nuestro carácter y nuestro destino, así como cualquier persona emocionalmente cercana. Con certeza se puede afirmar lo siguiente: cuanto menor es la diferencia de edad entre los hermanos, mayor es el vínculo que los une, aunque también pueden ser graves los conflictos. Y, al menos en Europa, las relaciones más armoniosas entre hermanos se dan entre hermano y hermana.
En Alemania se discute acaloradamente el tema de los hermanos. Esto se debe también al hecho que allí cada vez nacen menos niños. La edad promedio de una madre primeriza ha aumentado: según los datos estadísticos del registro civil en 2014 era a los 29 años. Cuanto mayor es la madre al nacimiento de su primer hijo, menor es estadísticamente la probabilidad de tener otros hijos. Numerosos libros de autoayuda para padres se ocupan del tema de los hijos únicos. La cuestión que se discute es si el creciente número de hijos únicos favorece el desarrollo de una sociedad jerárquica y egoísta en la que todos compiten contra todos y donde la delimitación del espacio individual es más importante que el vínculo amistoso.
Relaciones más respetuosas en las familias reconstituidas
No solamente se discute el tema del creciente número de hijos únicos. También la nueva composición de las familias, por ejemplo luego de un divorcio, plantea la pregunta de cómo se organizan entre sí los nuevos medios hermanos. Hoy, menos de la mitad de los niños menores de 18 años crecen en la misma familia, dice Harmut Kasten. Para los hermanastros en familias reconstituidas son válidas las mismas reglas que para hermanos biológicos. Cuanto menor es la diferencia de edad, mayor es el vínculo, aunque también los conflictos determinan sus relaciones. Existen estudios que muestran que los hermanastros recientemente integrados a la familia se comportan de manera menos solidaria que los hermanos biológicos, aunque el trato entre ellos es más cauto. Dado que primero tienen que conocerse, su relación es menos natural y está marcada por una respetuosa distancia.
Así es que no se puede hablar de envidia, celos o peleas por la jerarquía. Los hermanastros no son un invento del siglo XXI, opina Julia Pauli, etnóloga de la Universidad de Hamburgo. Anteriormente, la alta mortalidad de las madres daba lugar a un nuevo matrimonio y la familia reconstituída era un modelo habitual. A través de sus investigaciones en Namibia y México, la investigadora pudo mostrar que la cercanía entre hermanos no surge necesariamente del parentesco biológico, sino a través de las experiencias compartidas. Por ejemplo, los niños que vivían en una granja alejada y tenían que atravesar la estepa, superaron juntos miedos y peligros en el camino y por ello desarrollaron un vínculo especial. En la lengua sudafricana khoekhoegowa, que también se habla en Fransfontaine, un pueblo en Namibia, los términos “hermano” o “hermana” literalmente significan “crecer juntos”. La denominación no solo se utiliza cuando se trata de hermanos biológicos, sino también para primos, primas u otros parientes. En Namibia, como en Alemania, los hermanos son personas especiales, cuya influencia sobre nuestra personalidad no puede ser descrita de manera global, sino que tiene que ser considerada en cada caso de modo particular.