Pablo Larraín: “El cine tiene que ser misterioso”

Pablo Larraín durante el rodaje de “El club”
© Fábula

El cine chileno está en auge y cosecha premios en diversos festivales internacionales. Dentro de esta nueva generación de directores hay nombres que se repiten: Pablo Larraín y su productora Fábula, que ha apoyado a varias de las cintas chilenas más exitosas de los últimos años.

La carrera de Pablo Larraín como director no para de ascender. Con Tony Manero (2008) causó sensación en el festival de Cannes, mientras que Post Mortem (2010), estrenada en el Festival de Venecia, lo llevó a otros festivales internacionales. Su siguiente obra, No (2012), estuvo entre las cinco nominadas al Oscar como Mejor Película Extranjera; y este año, El club le valió el Premio del Jurado en el Festival de Berlín. No fue el único galardón que trajo a casa desde la Berlinale: también recibió el Teddy como productor de Nasty Baby, de Sebastián Silva.

El club se acaba de estrenar en los cines chilenos, con excelentes críticas. Actualmente Jackie, un nuevo proyecto fílmico de Larraín, será producido por el director de cine Darren Aronofsky, quien fuera presidente del jurado en la Berlinale de este año. Pablo aclara que se conocieron en la fiesta de la premiación y que siguieron en contacto desde entonces. Jackie profundizará en los días posteriores al asesinato de Kennedy y tendrá a Natalie Portman en el papel protagónico. Asimismo, en las próximas semanas, el cineasta comenzará el rodaje de un thriller titulado Neruda, sobre la huida del poeta chileno luego de que el partido comunista fuera proscrito y perseguido en la década del treinta. Pablo Larraín tiene una fuerte conexión con el cine alemán desde mucho antes que tuviera éxito en la reciente Berlinale. Conversamos con el joven cineasta chileno sobre la Berlinale y su relación con el cine alemán.

¿Qué impresiones te dejó la Berlinale?

En realidad fue mi segunda vez en el festival. Antes había estado como productor de Gloria (2013) de Sebastián Lelio, por la que Pali García ganó el Oso de Plata como mejor actriz. Es un festival que me encanta. Como decía Dieter Kosslick, él quiere tener una alfombra roja con contenido político. El glamour está bien, pero además tiene un contenido interesante, con películas que no rehúyen temas políticos. Eso lo hace un festival único.

¿Te gusta el cine alemán?

Para mí ha sido fundamental. El póster que está en la entrada de mi productora es de Nosferatu de Herzog. Lo compré en Italia y tiene el bonito subtítulo Il principe della notte. En realidad yo iba a ser abogado como toda mi familia. Pero a los dieciséis años, en el colegio llegó una profesora a mostrarnos cine en 16mm. Así fue como vi Fitzcarraldo, y de ahí no paré más. Me hice socio del Goethe-Institut, me compré un proyector japonés de 16mm que sigue impecable, y comencé a pedir prestadas películas en celuloide. Al contrario de otros directores, no me formé viendo cine norteamericano o italiano, sino alemán.

¿Qué películas recuerdas especialmente haber visto en esa época?

Como ya lo mencioné, Fitzcarraldo que debo haber visto unas cincuenta veces. Otras películas de Werner Herzog, que me impresionaron, son Aguirre, la ira de Dios; También los enanos comenzaron pequeños, El Enigma de Kaspar Hauser, y Fata Morgana. Además, me encantaban las películas de Wim Wenders, especialmente Alicia en las ciudades, que es preciosa. Años más tarde, tuve la suerte de conocer a Herzog y Wenders personalmente y comer con ellos. Era tanto lo que me gustaban las películas de Herzog, que en realidad me robé una de ellas y aún la guardo bajo mi cama. Me he cambiado de casa varias veces desde entonces y lo primero que hacía era sacar la película y dejarla bajo la cama en mi nuevo hogar. Esa película es También los enanos comenzaron pequeños. Esta anécdota se la conté a Herzog. Me miró y no dijo nada. Creo que no lo entendió…

Las proyecciones de cine en el Goethe-Institut Santiago fueron un lugar de encuentro para la juventud que preparó el fin de la dictadura de Pinochet. ¿Te marcó eso?

En realidad yo proyectaba las películas en mi habitación, en el muro junto al velador, y como era una habitación pequeña, las veía como en un televisor y con audífonos, para evitar el sonido del proyector. Para mí fue vivir el cine como artefacto y ritual, una experiencia privada y un proceso, debido a las necesarias pausas para cambiar los rollos. También pasé años viendo a Murnau, a Fritz Lang, y luego a Fassbinder. Es toda gente muy especial. Para mí, todo el cine alemán viene del expresionismo.Cuando son realistas no me interesan tanto.

¿Qué huellas ha dejado el cine alemán en tus películas?

El cine tiene que ser misterioso y dejar que cada espectador desde su biografía clausure lo que ve. Tengo una fascinación con eso, me gusta que los personajes tengan algo inasible, algo que resulta inquietante.

Pablo Larraín nació en Santiago en 1976. Hijo de políticos de derecha, sus películas se han centrado en una mirada crítica a la dictadura de Pinochet. En 2006 se casó con la actriz Antonia Zegers, que aparece frecuentemente en sus películas. Junto a su hermano Juan de Dios Larraín fundó la productora “Fábula”, que ha sido un soporte fundamental en el auge del nuevo cine chileno, y con la que ha cosechado premios en los festivales de cine de Berlín, Sundance, Venecia, La Habana, entre otros.