Crítica de la UE
¿Qué tan costosa, poco democrática y turbia es realmente la UE?

Los pepinos curvos tienen problemas en la Unión Europea: por leyes como la que regula el grado de curvatura de esa verdura, suele tacharse a la UE de monstruo burocrático. Sin embargo, hace tiempo que la ley del pepino es historia.
Los pepinos curvos tienen problemas en la Unión Europea: por leyes como la que regula el grado de curvatura de esa verdura, suele tacharse a la UE de monstruo burocrático. Sin embargo, hace tiempo que la ley del pepino es historia. | Foto (detalle): © Adobe

A menudo se dice que la Unión Europea es burocrática y que está demasiado cerca del sector económico y lejos de los ciudadanos. ¿Qué hay de cierto en estos reproches? ¿Y qué hace Bruselas para enfrentar la situación?

Demasiado costosa

Parece una suma enorme. Casi un billón de euros planea gastar la UE en los próximos siete años. El aporte neto anual de Alemania ascenderá hasta 2027 a veintitrés mil quinientos millones de euros. Demasiado, dicen en Berlín. Algunos hablan de un “aporte descomunal”. Sin embargo, Alemania no es solo el contribuyente mayor: también es quien más gana. Nadie se ha beneficiado tanto del mercado interno y el euro como lo han hecho los exportadores. Además, el aporte a la UE, que representa el uno por ciento del producto bruto de Alemania, es más barato que el de la Nato, cuya meta es el dos por ciento. También se dice que la Comisión de la Unión Europea, de Bruselas, tiene costos exorbitantes pero sólo es un poco más cara que, por ejemplo, la administración de la ciudad de Colonia. Y si Alemania, sin embargo, tiene que aportar más, se debe al Brexit: la salida de Gran Bretaña de la UE dejó un agujero en la caja. También el proyectado paquete de medidas vinculadas al clima, el European Green Deal, probablemente resultará caro.

Cerca del sector económico y lejos de los ciudadanos

TTIP, CETA, Mercosur: para muchos críticos estas siglas y abreviaturas se relacionan con una UE obediente del sector económico y alejada de los ciudadanos. Efectivamente, cuando se trata de libre comercio, la UE a menudo ha tenido en cuenta más los intereses de las empresas que los de los ciudadanos. El polémico acuerdo con los estados del Mercosur de Sudamérica se dio a conocer sólo después de las elecciones europeas de 2019 y los electores se sintieron ignorados. En otras decisiones, sin embargo, la Comisión Europea se ha mostrado muy cercana a los ciudadanos, por ejemplo, en la abolición de los impuestos de roaming para los teléfonos celulares. También en el comercio hay progresos: desde hace poco los mandatos de negociación se publican en Internet. Pero si aun así subsiste obstinadamente la impresión de que Bruselas toma decisiones sin tener en cuenta a la gente, esto también se debe a los estados miembros: cuando algo va bien en la UE, ellos se otorgan los laureles a sí mismos, pero cuando hay problemas, la culpa la tiene Bruselas.

Poco democrática

¿Qué tan democrática es la Unión Europea? Este problema debía resolverse con las elecciones europeas de 2019. Los candidatos principales querían que Bruselas diera un salto democrático. Pero cuando no se alcanzó un acuerdo para la elección de un candidato para la presidencia de la Comisión Europea, otra vez se planteó el mismo problema: la nueva presidenta de la comisión, Ursula von der Leyen, es para muchos la prueba viviente de que las estructuras son poco democráticas. Sin embargo, los jefes de estado y de gobierno de la UE, que después de tanto tira y afloja eligieron a Von der Leyen, ellos sí fueron elegidos democráticamente. Por otro lado, el Parlamento Europeo al final le dio a Von der Leyen su voto mayoritario. En contrapartida, logró imponer, entre otras cosas, una conferencia sobre el futuro de Europa que a partir de 2020 debatirá sobre cómo la UE puede volverse más democrática. Los resultados habrán de implementarse en las elecciones europeas de 2024.

El reproche de que la UE no es suficientemente democrática es uno de los argumentos que esgrimieron los partidarios del Brexit en Gran Bretaña. El reproche de que la UE no es suficientemente democrática es uno de los argumentos que esgrimieron los partidarios del Brexit en Gran Bretaña. | Foto: © picture alliance/Steve Taylor/ZUMA Press

Falta de transparencia

El funcionamiento de la UE no es siempre lo transparente que quisieran los políticos y los ciudadanos. La causa de esto no es la mala voluntad sino la complejidad de las estructuras. Muchos temas de los que se ocupa la Comisión de la UE son tan complejos que se debe recurrir a expertos y lobistas. Las reuniones no siempre son públicas, sino que tienen lugar en oficinas y trastiendas de Bruselas. Pero la UE no es tan turbia como se la describe. Esto debe agradecerse en primer lugar al Parlamento Europeo, que siempre está luchando por la divulgación pública de los contactos con los grupos de presión. Desde 2011 hay en Bruselas un registro de transparencia que el gobierno alemán considera modélico. Por ejemplo, allí figura cuándo el Comisario de la UE, Günther Oettinger, se reúne con representantes de empresas. Últimamente, también se dan a conocer los encuentros más importantes entre parlamentarios europeos y lobistas. Así es más fácil entender cómo surgen las leyes europeas.
 

Burocrática

Las legendarias regulaciones sobre el “grado de curvatura de los pepinos de ensalada” ya son cosa del pasado. Sin embargo, la Comisión de la UE sigue teniendo la reputación de monstruo burocrático. Y la intervención del Comisionado para la Lucha Contra la Burocracia, Edmund Stoiber, no cambió nada de la situación. Sin embargo, Bruselas cambió el rumbo y bajo la presidencia de Jean-Claude Juncker se retiraron treinta y cuatro proyectos de leyes. Juncker se jactaba de haber propuesto un setenta y cinco por ciento de leyes menos que su predecesor. Su grito de guerra era “better regulation”. También su sucesora, Ursula von der Leyen le ha declarado la guerra a la burocracia: por cada ley nueva quiere eliminar una vieja. Así tiene asegurado el aplauso de los conservadores. Su candidato para las elecciones europeas, Manfred Weber, llegó a prometer la abolición de mil leyes. Pero también hay voces que advierten: sin un mínimo de reglas, por ejemplo, no se podrá controlar la crisis climática.