Cambios en la arquitectura de bibliotecas
“No tienen futuro si se las considera depósitos de libros”
Las bibliotecas se perfilan cada vez más como lugares de formación y encuentro. Un pilar importante es su arquitectura, aunque a veces nos obligue a trepar por los estantes con calzado de excursión.
El deseo de que las bibliotecas públicas no funcionen sólo como lugares de préstamo sino como centros culturales para todos los ciudadanos de cualquier edad y formación domina el debate actual sobre cómo debería ser su diseño arquitectónico. “No tienen futuro si se las considera depósitos de libros”, afirma en este sentido la arquitecta holandesa Francine Houben en Ex Libris, un reciente documental sobre la Biblioteca Pública de Nueva York. La celebrada película del realizador Frederik Wiseman, además, muestra qué quiere decir esto en la práctica. Allí aparecen conferencias y lecturas con Ta-Nehisi Coates, Patti Smith o Elvis Costello. También conciertos de música clásica, grupos de danza para gente mayor y cursos de computación para niños. Y una y otra vez viejos y nuevos espacios como oasis de calma y lugares libres de consumo para todos los neoyorquinos, sean catedráticos que prepararan sus clases o personas sin techo que buscan abrigo. La Bibilioteca Pública de Nueva York se muestra como un lugar donde se vive la democracia.
En concordancia con esto, Francine Houben puso al hombre en el centro de la actual reforma de la biblioteca Midtwon-Manhattan, proyecto que ahora está dirigiendo y realizando con Mecanoo, el estudio de arquitectos que ella fundó. Inaugurada en los setenta en un edificio pensado originalmente como centro comercial, la biblioteca Midtown ha de representar desde 2020 el nuevo y rejuvenecido sistemas de bibliotecas. Si en el “Long Room” las estanterías que ocupan varios pisos invitan a una búsqueda clásica, hay además toda una planta dedicada a la adquisición de capacidades profesionales y otras están equipadas especialmente para niños y adolescentes. Como auténtica corona del edificio está proyectada la que será la única azotea pública de libre acceso de Manhattan.
¡Ven a crear conocimientos!
Sin embargo, los motivos para reformar o construir nuevas bibliotecas pueden ser muy diferentes. La construcción de la biblioteca holandesa “Chocoladefabriek” se debió sencillamente a motivos financieros. La localidad de Gouda resolvió bajar los subvenciones de las bibliotecas en un treinta por ciento. En lugar de reducir los servicios o cerrar algunas filiales, se acordó cerrar todas las sucursales y mudarlas a un edificio de los márgenes de la ciudad, a una antigua fábrica de chocolates. Además de la biblioteca, también el archivo regional, una imprenta y un Grand Café trasladaron su sede a la antigua construcción industrial. Desde febrero de 2014 usan juntos la fábrica de chocolate. Con la colaboración del asesor de bibliotecas independiente Rob Bruijnzeels y del “Ministerio de Imaginación”, ligado a él, surgió un lugar de interacción social. Aquí las estanterías ocupan, en lugar del setenta habitual, sólo el treinta por ciento de la superficie disponible. Los creadores tuvieron en cuenta que hubiera espacio suficiente para el trabajo con el acervo y para el segundo cometido: crear conocimientos. Y así reza el lema de la fábrica de chocolates: “Komm kennis maken!”, que en holandés quiere decir “¡Ven a crear conocimientos!” y al mismo tiempo “¡Vamos, conozcámonos!”Atracción turística con fotos de libros
Impresionante desde el punto de vista arquitectónico es la biblioteca Tianjin Binhai, inaugurada en octubre de 2017 en el noreste de China. El estudio arquitectónico holandés MVRDV y el Instituto de Urbanismo y Diseño de Tianjin (TUPDI) lograron el objetivo de crear una nueva joya arquitectónica para el centro cultural de Binhai, un suburbio industrial de la ciudad portuaria de Tianjin. La superficie de la biblioteca es de 33.700 m2 y allí se albergan un millón doscientos mil libros.Ya la primera semana acudieron alrededor de diez mil personas por día a visitar el espectacular edificio, cuyas estanterías se asemejan a terrazas. El corazón lo constituye el auditorio. Sin embargo, según informa la misma biblioteca, la Montaña de Libros instalada allí no es accesible a todos los visitantes: los lectores menores de catorce años, los visitantes con tacos altos y aquellos que no estén en forma para ir de excursión deberán evitar esas estantería empinadas. Por otro lado, debido al ajustado cronograma de construcción, los estantes superiores no se pudieron volver accesibles. Contienen planchas de aluminio en lugar de libros. También en el atrio hay muchos estantes que sólo tienen fotos de lomos de libros. Se lee en las secciones tradicionales de la biblioteca.
Los tres ejemplos, de Nueva York, Gouda y Tianjin, muestran de qué modos diferentes puede realizarse la misión autoimpuesta de convertir a las bibliotecas en lugares de formación y encuentro. Esos espacios ya no tienen nada en común con simples depósitos de libros.