App art en Alemania
El arte de los iconos de colores
Los artistas están descubriendo un nuevo medio: las apps. En Alemania pueden ya aspirar al App Art Award. En cualquier caso, no siempre resulta fácil distinguir entre arte, diseño de interfaces y juegos de ordenador.
Cuadrados negros con flechas o cruces atraviesan la pantalla del móvil. Los jugadores los usan para navegar a través de niveles configurados tipográficamente llenos de mensajes poéticos. Sometimes You Die: tal es el nombre de una app para jugar realizada por Philipp Stollenmayer. Su creación socava ocultamente los cimientos tanto estéticos como estructurales de los códigos tradicionales usados en juegos de ordenador. En Sometimes You Die, el jugador tiene un número ilimitado de vidas. Tiene que enfrentarse a preguntas como "What makes you accept this game as a game?" ("¿Qué te lleva a aceptar que este juego es un juego?"). Una buena pregunta, en efecto, en el contexto de la forma artística del app-art. Pues en esta campo no siempre se reconoce a primera vista qué es arte o juego o ambas cosas.
El diseñador alemán Philipp Stollenmayer, nacido en 1993, ganó en 2015 con Sometimes You Die un App Art Award en la categoría Game Art. Organizado anualmente por el ZKM (Centro de Arte y Tecnología Multimedia de Karlsruhe), este concurso es hoy ya una importante plataforma para el mundillo internacional de este género aún joven. Desde su inauguración en 1989, el ZKM destacó hasta convertirse en una entidad líder en el área de los nuevos medios artísticos, con exposiciones, proyectos de investigación e iniciativas muy particulares tales como su laboratorio, único en todo el mundo, dedicado a sistemas de vídeo anticuados, con especialistas que restauran videoarte, lo digitalizan y lo archivan.
Las apps, una forma de expresión artística
En julio de 2015, el jurado del App Art Award hacía entrega de la quinta edición de los premios. Además de Stollenmayer y su app, hubo otro artista alemán galardonado, en este caso en la sección Crowd Art y con la obra Radwende ("Voltereta"). Se trata de una app que registra los trayectos recorridos en bicicleta y luego los visualiza en un museo. En Sound Art, el premio fue para Borderlands Granular, un instrumento musical electrónico que permite al usuario la manipulación táctil de pequeñas unidades sonoras visualizadas. Otro concepto similar obtuvo el premio a la innovación artística, que se le concedió al artista multimedia estadounidense Fader, el cual trabaja también creando espectaculares proyecciones para eventos. Meidante su app EDMT, los usuarios pueden generar gráficos y sonidos con movimientos de los dedos."Radwende", de Michael Volkmer (Youtube.com)
El App Art Award premia tanto obras de arte en forma de app, como también apps comerciales, por ejemplo herramientas para DJ. Para poner a prueba la aptitud de las apps como forma de expresión artísticas, el dúo Jodi, que reúne a los veteranos artistas multimedia Joan Heemskerk y Dirk Paesmans, creó la app ZYX, premiada en 2013 en Karlsruhe, con la que animan a la gente a realizar determinados movimientos, convirtiéndolos en participantes de una performance. La idea tiene muchos puntos en común con trabajos tales como One Minute Sculptures del artista Erwin Wurm, que indican a los visitantes de museos que posen junto a ciertos objetos.
La App Store: ¿un freno para la creatividad?
Las apps no necesitan museos. Y eso es justo lo que las hace interesantes no solo para artistas consolidados, sino también para los jóvenes aspirantes. La obra de arte en forma de app no necesita tampoco las galerías. Quien quiera poseerla puede descargarla en su terminal gratis o por poco dinero. Cierto es que, según objetan muchos críticos, los movedizos límites entre arte y comercio ponen difícil dar una entidad sólida a las apps con aspiraciones artísticas originarias. Pero ello no va necesariamente en perjuicio de los artistas mismos, o al menos en el aspecto económico.Los artistas, afirma Rafaël Rozendaal, deben aprovechar la posibilidad de que las apps les sirvan también para ganar dinero. Este artista brasileño ha realizado obras para gigantescas pantallas colocadas en la plaza neoyorquina de Times Square o en el Museo Stedelijk de Ámsterdam. En su colorismo elemental y su bidimensionalidad, sus animaciones recuerdan los cuadros de Henri Matisse o de artistas pop art como Tom Wesselmann. A menudo, Rozendaal también da a sus trabajos digitales la forma de páginas web. Los movedizos límites entre arte, diseño de interfaces y juegos de ordenador son un factor que maneja conscientemente, por ejemplo también en la app Finger Battle, que vende por 99 centavos de dólar. La obra consiste en dos campos de color crecientes y enfrentados, en los que cada jugador tiene que pulsar con el dedo hasta que uno de los campos tape al otro. Ha vendido ya 20.000 apps.
El artista que quiera comercializar sus apps, en cualquier caso, no tiene más remedio, como todos, que acudir a la App-Store. Con los sistemas operativos Android e iOS, el mercado se lo reparten dos pujantes empresas, respectivamente Google y Apple: solo es posible instalar en terminales móviles las apps registradas en sus tiendas. Según considera Peter Weibel, artista multimedia y director del ZKM, no cabe duda de que se trata de plataformas controladas, pero el hecho es que no restringen la creatividad. En la Apple Store, afirma, hay mucha más libertad para hacer experimentos artísticos que, por ejemplo, en una editorial o en la televisión alemanas.
Un artista berlinés hackea el iPhone
Entre artistas, la creatividad suele significar manejar con plena libertad el software: en vez de limitarse a usarlo, lo hackean y se lo apropian. Para su trabajo iPhone live, el artista berlinés de interfaces Johannes P Osterhoff se infiltró en las estructuras de seguridad de Apple para poder instalar en su propio terminal la app que había desarrollado (es el procedimiento denominado "jailbreak" en la jerga de los hackers). La app le sirvió para publicar en una web, de junio de 2012 a junio de 2013 durante las 24 horas del día, todo lo que posteó en Facebook, los juegos a los que jugó, la música que oyó, las apps qué instaló y lo que escribió a sus amistades. Fue su manera de hacer visible la interpenetración de las esferas privada y pública en nuestro presente digital.Si el app art ofrece a las y los artistas nuevas posibilidades, es precisamente porque no tiene que pasar obligatoriamente por los mecanismos de distribución del sistema clásico del arte, o sea la exhibición en museos o la venta a través de galerías. De todos modos, el museo es algo a lo que no puede renunciar por completo el artista: suele ocurrir que no están establecidos hasta que sus obras estén incluidas en colecciones. Y eso, explica Weibel, no resulta demasiado fácil en el caso de las apps. En el ZKM siguen trabajando en encontrar la solución para archivar app art a largo plazo y sin vincularlo a dispositivos. En ese momento, también los creadores de app art premiados podrán ver ya sus obras en la colección.