Bibliotecas verdes
„Tenemos que reaccionar ante los cambios sociales”
Algo más que un sitio para ratones lectores: ¿en la biblioteca del futuro habrá también bancales de verdura en la azotea y un repair-café en el sótano? Tim Schumann, empleado en la Biblioteca Heinrich Böll de Berlín-Pankow y cofundador de la „Netzwerk Grüne Bibliotheken” (Red de trabajo Bibliotecas Verdes), explica por qué las bibliotecas públicas tienen que redefinir su función.
De Eleonore von Bothmer
Señor Schumann, usted ha escrito hace poco un ensayo en el que bosquejaba una „utopía concreta” para bibliotecas. Del techo ajardinado llega el zumbido de las abejas, mientras en el sótano se arreglan bicicletas. En las salas de lectura hay gusanos para compostar los residuos orgánicos y viene gente de edad para participar en acciones y actividades con refugiados. ¿Es eso lo que está detrás del ideal de la Biblioteca Verde?
Tim Schumann trabaja en la Biblioteca Heinrich Böll de Berlín-Pankow y es cofundador de la “Netzwerk Grüne Bibliotheken”
| Foto: © privat
Me gusta la definición general de que la Biblioteca Verde reacciona frente a circunstancias sociales, siempre en combinación con el nuevo papel de, sobre todo, las bibliotecas públicas, que evolucionan para convertirse en lugares en los que se trata no solo de libros, sino también de personas y de su interacción mutua. Las Bibliotecas Verdes reúnen a personas en torno a los temas clima, protección del medio ambiente y sostenibilidad, lo cual hacen, también, mediante actividades. Eso en cuanto a acción social. En cuanto al edificio, podríamos encontrar una instalación fotovoltaica en la azotea, jardines beneficiosos para las abejas instalados en superficies verdes propias y un menor gasto interno de recursos naturales.
¿De dónde proviene originalmente la idea de la Biblioteca Verde?
La idea, por lo que yo sé, surgió en los EE. UU. Al principio, en la década de 1970, la cuestión fue primero un modo de construir más ecológico, pero se pasó relativamente pronto a poner en primer plano a las personas. Entonces, por ejemplo, fue cuando se empezó a ayudar con información a la gente sobre cómo llevar una vida sostenible. Luego, en los primeros años 2000, la idea fue llegando lentamente también a Alemania.
¿Por qué las bibliotecas resultan tan apropiadas para poner en práctica enfoques sostenibles?
Las bibliotecas públicas se están convirtiendo cada vez más en algo que se ha denominado un „tercer lugar”. Un lugar en el que la gente puede estar y „andar por allí”, en el que pasan la tarde familias enteras y los y las escolares hacen los deberes. Esa es nuestra característica peculiar única: con un impacto enorme, ponemos disponible un lugar que puede utilizarse gratis.
Y si la „utopía concreta” cobra vida, allí podré además tomar en préstamo una taladradora (en la biblioteca de cosas) o una bicicleta (en el taller)…
Exacto. Compartir cosas refuerza la cohesión interna de nuestra sociedad, y es algo para lo que las bibliotecas públicas están justamente predestinadas. Como biblioteca, tenemos que responder ante unos cometidos sociales acuciantes. Instituir Bibliotecas Verdes con elevadas aspiraciones sociales es una tarea con muchísimo potencial.
¿Existe algo así como una biblioteca verde modelo?
Hay muchos proyectos estupendos, también en el ámbito internacional. La Biblioteca Municipal de Osnabrück, por ejemplo, tiene planificado construir una „biblioteca juvenil verde” en forma de tiny house. En Dinamarca han incluido en la planificación duchas para personas sin hogar. El aspecto de política social se deja sentir ahí claramente. Otras bibliotecas son edificios pasivos o tienen instalaciones fotovoltaicas en el techo. En Senegal hay una biblioteca que recoge agua de lluvia para regar con ella sus jardines.
Proyectos como estos ¿son también el tema en que se centran la red de trabajo Grüne Bibliothek y la iniciativa Libraries4Future?
La red Grüne Bibliothek pretende reforzar el tema de la sostenibilidad y motivar a bibliotecas alemanas, austriacas y suizas para que sean más activas en ese campo. El objetivo es intercambiar información y, también, dar anclaje institucional a la sostenibilidad y la protección del medio ambiente. La red está todavía en sus comienzos, intentando encontrar sus estructuras. Por otra parte, durante la pandemia de coronavirus se ha funcionado exclusivamente por Internet. Pese a ello, nuestra „tertulia” ha tenido mucha aceptación. Por ejemplo, también han tenido mucha representación los Goethe-Institut de todo el mundo. Las Libraries4Future actúan globalmente, pero siempre en un plano más bien personal.
¿Qué se discute en estas tertulias?
Un tema es, por ejemplo, si los libros se forran con lámina. En las bibliotecas esta práctica es un poco como la vaca sagrada. Con el forro lo que queremos es proteger los libros, pero está claro que el forro es de plástico. Entonces surge rápidamente la pregunta: ¿hace falta de verdad? En una biblioteca pública es normal que tiremos libros, y ahora la solución está siendo que separamos la parte de dentro de la parte forrada de fuera, porque si no el libro iría entero a residuos especiales.
El ideal de una biblioteca que no solo presta libros, sino que al tiempo también se entiende a sí misma como un punto de contacto social, ¿tiene buena acogida entre todas las partes implicadas?
A veces hay usuarias/os que preguntan: ¿para qué se hace esto? Pero, como ya dije, la cuestión es también el nuevo papel de unas bibliotecas que no solo reúnen libros, sino también personas, porque estas también son soportes de conocimientos. Así la biblioteca permanece fiel a su cometido encomendado, transmitir conocimientos. También se nos recrimina ahí que entonces estaríamos abandonando nuestro papel neutral. Yo lo veo así: tenemos que reaccionar ante los cambios sociales, no tenemos tiempo para la neutralidad. Si me lo pregunta, creo que no estamos en una crisis climática, sino afrontando ya un colapso climático. Tenemos que entrar en acción ahora y ayudar a la gente a afrontar los cambios. Como bibliotecas podemos hacerlo, así que debemos hacerlo.