Construir sin dañar el medioambiente
Menos es más
Desde hace algunos años en el campo de la construcción se considera que una técnica de construcción sofisticada y paredes aisladas son el mejor medio para reducir las emisiones de CO2. En realidad, no se necesita mucho para levantar casas con un buen balance climático. Pues también para la construcción es válido el axioma: menos es más.
Abandono del carbón, autos eléctricos, vuelos de corta distancia: cuando el tema es el clima, la mayoría de las veces el foco recae en las industrias de transporte y de energía. Sin embargo, así se pierde de vista un importante productor de emisiones: la industria de la construcción es responsable de casi el 40 por ciento de las emisiones mundiales de CO2, y en Alemania casi de un tercio. No sólo la construcción en sí es un verdadero destructor del clima –la fabricación de materiales como el cemento o el acero consume recursos naturales y energía–, también el funcionamiento de edificios necesita importantes cantidades de corriente y causa emisiones de CO2.
La repuesta que el sector de la construcción da en Alemania a este problema es el aislamiento. La envoltura de los edificios consiste en varias capas de diversos materiales de modo que necesite ser enfriado o calefaccionado lo menos posible. Sumado a esto, una tecnología inteligente debe garantizar que los edificios funcionen con el mayor ahorro de energía. Ahora bien, algunos expertos/as como Florian Nagler, docente de la Universidad Técnica de Múnich, ponen en duda que este sea el camino correcto.
El proyecto piloto que despertó dudas
Lo que puso a pensar a Nagler fue el proyecto de una construcción respetuosa del clima, de cuyo equipo formaba parte él mismo. El edificio escolar del Schmuttertal-Gymnasium de la localidad de Diedorf, en Baviera, se levantó como construcción con plus de energía. Es decir que produce más energía de la que consume. Pero el asunto tiene un punto en contra: la técnica de construcción de ese edificio de madera fue tan compleja que se necesitaron tres años para que todo funcionara de modo coordinado.
Esto hizo que Nagler se asombrar: “Si en un edificio construido por un equipo supermotivado de especialistas no todo termina funcionando como se pensaba y como se calculaba, lo mismo debe pasar en otros casos”. Entonces se preguntó si efectivamente más tecnología de construcción y una mezcla de materiales cada vez más compleja eran la mejor respuesta al cambio climático.
Nagler y sus colegas quisieron ir más lejos y comenzaron un proyecto de investigación junto con sus estudiantes. Se harían tres casas modelo a partir de los materiales de construcción corrientes en Alemania, ladrillos, cemento y madera. El objetivo no era solo construir los edificios de modo que se cumplieran los requisitos planteados por la Ley de Energía de Edificios (GEG) sin recurrir a complejos agregados técnicos, además la construcción debía consumir sólo el 55 por ciento de la energía que necesita una construcción de categoría Effizienzhaus 100, el estándar mínimo en la industria alemana de la construcción.
Durante los preparativos del proyecto, las investigadoras y los investigadores realizaron cálculos para determinar de modo óptimo las dimensiones espaciales, la altura, la ubicación y el tamaño de las ventanas, el espesor de las paredes exteriores y de los techos. El criterio era proteger las casas contra las variaciones térmicas por medio de una construcción robusta, de modo que no tuvieran que refrigersarse en verano y que en invierno debieran calentarse lo mínimo posible.
Ahorrar energía sin una técnica compleja
Como modelo les sirvió a Nagler y su equipo el proyecto de los arquitectos Baumschlager Eberle, que en 2011 levantaron en Lustenau, Austria, un edificio de oficinas que podía funcionar sin calefacción ni refrigeración. En el edificio hay entre 22 y 26 grados durante todo el año. Eso se debe sobre todo a las paredes exteriores de 76 cm. de ancho. En el edificio, de paredes de ladrillo, las únicas fuentes de energía son las personas que trabajan en él y el calor que emiten las computadoras y otros aparatos.
Nagler y su equipo también fijaron especial atención en la mampostería. Para las casas iguales en diseño y cubicación, se necesitaron, según el material, paredes exteriores de diferente espesor: en la casa construida con cemento liviano, 50 cm.; en la casa de ladrillos, 42, 5 cm.; y en la construcción de madera, 30 cm. Con el objetivo de que todas las casas tuvieran suficiente masa de almacenamiento térmico, se elaboraron con cemento losas para el piso y techos.
Las tres construcciones, cada una con ocho apartamentos, están terminadas desde comienzos de 2021 y ya está en marcha la tercera fase del proyecto: se hará una evaluación para saber si de hecho los edificios funcionan como se calculó. Este punto es importante para Nagler ya que en no pocos proyectos la previsión de ahorro energético no se cumplió. Pues a menudo las y los usuarios de los edificios actúan de modo diferente del esperado: levantan las persianas que protegen del sol, porque quieren mirar fuera, o abren las ventanas en lugar de dejar que el ambiente se ventile automáticamente. Por eso en Bad Aibling las casas piloto están concebidas de modo muy sencillo: los únicos agregados técnicos son simples calefactores de pared, ventanas con orificios de ventilación en los marcos y un pequeño extractor de aire.
Desde que se concluyeron las tres casas en Bad Aibling a comienzos de 2021 se está examinando si efectivamente se produce el ahorro de energía planeado.
| Foto (detalle): © Sebastian Schels / PK Odessa
También fue importante para el equipo de investigación dirigido por Nagler incluir en el cálculo la energía necesaria para la el mantenimiento de la construcción en los cien años que se espera que dure. Según Nagler, esta “energía Gris” debería tenerse en cuenta de modo indefectible en el balance climático de todos los edificios. Y hay otro aspecto más de sustentabilidad que cumple un papel en estas casas piloto: si algún día las casas se derriban, el material puede reutilizarse sin problema, porque los elementos de construcción no se mezclaron con otros materiales.
Mientras tanto, Nagler sigue investigando. Las próximas construcciones piloto del proyecto de investigación „einfach bauen“ (construir sencillamente) albergarán apartamentos para estudiantes. “Tenemos que mostrar que es posible una reducción de CO2 y avanzar dando buenos ejemplos”, dice con convicción. Y ya no es el único que tiene estos objetivos: también quiere avanzar con buenos ejemplos la compañía Hamburger Hafencity, que levantará la próxima sede de la empresa de modo que sea una construcción de emisiones cero. La construcción deberá ser neutral respecto a las emisiones de CO2 a lo largo de todo su ciclo vital, es decir, desde su construcción, durante su uso y en su desmantelamiento.
El edificio de emisiones cero planeado para la Hamburger Hafencity deberá ser neutral respecto a las emisiones de CO2 a lo largo de todo su ciclo vital, es decir, desde su construcción, durante su uso y en su desmantelamiento.
| Foto (detalle): © Heinle, Wischer und Partner, freie Architekten