Cincuenta años de Halle-Neustadt, la ciudad socialista modelo

En 1964, hace medio siglo, se colocó la piedra fundacional de uno de los proyectos de construcción más grandes de la historia alemana de la posguerra. Halle-Neustadt se creó para servir de asentamiento a trabajadores de la industria química, y fue diseñada como una ciudad socialista modelo en la RDA.

Halle Neustadt,


Cuando la RDA se desmoronó, casi un tercio de su población vivía en viviendas construidas con placas prefabricadas. Por motivos económicos e ideológicos, el gobierno del estado socialista prefería las casas armadas a partir de placas de concreto (conocidas como “Plattenbau”), que se levantaron en prácticamente todas las ciudades de Alemania del Este. Pero lo que comenzó a construirse en 1964 en el oeste de Halle an der Saale (Sachsen-Anhalt), bajo la dirección de Richard Paulick fue un proyecto bastante peculiar. Neustadt no fue sólo un asentamiento, sino que allí se construyó una nueva ciudad completa. Torres y bloques de edificios fueron diseñados para albergar a los trabajadores de la planta química que se encontraba a unos pocos kilómetros.

Sistema de calefacción a distancia y un baño propio

Neustadt era producto de una concepción de la sociedad. Debía ser una ciudad ideal, moderna y funcional, que se adaptara a las necesidades de sus habitantes y , asimismo, tuviera una influencia ideológica sobre sus habitantes. Para Peer Pasternack, profesor de sociología, Neustad era “un componente ejemplar de un proyecto social”. Una metrópolis construida según las premisas del socialismo debía colaborar con el desarrollo de una sociedad socialista. Por eso, Neustadt fue concebida para ser un contraproyecto de las ciudades capitalistas del oeste, donde las personas estaban separadas en barrios para ricos y para pobres. En Neustadt, en cambio, todos debían vivir bajo las mismas condiciones.

Así, en las especificaciones para la construcción, se estableció que cada departamento podía tener una sola habitación mirando al norte. Las casas fueron construidas teniendo en cuenta la luz solar y casi no se hicieron calles en las zonas residenciales. Uno de los motivos más importantes era el de acortar las distancias. Con un tren rápido, los trabajadores llegaban en once minutos a las plantas químicas de Buna y Leuna. A los jardines de infantes, se llegaba, en promedio, en tres minutos. Las áreas verdes, pensadas para el uso y recreación de los trabajadores en su tiempo libre, ocupaban el cuarenta y dos por ciento de la totalidad de la superficie de la ciudad. Mientras que en la mayor parte de los barrios urbanos con edificios antiguos sin renovar –lo normal eran la calefacción con horno y la falta de baños privados–, en esta ciudad de trabajadores químicos, los departamentos poseían un sistema de calefacción a distancia. Y cada vivienda tenía su propio baño.

Discriminación de los proyectos de vivienda

Las viviendas en Neustadt tenían una muy buena reputación por su confort, y los que las habitaban se sentían privilegiados. Después de la colocación de la piedra fundacional, en 1964, se construyeron nuevos barrios de manera ininterrumpida. La ciudad creció y, en 1980, llegó a tener cerca de cien mil habitantes. Sin embargo, con la revolución pacífica de 1989, no sólo fracasó la RDA sino también el proyecto de la ciudad socialista modelo, con lo cual las decisiones políticas le pusieron fin a la expansión de Neustadt.

A pesar de que durante el gobierno socialista las construcciones con paneles eran bien valoradas, luego del cambio de sistema la gente comenzó a despreciarlas. Peer Pasternack habla de una “ola de discriminación contra los proyectos habitacionales de Alemania del Este”. Estas viviendas se volvieron un símbolo de la RDA y por lo tanto generaban rechazo. En octubre de 2000, la revista de política Der Spiegel publicó un artículo sobre las viviendas de placas prefabricadas titulado: “La única solución es la dinamita”.

Las estadísticas poblacionales indicaron que la gente estaba yéndose: “En muy poco tiempo, Halle-Neustedt pasó de ser el prototipo de la ciudad socialista que se expandía conforme a un plan, a ser el modelo de ciudad de Alemania oriental que se reducía imprevistamente”, dice Pasternack. Los jóvenes fueron los primeros en irse. Los siguió la clase media educada y de mejores ingresos, que se mudó a las ciudades donde desde 1990 empezaron a renovarse los edificios antiguos. En Neustadt permanecieron, sobre todo, los primeros habitantes del asentamiento –aquellos que consideraban que vivir allí era un privilegio–, además de los que no podían costearse arriendos más elevados.

La elaboración de una imagen

En Neustadt, que supo tener cien mil habitantes, hoy solo viven cuarenta y cinco mil personas. Durante mucho tiempo, faltaron conceptos e iniciativas para transformar el asentamiento de trabajadores de la industria química. Sin embargo, hoy se reflexiona intensivamente sobre el futuro de este sector de la ciudad. Las ideas van desde el aprovechamiento agrícola, hasta la instalación de un barrio de artistas. Para los urbanistas, lo más importante es la imagen de Neustadt. Quieren borrar la imagen negativa que tuvo en la década de los noventa y enfatizar sus ventajas. Pues las características que alguna vez se valoraron de este asentamiento para trabajadores siguen teniendo vigencia hoy: espacios verdes, una buena infraestructura y viviendas a precios accesibles. Quizás sean estas características las que hagan que Halle-Neustadt siga existiendo durante cincuenta años más.