Desconectar

Mischpult Foto: Carbon Arc, CC BY-NC-SA 2.0, via flickr
De repente, con el comienzo de las vacaciones de verano, se paraliza la frenética actividad cultural de la ciudad y, como todo el mundo, me enfrento al ocio veraniego. Esa es también la luz verde para mi propio descanso en las montañas al sur de Francia.


Mediados de año en Düsseldorf. Los proyectos musicales han sido desarrollados, la espera nerviosa de posibles encargos se transformó en un flujo de actividad tranquilizador, el año se ha vuelto predecible.

Llega el verano

Con las temperaturas en ascenso, aumentan también las ganas de salir a participar de la vida cultural de la ciudad. En el invierno cuesta ponerse en movimiento, pero ahora las cosas empiezan a pasar afuera y con la bicicleta es posible llegar rápido a cualquier sitio. Como resultado, la capacidad de concentración en el propio trabajo decae. Pero, de todas formas, es un estímulo deseable e imprescindible. Todo termina llegando al propio trabajo de una forma indeterminada. Con los conciertos en el Salon des Amateurs, el Kit Bar, la Quadriennale de Düsseldorf, la Triennale del Ruhr, o el Open Source Festival, entre otros, es posible pasar un buen verano también aquí en Renania del Norte- Westfalia.

La pausaY después, el corte. O, más bien, un fundido lento con el comienzo de las vacaciones. Un par de conciertos más, un par de nuevos bocetos para el proyecto propio, los últimos preparativos para la producción de otoño, y de pronto aumentan los emails con respuestas automáticas de ausencia por vacaciones y las promesas vacías en los contestadores telefónicos. Las cuestiones de organización, que quedaron sin resolver antes de mi propia partida, generan una cierta intranquilidad. Pero me consuelo con la idea de que mi oficina también puede quedar vacía por un tiempo sin que el mundo se venga abajo.Y, de la noche a la mañana, ya estoy compartiendo con el resto de las personas el ocio veraniego. Después de los momentos productivos y agitados vividos poco tiempo atrás, reina una extraña calma en la vida cultural. ¿Una interrupción? Tiempo de vacaciones. Los organizadores de eventos detienen su actividad y la gente tiene ganas de partir. Yo tampoco me quedaré aquí. Mi productora cerrará por tres semanas. Pero antes de desenchufar los aparatos, siempre queda algo por terminar. Así, aterrizo a toda velocidad y contento en mi tiempo libre.

Mi descanso

Durante mi periodo de descanso parto con mi familia hacia los Pirineos. Primero hacia el Mar Mediterráneo, después a través de las montañas, hacia el Atlántico. El perro debe quedarse en casa, vamos con amigos. Camping, desde hace años, en Francia. El plan es ese, los detalles irán acomodándose solos. La carpa, las bolsas de dormir y el equipo de alpinismo para circuitos deportivos y rutas de cuerdas múltiples. Acampar. Lo más lejos posible de las masas turísticas.

La experiencia me ha enseñado que los pensamientos sobre el trabajo (inconcluso) desaparecen después de un par de días. Sin embargo, el Wifi es siempre bienvenido y no sólo para investigar sobre los senderos de montaña de la zona.

Una que otra buena noticia o algún asunto urgente suelen aparecer también durante las vacaciones. La reclusión total no es algo que pueda permitirme. Por eso, permanezco en modo de stand-by.

Y así los días van pasando, sinuosos, y todo toma, poco a poco, su propio y agradable ritmo.

Y para el oído, el instrumento más importante para los que trabajamos cotidianamente con el sonido, una estadía de tres semanas en la naturaleza es el descanso ideal. El silencio en las montañas es un bien tan escaso, que pronto se siente uno desconcertado debido a la falta del sonido de fondo del entorno urbano. Ese ruido constante ya instalado en los propios oídos es al principio una carga, pero pronto el foco cambia y ese efecto comienza a desaparecer apenas uno se saca de encima el estrés que trae consigo.

Sin más ni más, escuchar música adquiere aquí otro sentido. En general, casi no la necesito, sin mencionar que la música urbana no funciona en este entorno, salvo una que otra vez para establecer un contrapunto. La mayor parte de las playlists del iPhone quedan sin escuchar, y si escucho música lo hago principalmente cuando voy por la autopista. La mirada analítica pierde su importancia y es reemplazada por un acompañamiento de los propios movimientos en el mundo, que es similar a la música de una película. Un factor de puro bienestar.

El efecto de las montañas

Ahora sólo puedo soportar la ciudad en dosis mínimas; sobre todo, sus bambalinas sonoras. En el retiro de las montañas me siento mejor, aunque cada tanto los pueblos con una cantidad limitada de cafés son bienvenidos. A fin de cuentas, uno también quiere beber un par de vasos de pastís. Lo mejor es pasar el tiempo en medio de la naturaleza, en los campings comunes y sin lujos. Y además de un par de días en los que no hago nada, el centro de mis vacaciones son las caminatas y el alpinismo. Me levanto temprano y disfruto de la naturaleza, sobre todo durante las dos o tres primeras horas de la mañana. En ese momento, los pensamientos giran en torno a las ideas musicales. Y las ideas eufóricas y los planes que surgen tienen espacio para desplegarse. Cada tanto necesito grabar algunos bocetos con el teléfono. Después de algunos cafés y la máxima cantidad posible de excursiones a la montaña, el fin de este viaje se vuelve tangible.

Y pronto nos encontramos en el viaje de vuelta, con las imágenes de las últimas tres semanas en la cabeza, que luego, a su vez, se irán apagando lentamente. Los oídos han recuperado su sensibilidad para el trabajo musical. Una lástima que pronto deban lidiar con un material completamente diferente. En ese momento uno se pregunta si no valdrá la pena vivir más cerca de la naturaleza. Aunque, por otro lado, ¿es posible hacer música urbana en un entorno tan sencillo?

 

 

Thomas Klein es un músico independiente que vive y trabaja en Düsseldorf. Toca hace veinte años en la banda de música electrónica Kreidler, conocida internacionalmente, y lleva adelante diversos proyectos solistas como Sølyst, fauna y Clyne. Produce música para películas, piezas radiofónicas y obras de arte sonoras en cooperación con artistas como Mischa Kuball y Dunja Evers. Ha colaborado musicalmente en diversas producciones teatrales en Colonia y Düsseldorf.