El teatro emergente en el contexto de los cincuenta años del golpe de Estado
© Francisco Ossa
En este contexto el teatro está llamado a hacer un ejercicio de memoria. Ya hemos visto en la cartelera remontajes de obras creadas y censuradas en dictadura. Para los que crecimos en ese contexto, estas obras nos recuerdan algo del sentimiento imperante en aquella época gris.
Pero ¿desde qué lugar hacen ese ejercicio de memoria las generaciones de artistas que nacieron en un país que ya había recuperado la democracia?
Seguramente la respuesta requiere una encuesta, y me atrevería a afirmar que para la mayoría de los artistas emergentes el 11 de septiembre representa un quiebre en nuestra historia democrática y un símbolo de la violación de los derechos humanos. Pero, ¿qué está pasando en el escenario? ¿Qué impacto ha tenido la conmemoración de los cincuenta años del Golpe en la creación joven? ¿Cómo se hacen presentes los derechos humanos en las obras de esta generación? Me hago estas preguntas desde el lugar en que me encuentro hoy como director del Teatro del Puente, cuya curatoría convoca a compañías jóvenes cuyos integrantes son mayoritariamente veinteañeros, y también desde mi trabajo como profesor de gestión y producción teatral en la escuela de teatro para estudiantes que ya están pensando su futuro como artistas.
En un mundo globalizado e hiperconectado, los derechos humanos adquieren una dimensión más amplia y diversa, trascendiendo las fronteras nacionales. Los temas como la migración, el calentamiento global y los derechos de los pueblos originarios ocupan un lugar central en muchas de las obras que los jóvenes están ensayando actualmente. A través de narrativas íntimas y personales, estas obras desmantelan los discursos y eslóganes, permitiendo una comprensión más profunda de los derechos universales.
En este contexto, las compañías emergentes están adoptando una perspectiva global al pensar en Chile no limitándose únicamente a los acontecimientos del 11 de septiembre, pero sí abordando lo que esa fecha representa. Al explorar estas temáticas desde una perspectiva local y personal, los artistas emergentes buscan generar conciencia en su propia sociedad.
De esta manera, el teatro se convierte en una plataforma poderosa para reflexionar sobre los derechos humanos al abordar problemáticas globales y locales a través de historias íntimas y auténticas. Las obras teatrales se convierten en un medio para sensibilizar a la audiencia y fomentar la solidaridad y el respeto hacia todas las personas, sin importar su origen, género u orientación sexual.