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Hacer hablar al muerto

por Alejandro Moreno

Publicado en: THEATER DER ZEIT SPEZIAL: CHILE (08/2023)
Alejandro Moreno | Rescate

“Rescate” del ciclo “Excavaciones”escrita y dirigida por Alejandro Moreno. Elenco: Valentina Muhr, Paula Bravo, Mario Goya y Juan Pablo Lara | © Francisco Jorquera

Chañaral es una comuna costera ubicada en el norte de Chile, específicamente en la región de Atacama, la misma zona geográfica donde 33 mineros quedaron atrapados durante 69 días y fueron rescatados con vida. Cada personaje teatral viene de un derrumbe, y la dramaturgia es el rescate. Actualmente Chañaral es una zona de sacrificio a causa del relave minero. El mar está lleno de ácidos que acabaron con la biodiversidad marina y el aire a veces se torna blanquecino a causa del silicato. Esta comuna tiene la mayor tasa de personas con cáncer de Chile y no hay hospitales oncológicos. En Chañaral hay un teatro abandonado, el Teatro Windsor, que fue fundado en 1866, en pleno auge de la vida minera, y desde 1970 se encuentra clausurado. Lo que queda son las ruinas de un alucinante teatro en estado de derrumbe, y aunque actualmente esté completamente cagado por palomas, se puede apreciar su estructura barroca. En 1886, la famosa actriz francesa Sarah Bernhardt estuvo de gira en Chile. En su paso por este país ella señaló: “Los chilenos son unos brutos, tan fríos, tan faltos de inteligencia”. Cuando ella iba sobre el barco que la llevaba de regreso a Francia, vio un pueblo en la mitad del desierto: era Chañaral, hizo anclar el barco y en un bote la acercaron al puerto minero. Caminando por la calle principal, vio el Teatro Windsor; entró. Dicen que quedó atónita por la belleza del lugar, que simulaba un teatro europeo. Hay muchas anécdotas sobre esta joya del patrimonio arquitectónico y teatral. Una de ellas es que el director de teatro chileno, Andrés Pérez Araya (1951-2002), llegó un día de los años 90 a realizar un taller de teatro gratuito, y que esta fugaz visita hizo que se generaran compañías de teatro en esa comuna.
             En el año 2003 llegó a la orilla roja y espumeante de veneno un pájaro perdido: el presidente de Chile, Ricardo Lagos Escobar, que en un acto de estupidez absoluta y suprema, se apareció con traje de baño entrando al mar frente a periodistas y autoridades. Quería demostrar que el agua no estaba contaminada. Desde la playa, la población lo miraba chapotear en la toxicidad sulfúrica de la costa chilena. La esposa y exprimera dama de Ricardo Lagos, Luisa Durán, es una de las culpables de la muerte del director de teatro más grande que ha tenido Chile: Andrés Pérez Araya. Andrés nació el 11 de mayo de 1951 en la ciudad de Punta Arenas, al sur de Chile. Y el día de su nacimiento, por ley, se celebra el Día del Teatro en Chile. En dictadura, en 1988, dirigió la obra La Negra Ester. La protagonista de La Negra Ester es Rosa Ramírez Ríos, fue la esposa y compañera de vida y teatro de Andrés Pérez, y con ella fundó la compañía El Gran Circo Teatro. Y llevaron teatro a todos los rincones de Chile, siendo un ejemplo de teatro social. Antes de estrenar La Negra Ester, Pérez estaba trabajando en Francia en el Théâtre du Soleil y, dirigido por Ariane Mnouchkine, interpretó con mucho éxito a Ghandi. Siendo el director más influyente y dedicado del teatro chileno, se le hizo muy difícil sacar adelante sus producciones. La escasez de fondos no le permitía hacer el teatro que soñaba. Siempre estuvo pidiendo y pidiendo fondos como un mendigo para realizar sus producciones teatrales. Lo que él más quería era un espacio físico donde poder instalarse con su compañía, y en el año 2000 se tomó unos galpones abandonados ubicados en la calle Matucana, en la periferia de Santiago. Unas bodegas totalmente ruinosas, destruidas, insalubres y llenas de ratas que ellos tuvieron que limpiar hasta que apareciera un escenario. En esas bodegas de Matucana, Pérez dirigió Madame de Sade de Mishima, y La Huida, escrita y dirigida por él. Esta cuenta la historia real en que dos veces, y en diferentes gobiernos de Chile, hubo grupos de homosexuales a los que se les ponía cemento fresco y se les lanzaba al mar. Esta fue su última obra. El Gobierno de Chile, durante la presidencia de Ricardo Lagos, desalojó a Pérez y su compañía El Gran Circo Teatro de los galpones ubicados en la calle Matucana, donde solían hacer teatro. La esposa de Lagos se encargó de esta acción. Como resultado, Pérez se enfermó debido a la angustia. Murió en el 2002 en la cama 8 del hospital San José producto de una negligencia. En la cama 8 de ese hospital los tubos de oxígeno estaban vacíos, ese oxígeno que necesitan los pacientes moribundos. Es por eso que la orden de la exprimera dama Luisa Durán de que desalojaran los galpones de la calle Matucana lo mató, porque lo que da pena mata, y Andrés Pérez murió de pena. El año 2022 quería hacer una obra de teatro en la que Andrés fuera el protagonista, pero él ya estaba muerto. Busqué todos los archivos de su voz, las entrevistas que él dio en vida, de televisión, de radio, registros de sus ensayos. Me llené de sus palabras, de la constelación de su habla, que pervivía en esos registros de audio. Junto con el ingeniero en sonido Joaquín Vallejo, empezamos a editar este universo sonoro. Y tal y como se le enseña a hablar a un niño, se empezaron a desplegar sobre la línea de tiempo de Protools cosas que jamás dijo, que ingresaban a un nuevo orden dramatúrgico. Y así, lo fuimos escuchando, escuchándolo hablar, a él, que con su voz nos empezó a contar historias y fábulas. Por ejemplo, partimos las palabras ILUminación y canCIÓN para formar ILUSIÓN. Para lograr la palabra SOMBRA, tuvimos que urdir sílabas, vocales y consonantes de las palabras: nOMBRó, SOledad y noMBRA. Y pudimos, junto con mi compañía, Ejército de la Realidad, hacer que Andrés Pérez actuara, con su misma voz, una parte del monólogo de Segismundo de la obra La vida es sueño, de Calderón de la Barca. La escenografía de la obra Rescate es una réplica hiperrealista del Teatro Windsor de Chañaral, donde la voz de Pérez dialoga con diferentes personajes, entre ellos, Sarah Bernhardt.
            Pérez logró en este rescate un teatro en donde su voz resonara por siempre.
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