Difunden noticias, interactúan con usuarios y hasta redactan textos. ¿Es posible que los perfiles de usuario generados por programas influyan a través de las redes sociales en los procesos de decisión política?
Un partido quiere movilizar a sus electores. Para eso recurre a medios sociales como Twitter y Facebook, que muchas personas usan como fuente de información. A fin de tener presencia en las redes, se ponen en funcionamiento los llamados social bots, programas informáticos que simulan conductas humanas. Esos bots difunden millones de veces los eslóganes electorales del partido y les otorgan así un peso mediático enorme, de modo que pueden influir efectivamente en los potenciales votantes.
Este escenario inquietante ya es en parte realidad. Los social bots se utilizaron, por ejemplo, en la campaña electoral de los Estados Unidos. El proyecto de investigación Political Bots de la Universidad de Oxford demostró que, después del primer debate televisivo, un tercio de de todos los tweets a favor de Trump y un quinto de los tweets a favor de Clinton provinieron de semejantes máquinas de opinión computarizadas. También en el marco del debate sobre el Brexit en Gran Bretaña y en el contexto del conflicto de Ucrania se usaron bots, según pudo mostrar, entre otros, Simon Hegelich, catedrático de Ciencia de Datos Digitales de la Universidad Técnica de Múnich.
Los políticos están preocupados
Desde un punto de vista puramente técnico, las capacidades de los bots incluyen desde el envío de noticias ya escritas hasta la redacción de textos y la interacción con usuarios “auténticos”. La mayoría de las veces se los usa para un objetivo determinado, por ejemplo para prensa, publicidad o, de modo creciente, para propaganda política. ¿Pero qué poder tienen realmente los bots? Es difícil de estimar. Simon Hegelich opina que el riesgo principal es la influencia de los programas en la generación de tendencias dentro de las redes sociales. Los bots, que generalmente están coordinados en una red, pueden distribuir tal cantidad de noticias que son capaces de imponer deliberadamente ciertos temas. El llamado “efecto bot” es, en teoría, muy grande. En teoría… pues empíricamente –admite Hegelich en una tesis elaborada para la Fundación Konrad Adenauer y publicada en septiembre de 2016–, esos efectos son muy difíciles de comprobar.
El mundo político y mediático de Alemania se toma muy en serio la eventual influencia de los
bots sociales. El 24 de septiembre de 2017 se elegirá en Alemania un nuevo parlamento. Vista la campaña electoral del partido populista de derecha Alternativa Para Alemania (AfD), marcada por la provocación y la simplificación, muchos políticos temen que los bots sociales puedan otorgar fuerzas adicionales a esa estrategia. Según un documento de la Secretaría de Asesoría Tecnológica (TAB) del Parlamento Alemán publicado en enero de 2017, los bots tendrían de modo general la capacidad de influir en el desenlace de los procesos de decisiones políticas y, en casos extremos, de socavar la confianza en la democracia.
Bots en la campaña electoral
En Alemania no está prohibido el uso de bots. Lo que se está debatiendo ahora únicamente es la obligación de declarar su utilización. Como sea, todos los partidos políticos, incluida la AfD, se pronunciaron por motivos éticos en contra de usar esos programas en la campaña electoral. También el ministro del interior Thomas de Maizière se manifestó sobre el tema: “Me esforzaré para que todos los partidos alemanes que competirán en la próximas elecciones declaren públicamente que no participarán en tales acciones”, dijo en una conferencia de prensa sobre seguridad informática en noviembre de 2016.
Los
bots sociales podrían, sin embargo, tener un papel relevante en la campaña electoral alemana. Según publicó el
Frankfurter Allgemeine Zeitung en febrero de 2017, las redes de bots ya están difundiendo en Twitter o Facebook contenidos populistas de derecha. Si bien esto no significa que el AfD como partido sea el administrador de esas redes, es verdad que saca provecho. Para evaluar cómo juzgan el fenómeno los expertos, el Parlamento Alemán organizó en enero de 2017 a un coloquio técnico. Resulta interesante que la mayoría de los especialistas sostuvo que no había motivos para alarmarse. Linus Neumman, miembro de la unión de hackers Chaos Computer Club, manifestó incluso que no comprendía la enorme atención política y mediática que se les da a los bots: según informa el portal Netzpolitik.org, Neumann dijo que el problema no son los bots, sino la pérdida de confianza de los ciudadanos en la política y los medios. Aunque los bots acentúan las tendencias xenófobas, dado el escaso número de usuarios de Twitter en Alemania el fenómeno es irrelevante. No hay que temer una manipulación de las elecciones.
Optimización de acuerdo al número de clics
Otro aspecto que cumple un rol importante en el debate sobre los social bots son los mecanismos que subyacen a las grandes plataformas. Cada vez son más las personas que usan Facebook como fuente de noticias. Allí la seriedad periodística de los contenidos difundidos cumple hasta ahora un papel subordinado. El criterio principal de relevancia es el número de clics. Facebook ha admitido recientemente que tal situación puede favorecer tendencias manipuladoras y ha anunciado que cooperará con las empresas de medios alemanas. Éstas, por ejemplo, pueden apoyar a Facebook en el rastreo de noticias evidentemente falsificadas, las llamadas
fake news… que suelen difundirse a través de
social bots.