Bienes culturales
La restitución de artefactos coloniales sólo avanza de a poco
¿De quién es el arte? Los derechos de propiedad sobre los bienes culturales del tiempo colonial a menudo resultan discutibles. Con frecuencia, las negociaciones acerca de una posible restitución son ásperas y tediosas. Alemania está dando los primeros pasos.
La columna tiene 3,50 metros de altura y más de quinientos treinta años de antigüedad. Está coronada por una cruz de piedra caliza: con ella los portugueses establecieron sus derechos de propiedad sobre el sudafricano cabo Cross. El escudo portugués advierte sobre el año de colocación: 1485. Y allí estuvo hasta 1893, cuando los colonos alemanes se llevaron a Berlín ese bien cultural histórico. Ahora es inminente el viaje de regreso: Alemania devolverá a Namibia la columna del cabo Cross. “Es una decisión progresista e importante”, manifestó la ministra de cultura Monika Grütters.
Hasta ahora, la devolución de bienes culturales por parte de Alemania ha sido la excepción. De ahí que también resultara sorprendente la decisión del estado de Baden-Württemberg, de devolver a Namibia la Biblia y el látigo del héroe nacional Hendrik Witbooi. Por lo demás, la restitución se limita sobre todo a restos humanos, por ejemplo, cráneos de los primeros habitantes de Australia o elementos fúnebres de países africanos. Sin embargo, la coalición gobernante de socialdemócratas y conservadores incorporó en su programa de gobierno la revisión histórica de la época colonial. El recuerdo de los crímenes de esos tiempos debe ser parte de la cultura nacional de la memoria, se afirma allí.
El héroe nacional de Namibia Hendrik Witbooi probablemente nunca soñó que su látigo y su Biblia serían objeto de controversias internacionales.
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Escaso debate sobre el pasado colonial
Hasta el día de hoy no ha tenido lugar en Alemania un abordaje profundo de la era imperial entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Sólo hace algunos años aumentó la conciencia respecto a los crímenes de esa época, entre ellos la masacre cometida por tropas colonialistas alemanas contra las tribus de los nama y los herero. El gobierno federal busca una reconciliación con la antigua colonia, y la restitución de bienes culturales robados forma parte de ese proceso.
Miles de artefactos provenientes de todo el mundo se encuentran en posesión de museos alemanes. Se desconoce su número exacto, y tampoco se sabe si han sido adquiridos de modo legal. Entre ellos hay piezas espectaculares, como el busto de la faraona egipcia Nefertiti, cuya devolución Egipto exigió en vano. También el esqueleto de trece metros de largo de un dinosaurio que está en el Museo de Ciencias Naturales de Berlín. Científicos alemanes encontraron los huesos en Tanzania y se lo llevaron.
En primer lugar, investigar la procedencia
Es natural que los custodios de los tesoros no quieran separarse de esos hallazgos tan significativos. Pero al menos, en 2019 el gobierno federal y los estados acordaron criterios para el tratamiento del tema. “Nuestra intención es crear condiciones para la devolución de restos humanos y de bienes culturales cuya apropiación, sea desde el punto de vista legal o ético, hoy no sería justificable”, se dice en la declaración. En la práctica, Grütters comenzó fortaleciendo la investigación de la procedencia, es decir el esclarecimiento del origen y las circunstancias en que se adquirieron los bienes culturales.
Esta decisión despertó, sin embargo, abundantes críticas. El historiador hamburgués Jürgen Zimmerer considera que concentrarse en la investigación de la procedencia es una estrategia de postergar indefinidamente las decisiones políticas que deben tomarse. El científico teme que esto promueva la “amnesia colonial” en lugar de estimular la discusión que urge. “El tratamiento de la herencia colonial de Europa es uno los grandes, si no el más grande de los debates sobre la identidad que se están dando en nuestra época”, escribe Zimmerer. Y tiene preparada una contrapropuesta: la carga de la prueba debe invertirse, es decir que las colecciones coloniales de los museos deben demostrar la legal adquisición de sus piezas. Todo lo demás debe considerarse robado.
¿El modelo es Francia?
El gobierno alemán también ha recibido presión de parte del presidente francés Emmanuel Macron, que se mostró dispuesto a acordar con los estados africanos la devolución de los bienes coloniales que están en Francia. La decisión del presidente fue animada, entre otros, por el trabajo de la historiadora de arte francesa Bénédicte Savoy, que trabaja en la Universidad Técnica de Berlín, y del economista Felwine Sarr. En un informe que hicieron por encargo, le recomendaron a Macron la restitución permanente del arte robado.
También a Berlín han llegado los ecos de las demandas de Savoy. En el centro de las críticas está sobre todo el Humboldt Forum. Este museo reunirá las colecciones asiáticas y no europeas de la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano integradas por decenas de miles de piezas de origen cuestionable. Por otra parte, tendrá su sede en el reconstruido palacio imperial. En 2017, Savoy abandonó el consejo asesor del Forum como protesta, entre otros, por la falta de transparencia y el descuido de investigación de la procedencia.
El Humboldt planea trabajar en el futuro conjuntamente con el Goethe-Institut. Con su red mundial de socios de la cultura y la sociedad civil, el Goethe-Institut podría brindar un aporte significativo a los objetivos del Humboldt Forum, dijo Johannes Ebert, secretario general del Goethe-Institut, con ocasión de los festejos conjuntos al cumplirse el 250 aniversario del nacimiento de Alexander von Humboldt en Berlín. (Nota de la redacción)