La radicalización del idioma
“Las proclamas populistas se quedan más en la memoria”

Partidarios del movimiento de derecha nacionalista MVgida (Mecklemburgo-Prepomerania contra la Islamización de Occidente) manifestándose en 2015 en Schwerin
Partidarios del movimiento de derecha nacionalista MVgida (Mecklemburgo-Prepomerania contra la Islamización de Occidente) manifestándose en 2015 en Schwerin | Foto (detalle): © picture alliance/dpa/Jens Büttner

En su primera novela, el escritor Lukas Rietzschel describe la falta de perspectivas y la radicalización de dos hermanos mientras crecen en la Alemania oriental. En esta entrevista habla sobre populismo y el embrutecimiento del idioma.

De Martina Vetter

Lukas Rietzschel nació en 1994 en Räckelwitz, Sajonia Oriental, y vive en Görlitz. En 2018 apareció su debut novelístico, “Mit der Faust in die Welt schlagen” (“Puñetazos al mundo”). La crítica lo sitúa entre las figuras literarias jóvenes más relevantes de la Alemania oriental.
Lukas Rietzschel nació en 1994 en Räckelwitz, Sajonia Oriental, y vive en Görlitz. En 2018 apareció su debut novelístico, “Mit der Faust in die Welt schlagen” (“Puñetazos al mundo”). La crítica lo sitúa entre las figuras literarias jóvenes más relevantes de la Alemania oriental. | Foto (detalle): © picture alliance/dpa/dpa-Zentralbild/Matthias Rietschel
Señor Rietzschel, en su novela “Puñetazos al mundo” narra usted la historia de dos hermanos que se radicalizan. Es un proceso que se refleja también en el idioma. ¿Qué responsabilidad se atribuye a sí mismo como escritor cuando emplea términos como “Pollackenkacke” (“caca polaca”) o “Volksverräter” (“traidor al pueblo”)? ¿No está usted así fomentando la propagación de un idioma difamatorio y populista?

Desde mi punto de vista, hay que considerarlo con muchas matizaciones: como escritor, reflejo el idioma y lo enmarco en un contexto. En mis novelas utilizo determinadas expresiones para mostrar sus efectos en el comportamiento de las personas, y también para mostrar el peligro que hay ahí. La clase política, por el contrario, utiliza determinados términos de manera totalmente intencionada para dar pábulo a un tipo de discurso. Puede ser también que, como escritor, al elegir mi terminología, esté ampliando el campo de lo decible y lo aceptable. No obstante, creo que la clase política tiene una responsabilidad completamente distinta y debería servir de modelo en su manejo del idioma.

¿Está la clase política a la altura de esa función de modelo?

Cuando los políticos y políticas pronuncian discursos populistas, están instrumentalizando el idioma para sus propios fines. No son siempre, de hecho, palabras que acaben de venírseles a la cabeza en ese momento; no hace falta señalar que alguien como Markus Söder ha consultado con sus asesores/as el efecto de términos como “Asyltourismus” (“turismo de asilo político”). En lo que al respecto quizá se piensa demasiado poco es en la permanencia de tales palabras y en la rapidez con que la sociedad va a adoptarlas. Precisamente porque la gente va a dar por hecho que no tienen nada de reprobable puesto que se emplean en la política. Por eso considero muy importante trazar límites con toda claridad también en el idioma.

¿Qué puede hacer usted como escritor contra el embrutecimiento del idioma?

Creo que, más que mis novelas, lo importante es lo que yo diga ante la opinión pública. El libro tiene que verse como una obra de arte, plenamente libre en cuanto a su lenguaje. Lo importante es que nunca nos quedemos sin oír réplicas cada vez que se lancen en público proclamas extremistas.

Neonazis manifestándose el 1 de mayo de 2016 en Plauen, Sajonia.
Neonazis manifestándose el 1 de mayo de 2016 en Plauen, Sajonia. | Foto (detalle): © picture alliance/ZUMAPRESS.com/Michael Trammer
¿Qué influencia ejercen las redes sociales a la hora de difundir proclamas populistas? ¿Se está forzando en ellas el embrutecimiento, quizá también porque el correctivo falta?

Internet nos agita delante de los ojos una cierta clase de autenticidad. Piense en las valoraciones de clientes, las cuales son de una importancia enorme para los distribuidores que buscan vender sus productos. Los usuarios y usuarias damos por hecho que esa valoración la ha escrito alguien y que también ha comprado el producto. Y eso influye en nuestra decisión de compra. Ese es exactamente el método que usan las fábricas de troles en Rusia. Nos hacen creer que quienes han valorado un producto o a quienes les disgusta determinada persona de la política son usuarios/as de verdad. Esa influencia es, por supuesto, un peligro en el plano político, porque a través de la red es muy fácil entrar en grupos radicales de las tendencias más diversas. Los polos opuestos son algo que no existe en foros así. Ese incitarse conjuntamente, anónimo, en masa, es un fenómeno totalmente nuevo que no conocíamos en nuestra democracia, y me parece preocupante.

¿Qué ocurre para que haya personas atraídas por grupos radicales?

Antes que nada, cuando todos los puntos sociales de referencia se están erosionando, estos grupos ofrecen apoyo en tiempos difusos que nos desbordan y en los que parece haber desaparecido cualquier orden.

Un fenómeno similar es el que describe usted en su novela.

Sí. El mundo externo de los protagonistas se está cayendo a trozos. Los amigos se marchan a vivir a otra parte o se hacen drogadictos, los padres se separan y ya no está allí tampoco el hermano mayor para dirigirse a él. Este verse arrojado de vuelta a sí mismo y la sensación de que todo se tambalea hacen a la gente propensa a entrar en grupos radicales. Si a ello se añaden además sucesos como la crisis financiera o la denominada crisis de los refugiados, situaciones en las que todo se viene abajo, todo el mundo deja de atenerse a reglas y el Estado parece desbordado, la tendencia a la radicalización se ve reforzada.

La radicalización ¿lleva también  a un embrutecimiento del idioma?

Creo que ese modo de percibirlo tiene mucho que ver con los medios de comunicación: aun cuando gran parte de lo que se dice o se escribe no es populista, nos percatamos ante todo de afirmaciones populistas.
Cuando el partido AfD ganó votos, se debatió mucho sobre el embrutecimiento del idioma. Björn Höcke, en la imagen en un acto de la campaña electoral en Königs Wusterhausen, Turingia, acuñó términos como “patriotas sociales”, “degeneración” o “partidos del cártel”.
Cuando el partido AfD ganó votos, se debatió mucho sobre el embrutecimiento del idioma. Björn Höcke, en la imagen en un acto de la campaña electoral en Königs Wusterhausen, Turingia, acuñó términos como “patriotas sociales”, “degeneración” o “partidos del cártel”. | Foto (detalle): © picture alliance/ZUMAPRESS.com/Sachelle Babbar
¿Está evolucionando nuestra sociedad en una dirección que muestra tendencias al embrutecimiento no solo en el idioma?

Tan pesimista no soy al respecto. Precisamente durante la pandemia se ha mostrado lo considerada y solidaria que puede ser nuestra sociedad. La mayoría de la gente quería protegerse de infectarse a sí misma y a los demás. También en 2015, cuando Alemania acogió muchos refugiados, junto a quienes hicieron manifestaciones en contra e, incluso, quizá incendiaron centros para solicitantes de asilo hubo al mismo tiempo una gran oleada de gente dispuesta a ayudar y también a acoger refugiados. Creo, es más, que, en el resultado final, somos mucho más compasivos y solidarios y actuamos de manera más comunitaria de lo que a veces se quiere afirmar. Y tengo la impresión de que nuestra sociedad civil está mucho más adelante de donde se encuentra nuestra clase política.

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