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Septuagésima Berlinale 2020
Un festival de cine celebra su aniversario

Anhelos, películas que provocaron escándalos y una estrella con una bolsa de papel en la cabeza: imposible que la historia de un festival sea más hermosa.
 

De Ula Brunner

Berlín-Steglitz, Palacio de Titania, 6 de junio de 1951. Un inicio especialmente solemne: la Orquesta Filarmónica de Berlín toca; el alcalde de la ciudad, Ernst Reuter, pronuncia un discurso. A continuación, la primera edición del Festival de Cine de Berlín presenta su primerísima película: Rebecca, de Alfred Hitchcock. Si bien el taquillero filme se estrenó ya en 1940, esa noche se celebra su debut en Alemania. La ciudad se regocija: la protagonista, Joan Fontaine, es recibida con un desfile de flores, miles de personas orlan las calles.

Por fin, otra vez esplendor y glamour en la metrópolis, que todavía ostenta las marcas de la destrucción provocada por la guerra. Desde el inicio, la “Berlinale” debe emitir una señal política en la ciudad dividida en sectores, ser un “escaparate del mundo libre”. De la parte oriental de Berlín llueven críticas porque las películas de países socialistas han quedado excluidas del programa oficial (y lo seguirán estando hasta 1974), pero el festival se convierte en un gran éxito. El año siguiente las funciones de las películas se desplazan hacia el céntrico barrio de Charlottenburg.

Jefes: ¿Quién duró más tiempo en el cargo? ¿Quién estuvo sólo poco tiempo?

La actriz Magda Kamel en la Kurfürstendamm durante el Festival de Cine de Berlín de 1951. La actriz Magda Kamel en la Kurfürstendamm durante el Festival de Cine de Berlín de 1951. | Foto (detalle): picture alliance/ullstein bild

En su historia que abarca siete décadas, la Berlinale ha tenido cinco cambios de director. Antes de la actual dirección doble ejercida por Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek, Dieter Kosslick llevó la batuta por 18 años. Es él quien consolida la reputación de la Berlinale como un festival para el público y quien arraiga al cine alemán en la competición. Durante 22 años, de 1979 hasta 2001, es Moritz de Hadeln quien dirige el destino del festival. Durante su mandato se lleva a cabo la mudanza hacia el Potsdamer Platz, en el año 2000.

El que durante más tiempo llevó las riendas fue Alfred Bauer. Durante un cuarto de siglo, desde 1951 hasta 1976, el jurista e historiador del cine guía a la joven Berlinale a través de la Guerra Fría y los tiempos que le siguieron. No obstante, recientemente se dio a conocer que al parecer Bauer ostentó un alto cargo en la burocracia cinematográfica nacionalsocialista durante el Tercer Reich. Fue el periódico semanal Die Zeit el que investigó y descubrió este hecho. Por eso, el premio que lleva su nombre no será entregado en 2020. Cuando Bauer se jubiló, le legó un festival bien establecido a su sucesor, Wolf Donner. Éste, a su vez, causó gran revuelo durante sus breves ­­– pero muy movidos– años al frente del festival de cine: gracias a él la Berlinale tiene también una sección de cine infantil y juvenil (hoy llamada Generation), y es él quien decidió que la Berlinale tuviera lugar durante el invierno.

Gorra de lana: por qué la Berlinale se celebra en invierno

Hoy en día, las bufandas y chaquetas abrigadoras forman parte del outfit imprescindible para asistir a la Berlinale. Pero esto no siempre fue así. En realidad, hasta 1978 fue posible disfrutar del festival a las templadas temperaturas del verano, incluso en funciones al aire libre en el Teatro del Bosque. Entonces, ¿por qué Wolf Donner pasa la Berlinale al poco confortable invierno?

Su argumento principal es la feria del cine, el corazón comercial de la economía fílmica. En invierno no pasa gran cosa en la ciudad. Si la Berlinale se llevara a cabo durante esa estación, reflexionó Donners, se podría atraer a Berlín a productores, compradores de películas y distribuidores. El cálculo demuestra haber sido correcto: la feria del cine se expande y su sucesor, el European Film Market (EFM), se cuenta hoy entre los encuentros más importantes de la industria fílmica.

La película más larga que participó en el certamen… y la Berlinale más breve

Lav Diaz en la Berlinale 2016. Lav Diaz en la Berlinale 2016. | Foto (detalle): dpa/David Heerde/Geisler-Fotopress

482 minutos, ocho horas, fue la duración de A Lullaby To The Sorrowful Mystery, de Lav Diaz. Hele Sa Hiwagang Hapis, como reza el título original filipino, ganó en 2016 el Premio Alfred Bauer de la Berlinale. Esta epopeya en blanco y negro sobre la revolución filipina es hasta ahora la película más larga que haya competido en la Berlinale.

Por el contrario, el certamen más breve del festival ocurrió en 1970. La película O.K., de Michael Verhoeven, narra la violación y el asesinato de una niña vietnamita a manos de soldados estadounidenses. Un tema delicado, que provoca acaloradas controversias. El jurado, presidido por el director estadounidense George Stevens, dimite. Alfred Bauer detiene el certamen, los trofeos de los Osos se quedan en el armario: es la primera y única vez que esto ha sucedido en la historia del festival.

Escándals: estas películas provocan disputas

El imperio de los sentidos El imperio de los sentidos | Foto (deatlle): dpa/United Archives/Impress

Por supuesto, O.K. no es el único escándalo del festival: como protesta contra la película sobre Vietnam de Michael Cimino, The Deer Hunter, los países socialistas retiran sus películas y a sus delegados en 1979. En 1986 las funciones de Stammheim, de Reinhard Hauff, se realizan bajo protección policiaca. Cuando esta película sobre los juicios contra los dirigentes de la Fracción del Ejército Rojo gana el premio principal, Gina Lollobrigida, presidenta del jurado, infringe la confidencialidad y se distancia públicamente: “I was against this film.”

También el tema de la sexualidad provoca vehementes discusiones. Hasta hoy la historia de una obsesión sexual se sigue considerando como el mayor escándalo fílmico sucedido en la Berlinale: El imperio de los sentidos (Ai no korîda), de Nagisa Oshima. Durante el estreno en 1976, la Fiscalía confisca el drama japonés, por sospecha de pornografía.

Décadas después, el manejo abierto de la sexualidad y la intimidad sigue levantando ámpulas: mucho se debatió en 2001 sobre las escenas de sexo explícito en la película Intimacy, de Patrice Chéreau. En 2018, el semidocumental Touch me Not, de Adina Pintilie perturba al público y a la crítica. Ambas películas son reconocidas por el jurado con el Oso de Oro.

La alfombra roja: Los momentos más espectaculares

George Clooney en la alfombra roja en el acto inaugural de 2016 George Clooney en la alfombra roja en el acto inaugural de 2016 | Foto (detalle): dpa/Eventpress Schulz

No hay Berlinale sin estrellas ni fans entusiastas: si en 1951 el público no se sacia de ver a Joan Fontaine, el 1996 Julia Roberts provoca tumultos donde quiera que se presenta. En el año 2000 Leonardo DiCaprio apenas se atreve a salir a la calle, porque un periódico berlinés ofrece dinero a quien le dé un beso. En 2008, media ciudad está fuera de sí por la presencia de la estrella de Bollywood Shah Rukh Khan, y George Clooney desata una ola de histeria en la prensa del corazón incluso antes de que diera inicio el festival y que habría de durar varias semanas. No obstante, al final el show se lo robó su colega Shia LaBeouf, quien se pavoneó con una bolsa de papel en la cabeza por la alfombra roja, en la que se leía: “I am not famous anymore.”

Y a propósito de la alfombra roja: durante el festival, los aproximadamente 1500 m2 de tela se cambian una o dos veces. En 2019, la Berlinale le apostó a la sostenibilidad: el tapete más esplendoroso de Berlín estaba hecho de redes de pescar recicladas.

El festival para el público, el jurado y las realizadoras

Entre tanto, la Berlinale se considera el festival de cine para el público más grande del mundo. No hay festival que venda más boletos. En 2019 las estadísticas registraron 400 películas de 135 países en el programa público, 487.504 asistentes y 331.637 boletos vendidos: casi el doble que en 2002. Lo que pocos saben: de 1952 a 1955 también el público decidía a quién concederles los Osos.

Ya en 1956 la Berlinale adquiere el estatus de un festival de clase A, por lo que tiene derecho a un jurado internacional de expertos. Aunque sigue siendo la excepción que éste le conceda un Oso de Oro a las realizadoras, también porque la mayoría de las películas que compiten son dirigidas por hombres. Sólo seis veces el trofeo principal ha ido a manos femeninas, la última vez fue en 2018, cuando la rumana Adina Pintilie se hizo acreedora al Oso de Oro por Touch me Not. En ese sentido, todavía hay mucho margen para el cambio.

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