Berlinale | Ceremonia de premiación
Una celebración del cine narrativo clásico

La edición del aniversario de la Berlinale estuvo bajo circunstancias difíciles, pero la directora artística Tricia Tuttle cumplió su tarea de manera excelente.
De Philipp Bühler
Al inicio de esta 75. Berlinale, toda la atención estaba sobre Tricia Tuttle, la nueva directora artística. Al final, podría ser que las decisiones mayormente sorprendentes del jurado internacional sean las que den los impulsos más importantes para la reorientación deseada del festival. O tal vez, ¿es algo que no puede pensarse uno sin el otro?
Premio inesperado
Lo menos esperado fue, sin duda, el Oso de Oro para Drømmer (Dreams), el premio principal al mejor filme que fue para Noruega. El presidente del jurado, Todd Haynes, lo llamó una precisa “meditación sobre el amor”, una obra sobre una estudiante que se enamora de su profesora y escribe sobre ello. Algunos podrían decir que es un retroceso hacia lo privado en uno de los festivales más políticos, pero también una declaración a favor de un buen cine de autor, en este caso casi exclusivamente protagonizado por mujeres. Tal vez el premio al mejor guion para esta película tan cargada de diálogos hubiera sido más adecuado. Sin embargo, ese fue para el rumano Radu Jude, por su estudio moral satírico Kontinental ‘75.
Eszter Tompa en „Kontinental '25“, dirigida por Radu Jude. | Foto (detalle): © Raluca Munteanu
La película inaugural de Tom Tykwer: ¿Estancamiento en el caos?
Tanto equilibrio hizo olvidar el comienzo accidentado. La película inaugural de Tom Tykwer, Das Licht, parecía una especie de introspección del festival mismo: una burguesía educada superficialmente politizada en busca de sentido, Berlín bajo la lluvia constante, un estancamiento entrópico en el caos. Todo es posible, incluso un musical, pero nada funciona. Al menos Tykwer hizo funcional el principal escenario de Potsdamer Platz para el cine, algo que en la realidad probablemente nunca se logre: la ruina de las inversiones ni siquiera es bonita bajo la inesperada nieve. Hay cosas en las que ni Tricia Tuttle puede hacer nada.Los primeros filmes de la competencia confirmaron esta impresión. La dificultad de combinar relevancia política con imágenes poderosas y personajes creíbles se vio ejemplificada en el experimento psico-sexual del mexicano Michel Franco, en su película Dreams, con la estrella de Hollywood Jessica Chastain. El tema —la desigualdad de poder basada en las dependencias económicas entre Estados Unidos y su vecino México— es más relevante que nunca.
A continuación, los filmes de la competencia fueron más sólidos. El director estadounidense, Richard Linklater, no es nuevo en la Berlinale desde Boyhood (Oso de Plata 2014). Blue Moon, su homenaje al libretista de musicales Lorenz Hart, fallecido en 1943, es una oda al desesperado amor por el arte en un negocio cínico. El cine alemán tuvo su momento de luz y un nuevo talento, con Was Marielle weiß de Frédéric Hambalek.

Rose Byrne en „If I Had Legs I’d Kick You“, dirigida por Mary Bronstein. | Foto (detalle):© Logan White / © A24
Un nuevo énfasis con el cine de género
La directora Tricia Tuttle hizo un verdadero giro con inesperadas incursiones en el cine de género: el sangriento homenaje al cine Eurospy de los años 60, Reflet dans un diamant mort (Reflection in a Dead Diamond) de Hélène Cattet y Bruno Forzani; el terror feminista sobre la maternidad, If I Had Legs I’d Kick You de Mary Bronstein y el cuento de terror inspirado en La Reina de las Nieves de Hans Christian Andersen, La Tour de Glace (The Ice Tower) de Lucile Hadžihalilović; sólo este último podría haber sido concebido bajo la dirección anterior de Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian.Competencia de glamour con Cannes y Venecia
En uno de los años más difíciles de su historia, la Berlinale 2025 fue una celebración del cine narrativo clásico. Se opuso a una visión activista del cine, ofreciendo un entendimiento más profundo de los deseos humanos por la paz y la libertad. Tricia Tuttle no solo logró llevar el festival hacia aguas más tranquilas. Su competencia, aunque no grandiosa, fue atractiva y destacó por nuevas formas y espacio para soñar. El Oso de Oro para Drømmer lo demuestra, al igual que el Oso de Plata para la destacada obra artística La Tour de Glace, con su oscura magia de nieve. Las mujeres, delante y detrás de la cámara, estuvieron más presentes que nunca.

Escena de „Drømmer" (Dreams), con Ane Dahl Torp, Ella Øverbye, Anne Marit Jacobsen. Dirigida por Dag Johan Haugerud. | Foto (detalle): © Motlys