Se supone que la literatura infantil y juvenil debe abrir un mundo de posibilidades y transmitir ideales, normas y valores de acuerdo con el espíritu de la época. Pero, ¿cuándo sobrepasa el límite? A lo largo de la historia, siempre hubo libros que se reinterpretaron una y otra vez al servicio de una ideología o que directamente tuvieron la intención de orientar a sus jóvenes lectores y lectoras en determinada dirección política.