LUGARES HISTÓRICOS EN SAN FRANCISCO
PAISAJES QUEER QUE SE HAN PERDIDO
De Jim van Buskirk
Las características demográficas y sociales del entorno urbano de San Francisco han cambiado al correr de los años, sobre todo en estas épocas de vertiginosa gentrificación. La economía, el género y la identidad étnica, así como la densidad y la funcionalidad, se transforman de manera constante. El barrio de Castro constituye un ejemplo de estos cambios. Muchas personas quieren que Castro “siga siendo queer”, evidentemente sin saber que inmigrantes suecos, noruegos y finlandeses llamaban al barrio en el siglo XX “Little Skandinavia” (Pequeña Escandinavia), o que la clase obrera irlandesa católica lo denominaba como “Holy Redeemer” (Santo Redentor). También se conocía al vecindario como “Eureka Valley” (Valle Eureka), antes de que se volviera famoso por el nombre que ostenta ahora la marquesina de su icónico cine.
UN IMPORTANTE PUNTO DE ENCUENTRO DE GAYS Y LESBIANAS
En toda la ciudad se han desarrollado espacios queers, entre otros, en Waterfront, South of Market, Haight y Polk Street. Buena Vista Park, Top of the Mark (Hopkins Hotel) así como Ringgold y Dore Alleys eran lugares de cruising para hombres. Sólo pocos residentes recuerdan que el paso de Valencia Street era un animado distrito dedicado a las mujeres. O que los bares y restaurantes de North Beach se consideraban importantes puntos de encuentro para gays y lesbianas, y como el barril de pólvora del movimiento por los derechos queers.Club Nocturno Finnochio’s, 506 Broadway, 1964
Otros importantes ejemplos del entorno queer del siglo pasado son:
- The Dash, el primer bar gay en San Francisco, abrió sus puertas en 1908 en la esquina de Pacific y Kearny.
- Finocchio’s, se inauguró en 1929 con el nombre de Speakeasy, después se mudó a un local más grande (506 Broadway), era famoso por sus imitadores de mujeres.
- Los primeros baños gays de San Francisco, Jack’s Turkish Bath y el Third Street Bath, se abrieron en la década de 1930.
- The Black Cat, lugar de encuentro para bohemios, que se dio a conocer para bien y para mal gracias a José Sarria, se inauguró en 1933 en 710 Montgomery Street y cerró en 1964.
- Mona’s, el primer bar abiertamente lésbico de San Francisco, abrió en 1936 en la esquina de Broadway y Columbus Avenue.
- La poeta lesbiana Elsa Gidlow compró en 1954 Druid Heights, un refugio rústico cerca de Mill Valley, y lo convirtió en un hogar intelectual para poetas y pensadores.
- La más grande razia moralista de San Franciscos se llevó a cabo el 14 de septiembre de 1961. La policía arrestó a 81 hombres y 14 mujeres en Tay-Bush Inn, un club nocturno en la esquina de Tayler y Bush.
- Cuando en 1962 se inauguró el Tool Box, en la esquina de Fourth Street y Harrison, éste fue el primer Fetisch-Bar en el barrio South of Market.
- El primero de enero de 1965 la policía vejó a los asistentes a una fiesta de disfraces de Año Nuevo celebrada en el California Hall (625 Polk Street). Este ataque se convirtió en uno de los puntos de inflexión más importante en el movimiento por los derechos gays en San Francisco.
- Gene Compton’s Cafeteria, en la esquina de Turk Street y Taylor Street, a la que asistían sobre todo jóvenes de la calle –casi siempre gays y prostitutos–, se convirtió en lugar de disturbios en agosto de 1966 Hal Call, un activista de la Mattachine Society, fundó en marzo de 1967 la Adonis Bookstore, la primera librería gay en Estados Unidos, en Ellis Street, en el barrio de Tenderloin.
A veces una placa en las calles respectivas recuerda los importantes hechos históricos ahí sucedidos, como en el caso del negocio de fotografía de Harvey Milk y Scott Castro, que funcionaba como centro comunitario ad hoc y a partir del cual Milk ejecutaba sus campañas de supervisión. Sin embargo, es más frecuente que no se marque la importancia cultural de esos sitios. El poeta Robert Duncan y su compañero de toda la vida, el artista Jess, vivieron muchos años en 3267 Twentieth Street, y no existe ningún señalamiento que remita a las sinergias culturales únicas surgidas en ese lugar.
Y mientras que recorremos las calles de la ciudad, los espíritus de nuestros ancestros nos exhortan a conservar nuestro pasado y a recordar a las muchas personas e instituciones importantes que nos precedieron.