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Amazonia en el cine
Estereotipos y realidades

Melicoccus bijugatus, Mamoncillo
Melicoccus bijugatus, Mamoncillo | © Erika Torres, 2019

Antes vista sólo como espacio mítico y exótico por cineastas foráneos, la Amazonia pasó a ser representada en las pantallas también como un lugar de identidades indígenas plurales y una región culturalmente diversa, sobre todo en producciones de realizadores locales.

De Camila Gonzatto

Explorada por viajeros de diversas épocas como los alemanes Alexander von Humboldt (1769-1859) y Carl Friedrich Philipp von Martius (1794-1868) o el portugués Alexandre Rodrigues Ferreira (1756-1815), la Amazonia habita desde hace tiempo no sólo el imaginario de los países llamados occidentales. De acuerdo con la profesora Selda Vale da Costa, coordinadora del Centro de Antropología Visual de la Universidad del Amazonas, el concepto de “Amazonia” (también escrita y pronunciada en español “Amazonía”) comenzó a ser construido por el imaginario europeo en el siglo XVI. “Había una invención intencional, esto es, que buscaba tener en cuenta los intereses económicos y políticos de la metrópolis. Y, por otro lado, también un imaginario que reflejaba el nivel de conocimiento sobre la región a partir de otras partes del mundo, como África y Asia”, dice la especialista.
 
Algo semejante ocurre cuando se habla de la representación de la Amazonia en el cine. “Hasta los años setenta y ochenta, la Amazonia fue vista, fuera cual fuera el origen de los cineastas, como espacio de lo exótico, lo mítico, lo desconocido, pero también como territorio del primitivismo, de las monstruosidades. Películas sobre pueblos caníbales, cazadores de cabezas, hormigas gigantescas, anacondas asesinas era las representación más frecuente sobre esa parte del planeta, que llegó a ser celebrada como último territorio del mito”, reflexiona Costa

Gustavo Soranz, documentalista y productor de cine y televisión, destaca la película The Lost World (1925), de Harry O. Hoyt, una adaptación del libro homónimo de Arthur Conan Doyle (1912), como un caso emblemático: “La película reúne elementos recurrentes en este tipo de cine de ficción: la región es un destino exótico o peligroso y hay un equipo de científicos o exploradores en una empresa que se configura como una aventura envuelta en misterio y peligro y en la cual encontrarán un naturaleza hostil y una población primitiva y salvaje. Ese tipo de trama es básicamente igual al de la película Anaconda, dirigido por Luis Llosa y lanzado en 1997”, ejemplifica Soranz.

Doblemente colonizados

“Y como si no tuviese historia y existiese fuera de la historia, la Amazonia continúa siendo un lugar mítico, donde podemos encontrar los tópicos asociados al imaginario colonizador. La Amazonia como el Otro de Occidente”, dice Soranz. Según Costa, esa perspectiva está presente no sólo en el cine de otros países sino también en el del propio Brasil: “El país no conoce la Amazonia, o peor, piensa que la conoce y produce imágenes distorsionadas, que muchas veces obedecen a los intereses del status quo. Además de la ignorancia sobre la historia y la vida de los pueblos, los realizadores locales sufren cierto colonialismo de las imágenes del cine y la televisión extranjeros, que luego reproducen en las realizaciones documentales y de ficción. Así, somos doblemente colonizados, visual y políticamente”.

Cambio de perspectiva

En función de una mayor atención a cuestiones ambientales, a partir de los años ochenta se realizaron películas que abordan la región pero que todavía mantienen, según Soranz, la representación de una Amazonia idílica. Tampoco Costa ve un cambio en ese escenario en función de la consciencia ecológica, pero sí a partir de los movimientos sociales y culturales que tuvieron lugar durante la democratización del Brasil y la reactivación del cine brasileño. “En el estado de Acre, por ejemplo, no fue sólo la conciencia ecológica lo que despertó a los cineastas sino también la lucha de los caucheros como Chico Mendes”, ejemplifica la profesora.
 
Para ella, fue a partir de documentales como los del británico Adrian Cowell (Década da Destruição), o del brasileño Jorge Bodanski (Iracema – uma transa Amazônica, Projeto Jari), y de películas realizadas por otros cineastas de la región, que se produjo el intento de captar “las realidades” amazónicas: “realidades, en plural, de los pueblos indígenas, caboclos ribereños, caucheros, buscadores de oro, pescadores, mujeres quebradoras de coco”. Nuevas perspectivas, como las propuestas del antropólogo brasileño Eduardo Viveiros de Castro, comienzan a hacerse presentes en la crítica de cine. “Por ahora, es algo que está en el campo del análisis académico. No veo el pensamiento de Viveiros de Castro reflejado propiamente en la producción cinematográfica”, dice Soranz.

Producción local

En los últimos años, cineastas de Manaos y Belém vienen realizando películas a partir de otra mirada. Por ejemplo, Sérgio Andrade, cuyo segundo largometraje, Antes o tempo não acabava, codirigido por Fábio Andrade y lanzado en 2016 en el Festival Internacional de Cine de Berlín, la Berlinale, plantea cuestiones identitarias y tiene como protagonista a un joven indígena que decide mudarse a Manaos
Para ter onde ir (2018), primer largometraje de la realizadora de Paraná Jorane Castro, también trae nuevos acentos y paisajes a las pantallas. “Es una mirada de la región completamente diferente de la mirada típica. Un road trip feminista, por así decirlo”, dice Soranz, y agrega: “Esta producción está madurando y es de esperar que estimule la posibilidad de repensar la relación entre naturaleza y cultura, y contribuya a una visión más compleja de la Amazonia y sus pobladores”
Producciones de otros países latinoamericanos también aportan miradas diferentes de la región. Es el caso, por ejemplo, de la colombiana El abrazo de la serpiente (2005), dirigido por Ciro Guerra, con guión basado en los diarios de los viajeros Theodor Koch-Grunberg y Richard Evans Schultes. A su vez, Shipibo, la película de nuestra memoria (Peru, 2011), es un documental que busca en los pueblos shipibo a los protagonistas de la película Shipibo, Men of the Montaña (1953), realizado por el antropólogo norteamericano Harry Tschopik Jr. Dirigida por Fernando Valdivia, la película debate con los indígenas sobre su identidad y los cambios culturales que atravesaron en las últimas décadas

Espacio de intercambio y confianza

Valdivia, que ya tiene otras películas con temáticas indígenas, como La travesía de Chumpi (2012) e Iskobakebo. Un difícil reencuentro (2014), es también director de la Escuela de Cine Amazónico. Creada en 2014, en Pucallpa (Peru), la escuela tiene como objetivo formar a jóvenes urbanos e indígenas en la producción audiovisual, además de presentar la Amazonia a partir de un punto de vista de la población nativa. “El cine independiente en países con culturas tan ricas y vivas como el Perú precisa descolonizar sus conceptos y procesos. Nuestros ancestros practicaron por siglos la solidaridad cotidiana, sea el ayni de los Andes o la minga de selva. En la Escuela de Cine Amazónico queremos recuperar esa mística para llevar adelante obras en las que las diversas culturas de nuestra Amazonia y sus narrativas sean protagonistas de un cine representativo de los pueblos, un cine diverso, democrático y espiritualmente nutritivo”, afirma Valdivia.
 
 
  • Fernando Valdivia, director de la Escuela de Cine Amazónico, junto a Pansitinma, quien a los 12 años fue protagonista de un libro y una película y hoy es cineasta indígena, comunidad Nuevo San Martín. Foto: Alex Giraldo. Foto Alex Giraldo.
    Fernando Valdivia, director de la Escuela de Cine Amazónico, junto a Pansitinma, quien a los 12 años fue protagonista de un libro y una película y hoy es cineasta indígena, comunidad Nuevo San Martín. Foto: Alex Giraldo.
  • Rubén Rodriguez en filmación de una escena para la primera película hecha por el pueblo Amahuaca del rio Inuya. Foto: Fernando Valdivia. Foto: Fernando Valdivia.
    Rubén Rodriguez en filmación de una escena para la primera película hecha por el pueblo Amahuaca del rio Inuya. Foto: Fernando Valdivia.
  • Jóvenes y niñas amahuaca filmando una escena sobre medicina tradicional para la primera película hecha por el propio pueblo Amahuaca en el río Inuya. Foto: Luisa Wagenschwanz Foto: Luisa Wagenschwanz.
    Jóvenes y niñas amahuaca filmando una escena sobre medicina tradicional para la primera película hecha por el propio pueblo Amahuaca en el río Inuya. Foto: Luisa Wagenschwanz
  • Ybeth, Rosita, Nelly y Angie filman al profesor Carlos, quien muestra el empleo cultural del tinte del achiote. Foto: Luisa Wagenschwanz. Foto: Luisa Wagenschwanz
    Ybeth, Rosita, Nelly y Angie filman al profesor Carlos, quien muestra el empleo cultural del tinte del achiote. Foto: Luisa Wagenschwanz.
  • Gastronomía Amahuaca, filmada por los Amahuaca, río Inuya 2017. Foto: Luisa Wagenschwanz. Foto: Luisa Wagenschwanz.
    Gastronomía Amahuaca, filmada por los Amahuaca, río Inuya 2017. Foto: Luisa Wagenschwanz.
  • El cine comunitario como espacio de encuentro intergeneracional y rescate de la memoria ancestral. Jovenes cineastas Amahuaca del Río Inuya. Foto: Luisa Wagenschwanz Foto: Luisa Wagenschwanz
    El cine comunitario como espacio de encuentro intergeneracional y rescate de la memoria ancestral. Jovenes cineastas Amahuaca del Río Inuya. Foto: Luisa Wagenschwanz



En Brasil, el proyecto Vídeo nas Aldeias trabaja desde 1986 impulsando la producción audiovisual en diferentes pueblos indígenas. Además de circular en festivales, las películas se exhiben en las aldeas y así promueven un intercambio cultural y de experiencias. Para André Brasil, profesor del Departamento de Comunicación Social de la Universidad Federal de Minas Gerais, proyectos como ese forman parte de un cine que concibe la imagen como espacio de relación, intercambio, conflicto y alianza, a diferencia de una tradición occidental que muchas veces piensa el cine como captura, como conocimiento sobre el Otro, a partir de la separación entre el sujeto y sus objetos. “Lo importante es cómo cada película participa del proceso de autoinscripción y autodeterminación de cada pueblo, no sólo documentando o poniendo en escena ese proceso sino también incidiendo en él”, explica Brasil. En este sentido, esas películas de cosecha relativamente reciente pueden verse como un dispositivo de "ensanchamiento de los imaginarios tan reducidos que se proyectan sobre la multiplicidad de los pueblos indígenas”.

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