Movimiento Chicano
Arte ‘chicanx’: territorio de disputa política
El arte “chicanx” mantiene el sentido de resistencia frente a la hegemonía cultural estadounidense, mientras continúa siendo un elemento de construcción de memoria colectiva y se pone en tensión con la instrumentalización política y diplomática del Estado mexicano.
De Eduardo Luciano Tadeo Hernández
La segunda mitad del siglo veinte estuvo marcada por el activismo social y cultural de diversos hombres y mujeres identificados entonces con el tercer mundo. En Estados Unidos, particularmente, surgió el Movimiento Chicano, cuyo objetivo era poner un alto a la discriminación y violencia histórica hacia la comunidad de origen mexicano en aquel país, reivindicando para ello su identidad étnica. Las estrategias de acción fueron diversas, pero algunas utilizaron el arte y la cultura como herramientas de resistencia social. Con el paso del tiempo, las expresiones culturales chicanxs se han convertido en un territorio de disputa política: por un lado, continúan fungiendo como medios de resistencia a la asimilación cultural estadounidense, pero por otro, hay una instrumentalización de estas expresiones para avanzar agendas políticas y diplomáticas estatales.
El giro cultural en el corazón de la resistencia
La discusión sobre la etnicidad ha estado desde el principio en el centro de la identidad y las acciones chicanxs, de tal suerte que, siguiendo las reflexiones de Tino Villanueva, la apropiación del término -chicano(a)- fue una manera de resignificar el sentido negativo anteriormente vinculado con dicho significante, para dotarlo de orgullo por el pasado y los orígenes de la comunidad, lo cual podemos considerar un giro cultural y político que inició con un cambio en el uso del lenguaje. De ahí que las expresiones culturales de la comunidad chicanx sean también un referente para problematizar la formar de imaginar el mundo social tradicional estadounidense y mexicano.El Estado y la instrumentalidad política y diplomática
El reconocimiento del valor de las expresiones artísticas y culturales chicanxs como parte de los ejercicios de representación cultural de la diplomacia mexicana es relativamente reciente. Esta respuesta tardía de la diplomacia mexicana se explica dado que, a pesar de que lo chicanx celebra el origen mexicano, también lo disloca y resignifica desde sus propios referentes fronterizos y migratorios, cuestionando el discurso centralista tan frecuente en la cultura mexicana.Ejemplo de esta instrumentalización por parte del gobierno mexicano es la exposición Before the 45th | Action/Reaction in Chicano and Latino Art presentada en diciembre de 2017, financiada por el empresario Cástulo de la Rocha, fundador de la empresa Altamed y co-organizada con el Instituto Cultural de la Embajada de México en Washington, y la curadoría de Julian Bermúdez. La exposición incluyó diversas piezas, entre las que había impresos, pinturas, fotografías, dibujos, esculturas y mixed media. El argumento era mostrar la manera en que el arte chicanx representaba las diversas injusticias a las que se enfrentó la comunidad en Estados Unidos. El gobierno mexicano pidió a Altamed que la exposición también se presentará en México y es así como en 2018 llegó al Museo Carrillo Gil de la Ciudad de México con el título Construyendo puentes, building bridges: Arte Chicano/Mexicano de LA a Ciudad de México, en una clara contrargumentación a la idea de construir muros del presidente Donald Trump. En la curaduría en México se insistió que al arte chicanx formaba parte de la historia del arte estadounidense.
“Hoy existe una estética chicanx valorada por ciertas élites políticas y culturales y estructuras institucionales donde se estudia y se impulsa este arte. Sin embargo, no ha perdido su sentido de resistencia.”
La resistencia permanece, a pesar de todo
Hoy existe una estética chicanx valorada por ciertas élites políticas y culturales y estructuras institucionales donde se estudia y se impulsa el arte chicanx. Sin embargo, no ha perdido su sentido de resistencia. Esto se puede observar en las iniciativas comunitarias de artistas que entienden la cultura chicanx como un elemento vivo y transformador del entorno social. Un ejemplo es la exposición digital Chicanoexhibit, curada por Abram Moya Jr. y respaldada por una coalición de grupos chicanxs en 2020, en el marco de la conmemoración del aniversario número cincuenta del Chicano Moratorium. Este último se refiere a la protesta pacífica que ocurrió el 29 de agosto de 1970, en la que participaron integrantes del Movimiento Chicano que cuestionaban la guerra de Vietnam y en la que murieron tres chicanos a manos de policias estadounidenses.La exposición muestra diversas piezas que ponen en el centro la historia chicanx desde una perspectiva intergeneracional y con un claro sentido político. Artistas emergentes, masters, contemporáneos y muralistas participan creando una muestra híbrida de símbolos que refieren a la resistencia chicanx. Una de las muestras emergentes se titula La Guerra Continúa, creada por Cynthia Salazar, artista de 17 años que representa a una joven chicana sostiendo un cartel que dice “Raza sí, Guerra No”, detrás de la cual hay una manta que rememora a Vanessa Guillen, mujer chicana asesinada en 2020. El Movimiento Chicano no es solo la memoria del pasado, es la constante lucha por la que atraviesan las mujeres y hombres de origen mexicano en los Estados Unidos y esta pintura y la muestra misma es una invitación a pensar la resistencia en tiempo presente.
El arte chicanx mantiene el sentido de resistencia frente a la hegemonía cultural estadounidense, mientras continúa fungiendo como un elemento de construcción de la memoria colectiva chicanx y se pone en tensión con la instrumentalización política y diplomática del Estado mexicano. Quizá esa condición de disputa discursiva sea otra evidencia de la trascendencia política del propio Movimiento Chicano en la actualidad.