Colonias en el Caribe  Escandinavia y la trata de personas

Historial colonial: Venta de esclavos en las calles de La Habana, Cuba, en el siglo XIX. Gráfico educativo (impresión a color), 1950.
Venta de esclavos en las calles de La Habana, Cuba, en el siglo XIX. Gráfico educativo (impresión a color), 1950. Foto (detalle): akg-images © picture alliance

Cuando comento que investigo la historia del colonialismo escandinavo, con frecuencia la primera reacción es: “¿pero hay una historia así?”. En Noruega he recibido incluso la repuesta de que Dinamarca es la responsable, porque finalmente en ese periodo Noruega era administrada desde Copenhague.

 

Los noruegos habrían participado en contra de su voluntad, por decirlo de alguna manera, en el comercio ultramarino y en su más terrible capítulo: el del comercio trasatlántico de esclavos y el de la institución de la esclavitud en las posesiones escandinavas en el Caribe.
 
Pero, ¿qué se encuentra en la historia colonial de los países escandinavos y en la participación noruega? Y, ¿cómo podemos reflexionar de nuevo en ello?
 
Inspirada por las aspiraciones expansionistas en el resto de Europa y en los productos de lujo que llegaban de todo el mundo, también Suecia (en esa época abarcaba grandes territorios de la región del mar Báltico y Finlandia hasta 1809) y Dinamarca (incluida Noruega hasta 1814) penetraron, en el siglo XVII, en el mercado de Asia Oriental, de África y del Caribe americano. Al principio era típico que las compañías comerciales privadas, como la Vestindisk-Guinesisk Kompagni, equiparan los barcos para el comercio fuera de Europa y negociaran con las autoridades locales la construcción de bases comerciales. Más adelante, se ampliaron los derechos de propiedad y administración de la corona sueca y danesa. Las posesiones en África y en el Caribe permitieron la participación escandinava en el extremadamente lucrativo comercio triangular del atlántico.

Morir en poco tiempo

Los noruegos participaron como inversionistas, comerciantes, funcionarios coloniales, marineros y, de manera más o menos voluntaria, como colonos en la colonización de las islas del Caribe, en la trata de personas y en el hecho de mantener la esclavitud. El primer barco de la Vestindisk-Guineisk Kompagni que transportó a africanos esclavizados en 1674 a la recién establecida colonia de Saint Thomas, se llamaba Cornelia, pertenecía al comerciante de Bergen  Jørgen Thor Møhlen, y llevaba muchos presos a bordo, entre otros, originarios de Bergen que estaban destinados a convertirse en los primeros colonizadores. Casi todos murieron en poco tiempo. Uno de los noruegos que trabajó como funcionario al servicio de la corona danesa en St. Croix, fue el jurista Engebret Hesselberg (1728–1788). “Famoso” por castigar de manera extremadamente terrible a los hombres esclavizados que eran sospechosos de haber organizado una rebelión. Nunca se encontraron pruebas. En la Nasjonalbiblioteket (la Biblioteca Nacional de Noruega) se encuentra una copia del informe de Hesselberg en el cual, junto a una lista exacta de los sospechosos y de los correspondientes métodos de castigo, tortura y ejecución, ofrece sobre todo la siguiente información: a saber, los noruegos o escandinavos en general se han comportado casi “de lo mejor” o de la manera “más humana” en comparación con otros, cuando han ocupado puestos de poder colonial. Por supuesto, esto contradice la imagen propia de muchas y muchos escandinavos.
 
De hecho, se puede narrar de nuevo una historia colonial común también a partir de la relación entre Noruega y Dinamarca. En Dinamarca se conmemoró, en el 2017, el centenario de la cesión de las islas danesas y de las Indias Occidentales a los Estados Unidos con numerosas exposiciones y conversatorios, sin embargo, apenas se mencionó a Noruega. Simplemente porque a menudo se olvida que "Danmark" o "Det danske rige" también pueden hacer referencia a noruegos, alemanes o islandeses, en cualquier caso, no es Dinamarca en sus fronteras actuales.

Para Noruega ha sido un acontecimiento especialmente significativo de las décadas pasadas, el traer a la memoria la participación noruega en la trata de esclavos: el descubrimiento en 1974 del barco Fredensborg, hundido frente a la costa de Arendal en 1768. En su último viaje por la ruta triangular, el barco había transportado a 256 africanos esclavizados desde la Costa de Oro y a través del Atlántico hasta Saint Croix.

Las forzosas travesías en barco

En los últimos años ha aumentado el interés por este odioso capítulo de la historia. Ejemplos de ello son las cinco novelas de Fartein Horgar sobre la historia colonial danesa y noruega en el Caribe; el libro infantil y juvenil de Anders Totland del 2018 Den norske slavehandelen (El comercio de esclavos noruego); el Artistic-Research-Projekt de la Academia de arte escénico Høgskolen i Østfold; el “Spectral collaborations: nudo performativo en los archivos acerca de la participación nórdica en la esclavitud Trans-Atlantic."

Pero, ¿por qué es en realidad tan importante esta historia? Para mí, esto no gira en torno a la culpa y la vergüenza, sino al reconocimiento, el ser parte de una historia común y, también por ello, de un presente compartido y un futuro común, más allá del propio país, de la propia región y del propio continente. Quizá, también se pueda llegar a comprender que el recuerdo de los "seilskutetiden" (barcos de vela) para la mayoría de las y los noruegos es algo positivo y los llena de orgullo, pero para las y los afrocaribeños puede sonar espantoso: después de las mortales y forzosas travesías en barco. Precisamente para establecer esta relación, se llevó a cabo la exposición Listening to the echoes of the South Atlantic (Oslo Kunstforening, del 6 de febrero al 2 de abril del 2020).

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