Hans Magnus Enzensberger (1929-2022) fue uno los poetas y pensadores alemanes más importantes del siglo XX. Uno de sus traductores lo recuerda aquí.
“La poesía es, al menos en mi opinión, algo así como un omnívoro. Eso significa que no hay absolutamente nada que no nos concierna, lo que experimentamos, todas nuestras vivencias, no hay absolutamente nada que no pueda encontrar un lugar en la poesía”, dijo Hans Magnus Enzensberger alguna vez en el Festival de Escritores de Praga. De acuerdo con este enfoque estético, une lo aparentemente incompatible: sus raíces literarias se remontan a Bertolt Brecht y Gottfried Benn, utiliza con maestría la técnica del montaje literario, su poesía ha sido calificada varias veces como “antipoesía”.Una combinación orgánica de poesía y ciencia, filosofía o incluso política es típica de la poesía de Enzensberger. Enzensberger no solo era un poeta importante, sino también un astuto ensayista, prosista, autor de libros para niños y radioteatro, dramaturgo al que le gustaba provocar y ponerse varias máscaras literarias. En línea con esto, parte de la producción de este autor también apareció bajo varios seudónimos, incluidos Andreas Thalmayr, Elisabeth Ambras, Linda Quilt y Giorgio Pellizzi. Enzensberger también fue conocido como traductor, redactor y editor.
De “joven enojado” y revolucionario a escéptico
Ante todo en los años 50 e inicios de los 60, Enzensberger era considerado “el joven enojado” de la poesía alemana, que criticaba con cinismo el milagro económico, el nuevo mundo consumista y el pasado sin resolver (véase sobre todo su primer poemario, Verteidigung der Wölfe [Defensa de los lobos] y Landessprache [Lengua nacional]). En la segunda mitad de la década de 1960 abandonó por un tiempo la poesía y abordó temas políticos con la mayor objetividad posible; en su mítica revista de tendencia izquierdista, Kursbuch, “enterró” programáticamente la literatura y luego cultivó el documentalismo puro (al respecto se puede ver sobre todo su novela Der kurze Sommer der Anarchie [El breve verano de la anarquía]). En los años 1968/69 Enzensberger estuvo en Cuba, lo que tuvo una influencia significativa en su obra literaria: la estancia representó una verdadera terapia de choque para el autor de izquierda, lo que lo llevó a su desilusión ideológica y en última instancia también a una actitud escéptica.En la década de 1970, entre otras cosas, se publicaron sus extensos ciclos de poesía Mausoleum. Siebenunddreißig Balladen aus der Geschichte des Fortschritts (Mausoleo. Treinta y siete baladas de la historia del progreso, 1975) y Untergang der Titanic (El hundimiento del Titanic), que se encuentran entre sus obras más importantes al reflejar la historia cultural de los tiempos modernos en una forma multi-perspectiva y extremadamente concentrada. Al igual que en su colección posterior, Die Furie des Verschwindens (La furia de la desaparición, 1980), el autor aborda las desventajas del progreso humano y lleva a la perfección el proceso del montaje literario. Enzensberger también conservó su tono escéptico y crítico en sus últimos textos. Véanse, por ejemplo, su colección Kiosk (1995), los ensayos Aussichten auf den Bürgerkrieg (Perspectivas de una guerra civil, 1993) o Schreckens Männer (Hombres de terror, 2006). La obra tardía de Enzensberger se caracteriza por un carácter cosmopolita y bonachón; véase, por ejemplo, su libro de texto e imágenes Album (2011) o Experten-Revue (2019). Sus trabajos líricos más recientes incluyen las colecciones Blauwärts (2014) y Wirrwarr (2020).
Hans Magnus Enzensberger: Mausoleum | Foto: Suhrkamp
Mausoleo, una de las obras más importantes de Enzenberger
Si se considera al joven Enzensberger como el inventor y pionero del nuevo lenguaje poético, una renuncia programática a cualquier virtuosismo lingüístico es característica de su obra posterior. En su poesía de la década de 1970, ejemplificada en Mausoleo, el arte de la expresión poética es reemplazado por el arte de la investigación y el montaje documental aparentemente frío. En consecuencia, tanto en Mausoleo como en El hundimiento del Titanic representan estructuras abiertas cuyo efecto poético se desarrolla a partir de la combinación dinámica de hechos e información individuales. Mausoleo ofrece treinta y siete retratos de una amplia variedad de inventores, filósofos y gente que aparentemente quería mejorar el mundo, desde Giovanni de Dondi hasta Johannes Guttenberg, desde Lazzaro Spallanzani hasta Wilhelm Reich y el Che Guevara. Las baladas individuales están estrechamente relacionadas entre sí en términos de motivos, a través de los cuales se desarrolla una densa red intertextual. El progreso humano se revela aquí como un proceso complejo, colectivo, como una obsesión insana global cuyos protagonistas, como lombrices, “trituran la tierra a toneladas, silenciosa e inexorablemente, para convertirla en humus (…)” (ver el poema sobre Charles Darwin).Lo que Enzensberger muestra en Mausoleo es, sobre todo, el lado oscuro de la visión del mundo de la Ilustración: la “mente” fría que quiere hacer que el mundo sea mejor, más rápido y más eficiente, pero que finalmente entra en conflicto directo con toda la humanidad y la libertad humana. Enzensberger pinta este oscuro retrato del progreso humano desde la perspectiva de un espíritu erudito, investigador, pero al mismo tiempo libre y cosmopolita: un verdadero ilustrado de pensamiento humanista. Con este enfoque creativo, que sigue fue típico de Enzensberger hasta su muerte, Mausoleo representa la esencia real de su obra y, junto con El Titanic, puede considerarse su obra central.
Hans Magnus Enzensberger | Foto: Alex König, CC BY 3.0