Redes sociales  Somos dependientes de las plataformas

¿Elon Musk es una maldición o una bendición para Twitter? Tweet de Elon Musk cuando se hizo cargo de la plataforma.
¿Elon Musk es una maldición o una bendición para Twitter? Tweet de Elon Musk cuando se hizo cargo de la plataforma. Foto (detalle): © Adobe/Koshiro

¿Puede controlarse por medio de procesos democráticos el poder de las plataformas de las grandes redes sociales? El especialista en estudios culturales Michael Seemann habla sobre la formación de opinión en el espacio digital.

En su libro “El poder de las plataformas” usted describe la influencia que tienen en la sociedad las redes sociales como Facebook y Twitter. ¿En qué consiste el poder de las plataformas y qué efectos tiene en nosotros como usuarios?

Dicho brevemente: las plataformas son los dueños de nuestros vínculos, es decir, de nuestras relaciones y amistades. Eso no sólo les da la capacidad de controlarlas, sino que a la vez nosotros mismos nos volvemos más dependientes de las plataformas a medida que cultivamos más relaciones a través de ellas. Si, por ejemplo, cultivo una amistad por Facebook, dependo de la plataforma para seguir con esa amistad.

Pero eso no afecta únicamente a nuestros contactos sociales. En los últimos años las plataformas fueron objeto de crítica sobre todo por lo que se conoce como las burbujas de filtros y las cámaras de eco, es decir, por el hecho de que se nos muestran mayormente posteos que corresponden a nuestras preferencias. ¿Qué influencia tienen esos algoritmos en la formación de la opinión pública?

Por supuesto, es verdad que la estructura de las plataformas y la configuración del algoritmo influyen en los discursos que se dan en ellas. Pero eso no debe llevar a la idea ingenua de que habría un discurso ideal y que bastaría con apretar tal o cual botón. Hay que trabajar mucho con el ensayo y error para averiguar qué consecuencias tiene cada decisión. Quienes juguetean con las plataformas casi siempre terminan sorprendiéndose de los efectos que al final tienen sus decisiones.
 

A medida que cultivamos más relaciones a través de las plataformas, nos volvemos más dependientes de ellas.”

¿Puede darnos un ejemplo?

Por ejemplo, después de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos se determinó que efectivamente el algoritmo de Facebook pudo tener su parte de responsabilidad en el resultado electoral. Facebook había “recompensado” las interacciones con artículos noticiosos, lo que les dio a las noticias falsas un enorme alcance. Después de eso, la plataforma modificó el algoritmo de modo que, en lugar de artículos externos, se mostraban cada vez más las comunidades dentro de Facebook. La idea era conectar a los usuarios de modo local y según sus intereses. Pero el proceso se dio en una orientación enteramente diferente: los grupos QAnon y otros teóricos de la conspiración construyeron sus propias comunidades y difundieron allí sus noticias falsas.

En especial después de la elección de Trump surgió el reclamo por mayor regulación legal. Usted fue asesor especializado del parlamento alemán en temas vinculados a la regulación de la plataformas. Pero ¿hasta qué punto puede regularse el poder de las plataformas?

Depende de lo que se espere de la regulación. Si se aspira a un cambio concreto, la regulación funciona muy bien. Por ejemplo, con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) podemos prescribirles a las plataformas el modo en que deben manejar los datos. Y al menos las grandes plataformas suelen seguir las pautas.

¿Donde están entonces los límites de la regulación?

Las leyes como el RGPD no nos hacen de por sí menos dependientes de las grandes plataformas. Por el contrario: a menudo, las nuevas imposiciones agudizan la lógica capitalista y los competidores más pequeños no pueden mantener el paso y eso lleva a una depuración del mercado. Hemos visto que con el RGPD el mercado publicitario online independiente prácticamente se vació, mientras la participación de Google y Facebook creció enormemente. En otras palabras, la regulación nos hizo más dependientes de esas plataformas.

En principio parece contraproductivo, pero ¿los gobiernos y las instituciones estatales quieren efectivamente limitar la difusión de noticias falsas o más bien usar las plataformas para crear determinada opinión y “controlar el mensaje”, es decir para que se difunda su propio mensaje?

No se puede generalizar, probablemente hay ejemplos de las dos cosas. Los Archivos Twitter mostraron cuántos grupos de interés buscan influir en la opinión pública, a veces de forma legítima, otras de forma ilegítima. Lo importante es que no ocurra a escondidas. Debe haber procesos regulados y transparentes que cuenten con el reaseguro democrático y, en consecuencia, queden documentados. En ese aspecto el déficit de las plataformas es enorme.

Los Archivos Twitter son hilos publicados por Elon Musk para mostrar hasta qué punto Twitter habría limitado el alcance de opiniones indeseables. También se revela allí una colaboración con servicios secretos. ¿En qué medida los Archivos Twitter permiten descubrir lo que ocurre en el trasfondo de la plataforma?

En mi opinión, los Archivos Twitter son ante todo un intento de Elon Musk por desacreditar a la antigua dirección de Twitter y ponerla dentro de lo que sería un “management malvado, políticamente correcto y ultraizquierdista”, todo para legitimar su hegemonía dentro de la empresa y quedar bien con sus amigos de la derecha. Si fuera por la transparencia, Elon Musk debería poner los archivos a disposición de un consorcio de periodistas, como pasó con los Panama-Papers. En cambio, eligió a propósito a periodistas derechistas que le dan a la narrativa su propio giro. Por eso hay que ser muy prudente cuando se consideran los Archivos Twitter.

¿Duda usted de su autenticidad?

No, la autenticidad está comprobada ampliamente. Lo que se ha publicado es cierto. Pero se han presentado sólo partes y de modo muy selectivo. Por ejemplo, había correos electrónicos del equipo de campaña de Joe Biden, en los que se le pedía a Twitter borrar determinados tweets. De esto se hizo un escándalo pero no se informó que eso tweets eran fotos privadas del hijo de Biden desnudo.

Pero también está el caso, cuya autenticidad está demostrada, del artículo del New York Post sobre cierto material de importancia jurídico-penal que apareció en la computadora de Hunter Biden. Twitter bloqueó el artículo en plena campaña electoral de 2020. ¿Eso no es influir en la competencia política?

Con toda honestidad, no encuentro ningún motivo para escandalizarse”

Por supuesto. Sólo quería señalar que a través de los Archivos Twitter se tejen determinadas narrativas, se sirve a determinados intereses y por eso hay que tener muchísimo cuidado. Al fin y al cabo la comunicación interna que se filtró de Twitter respecto a la computadora de Hunter Biden muestra también qué ocurre a puertas cerradas y qué idas y venidas hay ante tales cuestiones. Además, luego apareció el FBI y dijo que podía tratarse de una campaña rusa de desinformación. Fue, pues, una decisión difícil basada en un material informativo que no ofrecía ninguna seguridad. Con toda honestidad, no encuentro ningún motivo para escandalizarse.

Algunos especialistas en medios proponen que las plataformas de las redes sociales examinen y moderen cada posteo y cada comentario antes de su publicación, es decir, lo mismo que se hace en un periódico impreso en la sección de cartas de lectores. ¿Sería esto posible o significaría ignorar el fundamento de Internet?

No me convence mucho, porque la diversidad y la libertad de opinión se limitarían de modo notable. Las grandes plataformas podrían ponerlo en práctica, pero los usuarios no lo aceptarían y probablemente se irían a otros canales o a la Darknet. Pienso que por principio necesitamos una Internet que todos puedan usar libremente. El modo en que la moderación debe funcionar es un asunto profundamente político, pero eso no quiere decir que deba decidirse en el parlamento. Las decisiones legítimas deben tomarse con la participación de los usuarios de las plataformas. Se trata, pues, de crear estructuras con que resolver estas cuestiones de modo político y democrático.

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