Algoritmos  “El capitalismo digital es falso empoderamiento”

Nuestra vida es casi totalmente digital. ¿Qué consecuencias tiene esto y cómo podría cambiarse para mejor el “capitalismo digital”?
Nuestra vida es casi totalmente digital. ¿Qué consecuencias tiene esto y cómo podría cambiarse para mejor el “capitalismo digital”? Foto (detalle): © Adobe

Además de participar en las redes sociales, en el mundo digital trabajamos, compramos, leemos y jugamos. En casa, Alexa organiza la vida cotidiana y en nuestra muñeca el reloj inteligente nos dice una y otra vez que debemos movernos más. En todas partes, mundo digital. El especialista en medios Tung-Hui investiga el agotamiento y la decepción en el mundo digital. Hablamos con él de cómo el letargo digital influye en nuestra vida, incluso cuando estamos offline.

En su último libro usted argumenta que el capitalismo nos ha llevado a una “época de desacoplamiento”. ¿Qué es el capitalismo digital y qué efectos tiene en nuestra vida cotidiana?

El capitalismo digital es la extensión del capitalismo no sólo a los datos y la información sino también al modo en que resulta mediada la vida cotidiana. Aunque estemos offline, seguimos siendo influidos. Por ejemplo, los proceso algorítmicos influyen en cómo hacemos las compras o dormimos. Y nos empujan de modo continuo a ser individuos auténticos, a expresar sin límite nuestras opiniones, lo cual puede ser bastante agotador. Esto lleva a un estado que yo llamo letargo digital, y ese es además el título del libro.

Usted describe el letargo digital como el estado en el que “uno no quiere ser uno mismo, es una carga ser uno mismo”. ¿Podría darnos un ejemplo?

Si usted es conductor de Uber y quiere tener una valoración positiva alta, se le recomienda ser uno mismo. Usted tiene que hablar de sus intereses y hobbies, presentarse como un elemento auténtico de la ciudad, etc. Ahora bien, ser uno mismo resulta importante no sólo para los trabajos en el campo de los servicios, sino que es la nueva forma del trabajo. Pienso que son cada vez más las personas que sienten rechazo a esa sensación de tener que estar siempre presente. Como si el verdadero objetivo consistiera en producir más datos para los algoritmos de personalización. El letargo digital se da cuando lo único que queremos es ser totalmente pasivos y desplazarnos en la pantalla sin interactuar ni tomar decisiones. Aunque el letargo digital provoca en cierto modo una sensación parecida a la de ser un robot, se deriva de la exigencia ridícula de estar permanentemente activos.

Hace diez, veinte años, en el marco de la Primavera Árabe, el concepto “empoderamiento digital” recibió mucha atención. La idea era que las personas podían usar la tecnología para luchar contra la opresión. ¿Qué ocurrió con esta idea?

El empoderamiento digital fue aprovechado en su totalidad por el capitalismo digital. Bajo el disfraz del empoderamiento, el capitalismo digital exige a usuarias y usuarios no sólo que hagan clic y compartan, sino también que se rebelen y resistan. Pero en realidad se trata de una fantasía individual, no de una acción colectiva. Es la fantasía de que ser ruidoso significa tener una posición política y eso está muy arraigado en la historia de la cultura digital. En el Silicon Valley de los setenta y ochenta surgió el empoderamiento digital a partir de la idea de que en Internet cualquiera podía rebelarse contra las autoridades y nadie podía ser silenciado o censurado. El capitalismo digital simula eso. Toma un factor de aquello que caracteriza al activismo –por ejemplo, la capacidad de criticar–, y se encarga de que se despliegue en una plataforma recolectora de datos como Twitter. Muchas tácticas que hace diez o veinte años todavía parecían efectivas se han integrado al sistema. Por eso creo que es hora de reflexionar sobra nuevas tácticas.

¿Qué clase de tácticas podrían ser?

En primer lugar deberíamos preguntarnos a quiénes excluye esa política de altavoces, y la respuesta es a las personas de color y las del Sur Global. Los medios buscan cada vez más formas heroicas de protesta. En lugar de eso, deberíamos prestar atención a vías creativas y a cómo estas generan fuerza para resistir. En segundo lugar, deberíamos adoptar formas de inacción, por ejemplo, el holgazaneo online o la renuncia silenciosa, que nos desvíen de los valores de productividad y (auto)crecimiento que fomenta el capitalismo digital. Debemos pensar tácticas que sean menos ruidosas y confrontativas y que no necesariamente tengan el aspecto de una resistencia.

¿Sería posible hoy una Primavera Árabe? Las protestas por más democracia, como las que hubo en Egipto en 2012, se organizaron principalmente a través de las redes sociales. Tung-Hui Hu opina que es hora de pensar nuevos axiomas. ¿Sería posible hoy una Primavera Árabe? Las protestas por más democracia, como las que hubo en Egipto en 2012, se organizaron principalmente a través de las redes sociales. Tung-Hui Hu opina que es hora de pensar nuevos axiomas. | Foto (detalle): © picture alliance/dpa/wostok P/Virginie Nguyen Hoang

¿Qué estructuras posibilitaron el capitalismo digital?

El capitalismo digital exige un enorme esfuerzo y trabajo para mantener el sistema en funcionamiento. Ese trabajo lo hacen las personas que extraen el litio para los aparatos electrónicos, las que enseñan a la Inteligencia Artificial, o los trabajadores de los depósitos que empacan y envían los aparatos. Esto crea una clase baja digital: todas las personas de la cadena de provisión que no sólo son apartadas del campo visual sino que son ocultadas intencionalmente. Personas a las que se trata como si fueran robots. Esto también ocurre bajo el disfraz del empoderamiento. Un ejemplo es una empresa que fue a Kenia y dijo que quería crear allí puestos de trabajo buenos. Lo planteó como una acción humanitaria, la de abrir una sucursal allí. Pero en realidad esos empleos son espantosos. Por ejemplo, hay moderadores de contenidos que tienen que ver todo el día videos de violencia. Por supuesto, también hay superposiciones con otras formas del capitalismo. La obtención de recursos del suelo no se diferencia mucho de la obtención de datos. Por ejemplo, Zimbabue vendió el acceso a todo su padrón electoral a una empresa china que quería entrenar a su programa de reconocimiento facial en la identificación de rostros de personas negras.

¿Esa clase baja digital se concentra en el Sur Global?

Si bien se concentra en el Sur Global, también existe en países ricos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, Amazon hizo una promoción según la cual la ejecución de microtareas podría ser una “hobby divertido” para amas de casa. En cualquier caso, hay desigualdades ya afianzadas y el capitalismo digital las refuerza. Piense, por ejemplo, en los callcenters donde las personas trabajan como robots en tareas que se repiten. A menudo están contratadas en países de bajos ingresos, como Filipinas. El capitalismo digital es un agente de deshumanización. Intenta inculcarnos que algunos seres humanos valen menos que los otros.

¿Puede reformarse o regularse el capitalismo digital para que sea menos deshumanizante?

El Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea ha mostrado que es posible regular los datos. Y además, podemos repensar el capitalismo digital. Internet se organiza en pequeños vecindarios recortados según el gusto de cada usario/a, de modo que cada uno está rodeado de personas que le agradan. Pero esto puede ser perjudicial porque lleva a la burbuja de filtro. Eso podríamos cambiarlo dándole otra forma a las redes. Por el momento, la mayoría de las redes está organizada de acuerdo al grado de furia y vociferación de sus usuarios. La catedrática Wendy Chun propone que debemos reconfigurar las redes en torno a la indiferencia, de modo que la navegación se parezca a un paseo por la ciudad, en lugar de tener que asentir o contradecir de inmediato. Sin embargo, respecto a esa reconfiguración de las redes, el gran paso, que podemos dar en lo conceptual, consiste en alejarnos de las necesidades del “usuario” hiperindividual, y en su lugar poner el foco en formas de vida colectivas.

¿Quién se beneficia más con el capitalismo digital?

El capitalismo digital exige la concentración de datos en plataformas. Los que más se benefician son las empresas que tienen dinero para concentrar usuarios y usuarias en sus plataformas y encerrarlos allí.

La mayoría de esas empresas están instaladas en los Estados Unidos. Los países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y otras naciones están desafiando abiertamente el orden mundial unipolar. ¿Qué papel juegan los datos y el capitalismo digital en la lucha por el poder?

Una de las ideas en el origen de Internet era que la red fuera universal. Esa es una idea muy occidental, porque “universal” significa en realidad liberalismo y mercados abiertos. Los Estados Unidos ya no controlan ningún Servidor de Nombres de Dominio. China ya ha hecho su trabajo, y Brasil no quiere que las autoridades de seguridad estadounidenses sigan vigilando todo el conjunto de tráfico de datos. Hoy hay muchas Internets que no están comunicadas entre sí. Va a ser interesante ver cómo evoluciona todo.

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