Radioaficionados  “Confirmo la recepción”

“Confirmo la recepción”
“Confirmo la recepción” © The New York Public Library / Unsplash

Comunicarse con la Estación Espacial Internacional ISS es relativamente sencillo. Se necesita un aparato de radio adecuado, una licencia y un poco de suerte.
 

El radio del Club de Radioaficionados de Alemania (DARC) en Schweinfurt, Baja Franconia, ruge y murmura. “No siempre es así”, cuenta Klaus-Dieter Jones, presidente de la sede local y entusiasta radioaficionado. Gira un regulador y en seguida se oye una señal: “Eco – América – Tres – Japón – Eco”, llama alguien por la radio con voz fuertemente distorsionada. Del aparato negro, que tiene el tamaño de una voluminosa radio común, se siguen oyendo términos confusos. Para un lego es un código directamente incomprensible. “Eco – América – Tres – Japón – Eco”, repite la voz. Pero para Klaus-Dieter Jones es cualquier cosa menos un código secreto. Comprende de inmediato el llamado. Un radioaficionado ruso quiere comunicarse con un colega japonés. “Ahora no hay mucha actividad que digamos”, observa Jones. “El fin de semana hay más movimiento”, dice el veterano.

En todas las regiones del mundo

El hombre de Baja Franconia se enamoró de la radioafición hace casi cincuenta años. En la sede del club cuelgan numerosos diplomas. En uno de ellos dice “Worked all Zones”, y Jones confirma que pudo lograr comunicaciones de radio con todas las regiones del mundo. Jones consiguió comunicarse varias veces incluso con el espacio exterior. Una enorme colección de tarjetas QSL es signo de su profusa actividad. Los radioaficionados reciben una tarjeta de confirmación de la conexión exitosa. QSL significa en código morse: “Confirmo la recepción”. Los radioaficionados las coleccionan igual que los niños las figuritas

Entusiastas de la radioafición

En la época de los teléfonos inteligentes, de las redes sociales y los servicios de mensajería, los radioaficionados aparecen como un resto de tiempos remotos. Pero nada más errado: la radioafición no está muerta. En todo el mundo hay entre dos y tres millones de entusiastas radioaficionados. En 2022 hubo en Alemania casi 70.100 emisiones de señales. El recuento lo hace la Agencia Federal de Redes. Quien quiera emitir señales necesitará una licencia. En 2022 se concedieron cerca de 1.480 permisos. En Alemania hay 2800 estaciones pertenecientes a clubes. Distribuidas en toda Alemania, desde allí los radioaficionados pueden transmitir sus mensajes radiales. Los interesados pueden espiar allí la actividad de los radioaficionados.

“La radio nos rodea en todo lugar y en todo momento”, cuenta Stefan Hüpper, de la central del DARC en Baunatal. “La demanda de comunicación es descomunal”, informa el jefe de redacción de la revista de radioafición CQ DL. “A través de las diferentes frecuencias pueden transmitirse palabras, código morse o hasta imágenes de televisión”, cuenta Hüpper en relación con las posibilidades de la radio. “El ancho de banda es muy grande en nuestro hobby”. Al DARC le interesa mucho el trabajo con los jóvenes. “De radioaficionado a ingeniero”, dice Hüpper. Hay algunos jóvenes que entraron en contacto con la radioafición y así encontraron después un camino hacia la profesión. Con este trabajo intenso en la juventud, el DARC aspira a expandir el “virus de la radio”. La asociación le ofrece a los futuros radioaficionados lo que se conoce como “contactos escolares” con la Estación Espacial Internacional, que son posibles gracias al proyecto ARISS (Amateur Radio on the International Space Station). El DARC, en su calidad de asociación alemana de radioaficionados, participa del proyecto.

En la avanzada de la humanidad

El proyecto ARISS, surgido en 1996, vuelve posible el contacto con la Estación Espacial Internacional. Es una iniciativa de un grupo internacional de radioaficionados de 15 países, que es sostenida en casi su totalidad por el trabajo honorario de sus miembros. El objetivo del proyecto es despertar en niños y jóvenes el interés por la ciencias naturales, la técnica, la ingeniería y las matemáticas. La idea es transmitirles conocimientos sobre investigación espacial, tecnologías espaciales y comunicación satelital. Hasta ahora se lograron 1.600 contactos con el puesto de avanzada más alto de la humanidad.

“Establecer la comunicación con la Estación Espacial Internacional es relativamente fácil”, revela Oliver Amend, presidente del proyecto europeo ARISS. Un radioaficionado necesita solamente un aparato de radio adecuado que esté en determinada frecuencia, una antena orientada correctamente y un software para ubicar la exacta posición de la estación. La orientación de la antena tiene que ser la correcta y también se necesita algo de suerte. La posibilidad de contacto con la estación y, en especial, con los astronautas, es limitada. Obviamente ellos tienen trabajo que hacer en el espacio. Por eso las escuelas o universidades tiene que postularse para poder disfrutar de una comunicación con la estación.

La Estación otorga en Europa entre diez y quince turnos por semestre. Por lo general hay entre veinte y veinticinco postulaciones. ARISS aconseja y acompaña a los grupos escolares durante el proceso. El día del contacto radial ARISS fija los pasos. “Entonces se habla de aspectos técnicos. Se pregunta si todos están preparados”, dice Amend. La comunicación con la Estación dura apenas diez o doce minutos. Pero son muy intensos, dice Amend. Cuando se logra establecer contacto, Amend ve que los ojos de los alumnos brillan y los profesores se entusiasman. Además de esta posibilidad, también está la opción de establecer contacto con la estación por medio de un repetidor. “Puede hacerlo cualquiera que tenga una licencia, y es algo accesible y muy simple”, cuenta Amend. Se necesita únicamente un aparato de radio adecuado, incluso sirve un radio portátil, y una antena que esté dirigida a la posición de la estación en el cielo. También se necesita un software para determinar esa posición. En el aparato de radio hay que configurar la frecuencia de recepción del convertidor de ARISS. “Con un poco de práctica, paciencia y, sobre todo, suerte, la llamada en la frecuencia del emisor valdrá la pena”, dice Amend. En efecto, es posible que un miembro de la tripulación en su tiempo libre envíe la señal “CQ, CQ, this is NA4ISS calling for random contact”, lo que significa que un astronauta quiere establecer contacto. De verdad, un golpe de suerte para cualquier radioaficionado.

Un aporte al entendimiento entre los pueblos

Pero la radioafición es más que un medio de comunicación anticuado y una emocionante escapada al espacio exterior. “Los radioaficionados ayudan cuando las redes de telecomunicación se cortan”, explica Andrzej Łaczmański, ingeniero de mantenimiento de redes de radios móviles en Szczecin, Polonia. “En 1997, cuando se produjo el gran desborde del río Oder, los radioaficionados desatornillaron las baterías de sus automóviles y desde los tejados transmitieron información importante a diferentes organismos”, recuerda Łaczmański.

La radio de aficionados no sólo es de ayuda en caso de catástrofes naturales, sino que también realiza un aporte para el entendimiento entre los pueblos. Esa es la opinión de Łaczmański y también de Klaus-Dieter Jones, que ya tuvo la suerte de haber tenido contacto radial con Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna. “Por eso tengo muchos conocidos en el Lejano Oriente y en Estados Unidos”, cuenta Jones, orgulloso de su hobby al que le ha dedicado casi medio siglo de vida y que aún hoy lo fascina igual que siempre.