Berlinale 2024  Soñar con los ojos abiertos

Chen Xiao Xin in “Dormir de olhos abertos / Sleep with Your Eyes Open”. Director: Nele Wohlatz
Chen Xiao Xin in “Dormir de olhos abertos / Sleep with Your Eyes Open”. Director: Nele Wohlatz Foto (detalle): © Victor Juca

La curadora y programadora Tatiana Braun habla de cine y reflexiona sobre el Festival de Berlín a partir de la película “Dormir con los ojos abiertos”, de Nele Wohlatz, directora alemana radicada en Argentina, que retrata en la pantalla una comunidad china en Recife.

Los peces nadan inquietos de aquí para allá, asustados por el hombre disfrazado de marinero, que, borracho golpetea los cristales de la pecera y mete su torpe mano en el agua. El falso marinero murmura algo sobre sushi y se pone la mano delante de la boca, ríe y se vuelve hacia su compañero, otro falso marinero, sentado inmóvil delante de un cuadro chino. Ya no puede mantenerse derecho y se agarra al borde de la gran pecera mientras Xiaoxin y Fu Ang intentan sostenerlo. De las casas vecinas se oyen retumbar los bajos de música de fiesta.

Como pequeñas burbujas

En Dormir de olhos abertos de Nele Wohlatz, que compitió en la sección Encounters del 74o Festival Internacional de Cine de Berlín, la pecera es una metáfora del desarraigo de los protagonistas y de la comunidad que han construido más bien de modo casual. La película de la directora alemana, que hace más de diez años vive y trabaja en Argentina, investiga con levedad y ternura la cuestión de cómo puede encontrarse pertenencia en un ambiente extraño. La película explora los movimientos de personas que son un poco como botellas en el agua: cada una en su pequeña burbuja, hidrodinámicas y capaces de adaptarse a nuevos ambientes y encuentros, son llevadas por la corriente y están preparadas para hacer lo mejor con aquello que las mareas les traigan. Llena de poesía, la narración se desliza de un personaje a otro hasta que por fin algunos hilos confluyen en la playa de las afueras de la ciudad. Primero acompañamos a Ki, una joven taiwanesa políglota, que acaba de ser dejada en el aeropuerto y ahora está rumbo a Recife, Brasil. Cuando se abre camino entre la gente en el mercado de la ciudad, se topa con la tienda de Fu Ang, un vendedor de paraguas. Ki y Fu Ang podrían volverse amigos, pero unos días después, cuando ella regresa, los paraguas han desaparecido. El nuevo propietario le da una caja con postales que contienen el relato de un grupo de trabajadores de China en Recife.

Es la historia de Xiaoxin, una mujer china que se fue de Argentina a Recife y vive en un departamento propio en un lujoso edificio junto con sus tíos y un grupo de compatriotas indocumentados. La tía se ha vuelto rica gracias a la importación de productos fabricados en China. Los empleados vienen y van, pero Fu Ang se hace amigo de Xiaoxin. Con curiosidad por esa vida paralela, que es otra pero parecida, Kai intenta rastrear los caminos de Xiaoxin en la gigantesca ciudad.

Nele Wohlatz, directora de Futuro Perfecto, que ganó en Locarno el premio al mejor largometraje, emigró de Alemania a Argentina y seguramente se inspiró en los propios sentimientos para esta película. El guión es de Pío Longo, con el que había trabajado también en su última película. Dormir de olhos abertos aborda la explotación de las fuerzas de trabajo y dos vectores de desplazamiento muy diferentes –por un lado, el turismo y, por otro, la inmigración ilegal–, pero no tiene una mirada valorativa. Por el contrario, Wohlatz retrata con gran sutileza a los protagonistas y sus desventuras, sus pequeñas alegrías y decepciones. Todos los personajes están buscando algo o a alguien. Siguen la corriente, que a veces es buena, otras mala. Pero igual que los peces en la pecera de la tía Xiaoxin, construyen una comunidad que, si bien está desarraigada, no deja de ser una comunidad.
 

En la pecera

La pecera es un lugar artificial. Reconstruye un hábitat natural para los seres vivos que lo ocupan. Sus paredes de vidrio son permeables a miradas e influencias externas. La pecera ofrece poca protección contra las perturbaciones exteriores, por ejemplo, contra falsos marineros borrachos. La pecera es, al fin y al cabo, sólo un sustituto, una proyección, una caja de vidrio que se diferencia de su ambiente pero está unida a él de modo inseparable.

Me atrevería a comparar a la Berlinale con la pecera, con ese hábitat artificial: durante diez días de febrero vienen al festival amantes del cine de todas partes del mundo. Igual que yo, todas esas personas están en Berlín con sus motivos, objetivos y esperanzas individuales. Con los visitantes profesionales y los no profesionales construimos una comunidad azarosa. Aunque no nos conocemos, nos encontramos todos los días cuando circulamos y en las salas de cine. Tomamos los mismos trenes, los mismos buses y subterráneos para llegar a Potsdamer Platz, la sede central del festival. Aunque el evento se extiende a una gran cantidad de cines y salas de concierto de todos los barrios, es en Postdamer Platz donde se concentra la multitud. Allí, en el Berlinale Palast, tienen lugar los grandes estrenos y las galas. Allí, en el Hyatt Hotel, justo enfrente, se hacen las conferencias de prensa. Y a unos pocos metros, en el European Film Market, se negocia la venta de películas.

Póster de Dormir de olhos abertos Póster de Dormir de olhos abertos | © Cinema Scopio El póster de la película de Nele Wohlatz muestra a Xiaoxin observando a los peces en la pecera. La imagen refleja muy bien la paradoja de la copresencia en un único y mismo lugar y la completa desvinculación de los dos espacios. No podrían ser más diferentes en lo que se refiere a sus características físicas. Dentro del festival la corriente es fuerte y es posible atravesar los eventos sin prestar mucha atención a su mundo exterior, a la ciudad, a sus luchas o discursos políticos. Podemos sumergirnos completamente en la corriente de los asistentes a las funciones y otros eventos, o seguir a la multitud que va por el siguiente café o a la tienda de donuts veganas. Pero incluso si nos entregamos al remolino o si corremos de una película a otra, en algún momento nos volveremos conscientes –a más tardar cuando los trenes se interrumpan y corramos el peligro de perder una película por visitas de Estado– de que compartimos ese espacio con un mundo exterior. Son los momentos en los que la ciudad se impone. La interrupción –el elemento disruptivo, sea la mano de un falso marinero en la pecera o la interrupción del servicio de trenes– causa nerviosismo en el sistema y de repente uno se encuentra de nuevo corriendo junto con desconocidos asistentes al festival para tomar el siguiente bus, con la esperanza de que no haya retrasos. Son las perturbaciones en la rutina que nos empujan y obligan a ordenarnos y reposicionarnos. ¿Dónde estoy ahora? ¿Al borde de una piscina en Recife o en Berlín?

Soñar con los ojos abiertos

Controversias, declaraciones, el espectáculo mediático que rodea al festival. La mirada desde afuera desaparece una vez que nos encontramos dentro de la pecera. El foco está puesto en las películas, en cada obra, con sus preguntas, sus respuestas, sus opiniones sobre la existencia humana frente a las crisis que dominan este mundo. Y muy rápido, ya los primeros días del festival, las películas comienzan a charlar entre sí. Hay avenidas que se cruzan, así como las postales de Xiaoxin – made in China – encuentran el camino de Kai y en la película encontramos pequeños mensajes que responden a preguntas de otra película. Comenzamos a ver conexiones y estas nos remiten al contexto en el que las películas se producen y/o se exhiben. Este diálogo transversal constituye una transición, una conexión con el mundo exterior, invita a reflexionar, y abandonamos la sala transformados y enriquecidos.

Los diez días de Festival son en cierto modo como soñar con los ojos abiertos, compartir un espacio-tiempo con miles de asistentes y a la vez dejarse llevar al mundo, desde Potsdamer Platz hasta la playa de Recife. Aunque los personajes de Nele Wohlatz están perdidos, confundidos y a veces decepcionados, nunca están descorazonados. Al contrario, son curiosos y están abiertos al mundo. Mientras todos podamos reunirnos como individuos para construir una comunidad, aunque azarosa, en lo oscuro de la sala de cine, mientras estemos dispuestos a dejarnos cautivar, perturbar o incluso cuestionar por el cine, habrá esperanza.

Más sobre la Berlinale 2024

Failed to retrieve recommended articles. Please try again.