Saskia Trebing  Arte en la autopista

Cubos y cilindros de Guy de Rougemont en la Autoroute A4 cerca de la ciudad de Reims en Francia
Cubos y cilindros de Guy de Rougemont en la Autoroute A4 cerca de la ciudad de Reims en Francia Foto de Verena Hütter

¿Qué diferencia hay entre una muestra en el museo y en una autopista? Los visitantes de la autovía pasan volando delante de la obra. Por eso el o la artista tiene que ingeniárselas. Saskia Trebing exploró terraplenes, áreas de descanso y calzadas y aquí nos presenta su selección de arte de autopista. Que lo disfruten.

Blanca y negra, abundante en figuras geométricas e irreprochable en su forma: tal vez la autopista sea la obra de arte más grande de todas. Las líneas claras, brillantes sobre asfalto blanco son perfecta pintura abstracta. Los bloques de tierra que deben trasladarse y moldearse para la construcción de los trechos hacen morir de envidia a cualquier artista del paisaje. Cuando uno se desplaza a 130 km/h (o en Alemania incluso al doble de velocidad) el mundo detrás de la ventanilla se funde en estrías coloridas. Y viajar en línea recta durante horas por paisajes de mediocre interés se parece en cierto modo a hacer un test de resistencia. No sorprende, pues, que ningún otro elemento de la infraestructura de tránsito haya sido tantas veces pintado, fotografiado, poetizado y cantado: desde Autobahn de Kraftwerk hasta Highway To Hell de AC/DC.

Pero también en las autopistas mismas puede descubrirse arte una y otra vez –a no ser que uno, como conductor, se haya hundido en la visión de túnel–. A veces una localidad se ha dejado convencer y ha permitido que artistas del graffiti pinten el muro de aislación sonora junto a la autopista. Otras, los carteles, que en los Estados Unidos y ahora también en Europa publicitan cosas cada vez más variadas, funcionan como telas gigantescas. En ninguna sala de exposición se encontrará tanto público como en una vía de varios carriles. Cuántas personas miran de verdad el cartel, ya es otra cuestión. Como sea, unos segundos después ya habremos dejado atrás la exhibición en el espacio público.

Arc Majeur: el arco gigantesco en Bélgica

En la autopista E411, cerca del castillo belga Lavaux-Sainte-Anne, en la región de Valonia, los viajeros se toparán (quiéranlo o no) con un gran nombre de la historia del arte. Allí, el escultor Bernar Venet, famoso por sus construcciones imponentes, instaló su Arc Majeur. Se trata de un arco de 60 metros de alto hecho de acero Corten, que parece hundirse de un lado de la ruta y aparecer por el otro. El mensaje de la obra es ambiguo. ¿La idea es enmarcar el sendero, insinuar una especie de túnel invertido o representar las consecuencias de un gran accidente con daños de carrocería? En cualquier caso, la creación de Venet es sin dudas una de las esculturas más grandes de Europa. Al lado de ese coloso curvado, los vehículos particulares y los camiones parecen autos de juguete. Por la noche, esa forma máxima de arte minimalista se ilumina con reflectores y así funciona como una especie de moderno faro de tierra.

 © Getty Images, Eric Lalmand

Cubos y cilindros en Francia

No tan espectacular pero muy ingenioso en lo conceptual es el arte de la autopista francesa A4 cerca de la ciudad de Reims. A lo largo de unos 25 kilómetros formas geométricas aparecen en los terraplenes al costado de la carretera: cubos y placas cuadradas, cilindros pintados y triángulos, o bolas en forma de globos. El conjunto es una obra del artista Guy de Rougemont, que esparció los objetos allí en 1974. Además de una introducción a la teoría de la forma y el color, la extensa obra contiene otro aspecto, el de la seguridad: dado que el trazado en ese sector es particularmente monótono y aburrido, esos llamativos objetos coloridos estimulan la atención de conductores y conductoras y así evitan que se duerman al volante. Ciertamente, no es algo común que el arte se preocupe tanto por el bienestar del público.

 Foto de Verena Hütter

Hueco de color en París

Especialmente la red de tránsito francesa parece ser suelo fértil para el arte a la vera de la autopista. En 2015, el dúo artístico hamburgués TenTen 1010 cubrió con imponentes superficies de color un tramo en desuso de la autopista parisina Périphérique. Los conductores que van por el nuevo tramo sólo ven formas coloridas a un costado. Únicamente desde arriba se revela la obra de arte en toda su forma. Desde la perspectiva aérea la pintura se ensambla en un hueco gigantesco, muy realista pero por suerte completamente inofensivo.

 © Getty Images, Joel Saget

Arquitectura de estación de gasolina en Austria

Quien después de horas de conducir necesite una pausa también encontrará arte en algunas zonas de descanso, aunque el gusto no sea siempre intachable. El ejemplo más famoso de estación de gasolina se encuentra en la A2 de Bad Fischau, Austria. El patio de recreo se diseñó según proyectos del artista Friedensreich Hundertwasser y se destaca por sus típicas torrecitas de colores y un jardín en la azotea. Si los conductores se sienten reyes de la autopista, aquí pueden quitar el pie del acelerador y descansar en un idílico castillo de fantasía. En una infraestructura cuyas zonas de descanso suelen ser tan uniformes como los postes de luz, estos diseños ermitaños son una variación bienhechora para los ojos de quien viaja.

 © picture alliance, Karl Thomas

Aunque casi en todas partes la autopista tiene el mismo aspecto, ella corporiza nuestra relación emocional con el tránsito individual motorizado, y el arte al costado del camino enfatiza esa relación. Las calzadas están asfaltadas con recuerdos de vacaciones de infancia, expectativas por llegar e impaciencia de no avanzar. A pesar de nuestras declaraciones en favor de un cambio en el tránsito, no estamos dispuestos a abandonar del todo las autopistas, pues ninguna otra red de caminos nos promete tanta libertad ni narra tantas historias. ¿Ayudará tal vez más arte en las ciclovías?

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