Los ideales desarrollados por la Bauhaus despejaron el terreno para que las vanguardias experimentaran y se desplegaran en diversas áreas, inclusive la poesía concreta brasileña, que mantuvo un diálogo intenso con la Escuela de Diseño de Ulm.
Años después de que el régimen nazi cerrara la escuela, fueron surgiendo en varios países del mundo instituciones en torno a algunos ex alumnos y ex maestros de la Bauhaus. En Alemania, durante la posguerra, la principal fue la Escuela de Diseño de Ulm, que inició sus actividades en 1951 y tuvo como uno de sus fundadores y primer director a Max Bill, artista y arquitecto suizo que había estudiado en la Bauhaus entre 1927 y 1928.
“Para mí es interesante observar el modo en que la Escuela de Diseño de Ulm impactaría más tarde en la estética brasileña. Diseñadores y artistas jóvenes brasileños fueron a estudiar a Ulm en los años cincuenta. Muchos volvieron a Brasil y se integraron a lo que podemos llamar industria cultural. No olvidemos que la ESDI de Río de Janeiro se concibió bajo el modelo de Ulm”, dice el investigador y profesor Nathaniel Wolfson, de la Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos.
Max Bill y Brasil
Los lazos de Max Bill con Brasil surgieron a finales de la década del cuarenta. Por esa época, el Ateliê Abstração, un grupo de pintores abstractos de São Paulo liderados por el artista franco-brasileño Samson Flexor, estableció un diálogo con Bill. Éste viajó a Brasil en 1950 para mostrar su trabajo artístico en el recién inaugurado Museo de Arte de São Paulo. Luego recibiría el primer premio de escultura en la primera Bienal de São Paulo, relata Wolfson.Las visitas de Bill impactaron de modo evidente en la escena artística brasileña y se volvieron objeto de polémicas cuando en 1953, en diversas conferencias, llamó al arte brasileño moderno “irresponsable” y “bárbaro”. En este sentido, analiza Wolfson, Bill fue un visitante y lector mucho menos sensible respecto a la cultura brasileña que Max Bense, cuyo trabajo Brasilianische Intelligenz. Eine cartesianische Reflexion, de 1965, contaba sus múltiples visitas al país a inicios de la década del sesenta y describía sus impresiones sobre Brasilia –la nueva capital– y sobre el arte y la literatura contemporáneos en términos equilibrados, sorprendentes, aunque a veces exóticos. Bense y Bill se conocían bien desde el tiempo que habían pasado juntos en Ulm.
El recorrido de las ideas
De acuerdo con el profesor Arlindo Stephan, de la Universidad Federal de Juiz de Fora, la herencia de la Bauhaus a través de la Escuela de Ulm influyó profundamente en el movimiento concreto de Brasil. “Podemos seguir el recorrido de las ideas, desde Theo van Doesburg, Walter Gropius, Otl Aicher y Max Bill y llegar hasta Waldemar Cordeiro en Brasil. El concretismo crea a partir de conceptos formales geométricos, su punto de partida es la matemática de las formas y esto lo relaciona con conceptos del diseño, la arquitectura y demás disciplinas proyectuales”, observa Stephan.Los poetas y teóricos Augusto de Campos, Décio Pignatari y Haroldo de Campos publicaron en Brasil el manifiesto “Plano-Piloto para Poesia Concreta” en la revista Noigandres (1958), que también daba su nombre al grupo que formaban. En el texto establecieron los parámetros de la poesía concreta, que incluía el espacio gráfico como agente de la estructura del poema. “El racionalismo de base conceptual constructivista de la Bauhaus –retomado por la Escuela de Diseño de Ulm después de la Segunda Guerra Mundial– estaba marcado por una concepción al mismo tiempo materialista y utópica del uso instrumental del diseño como base para la inserción de las artes en la vida cotidiana moderna”, dice Julio Mendonça, coordinador del Centro de Referência Haroldo de Campos.
Para Mendonça, este racionalismo constructivista tuvo gran influencia sobre todo en la primera fase de la poesía concreta, “desde la observación un perpendicularismo que espacializaba el texto de los poemas de forma no lineal hasta la acción deliberada para sacar la poesía del ámbito estrictamente literario e introducirla en espacios de convivencia pública. Entre tanto, no pasó mucho tiempo hasta que en la producción de los poetas concretos –principalmente (pero no sólo) en la de Haroldo de Campos– ese racionalismo entró en una tensión creativa y original con elementos barrocos, como ya percibió Max Bense a mediados de la década del sesenta”, agrega Mendonça.
Max Bense y Elisabeth Walther-Bense
El filósofo alemán Max Bense (1910-1990) fue, por lo tanto, el principal elemento de unión entre los concretistas del Grupo Noigandres y la Escuela de Diseño de Ulm. Además de profesor de semiótica, Bense fue escritor y poeta y fundó junto con su esposa, Elisabeth Walther-Bense, las revistas literarias Augenblick (1955) y reihe rot (1960). Sus teorías, que combinaban matemática, semiótica y estética, influyeron grandemente en la poesía concreta brasileña. El diálogo entre Bense y Haroldo de Campos se mantuvo activo por medio de una correspondencia de más de cuatro décadas.“Ciertamente, las visitas y los libros de Bense, muchos traducidos al portugués, tuvieron un impacto profundo”, opina Wolfson. “El primer viaje del matrimonio a Brasil fue a finales de 1961, cuando Bense visitó Brasilia –acompañado por el poeta João Cabral de Melo Neto, que escribió un poema sobre ese encuentro–, Río de Janeiro y São Paulo, donde asistió a la 6ª Bienal de São Paulo, organizada por Mario Pedrosa”, cuenta el investigador. El matrimonio visitó Brasil tres veces más antes de 1964.
Cultura brasileña en Alemania
Es interesante notar, señala Wolfson, que Bense y Haroldo Campos tuvieron también “una participación muy productiva en la difusión de la literatura brasileña en Alemania en los años de posguerra”. Haroldo de Campos viajó a Stuttgart en 1964 como profesor invitado de la Universidad Técnica y dio clases sobre João Cabral de Melo Neto, Oswald de Andrade, Guimarães Rosa y los poetas concretos, entre otros. A su vez, Bense expuso en la galería de la universidad obras de artistas brasileños, por ejemplo Mira Schendel, Lygia Clark, Aloísio Magalhães.“Creo que los visitantes de la exposición pudieron ver en esos trabajos una gama fascinante de experimentos sensoriales, críticas neoconcretas sobre el binarismo entre cuerpo y mente, investigaciones sobre las dimensiones no semánticas de la expresión lingüística y comentarios sobre el consumismo y las estrategias de publicidad. Esos trabajos, incluyendo la poesía concreta, ciertamente llevaron a los espectadores alemanes a analizar sus –en ciertos casos mal fundamentadas– suposiciones sobre la cultura brasileña, y tal vez hasta a cuestionar su propia naturaleza en cuanto observadores europeos de la vanguardia brasileña”, concluye el investigador.