Pluralidad versus centralización  La leyenda de los “blancos universales”

La leyenda de los “blancos universales” © Wilson Borja

Los últimos años estuvieron marcados por el crecimiento significativo de acciones orientadas a una supuesta “descentralización” dentro de las instituciones artísticas y culturales brasileñas. ¿Pero con qué intereses se hacen esos cambios? ¿Y cuán plural se vuelve, en realidad, el circuito oficial del arte?

El sistema de las artes es una de las vitrinas donde mejor se muestra cómo funciona la operación de las violencias coloniales en Brasil. Marcado por una extensa historia de genocidio y esclavitud, con escaso avance en las reparaciones y recientes retrocesos políticos que agravaron la situación, el país tiene en las artes un espejo de las secuelas de su historia. Fundado en exclusiones de diversos segmentos sociales, con espacios que rezuman blanquitud, elitismo y ferocidad, Brasil es una nación que todavía se siente cómoda al cooptar, juzgar y definir usando criterios muchas veces perversos, surgidos de trampas y sutilezas, cualquier producción visual que se aproxime a su centro.

En los últimos años, principalmente desde 2018, hemos visto un crecimiento significativo de acciones interesadas en la afirmación de la “pluralidad” y la “descentralización” dentro de las instituciones artísticas y culturales del país. Enfocadas generalmente en proyectos temáticos y puntuales, concentradas en las áreas de curaduría y programación pública, esas acciones refuerzan la ampliación del acceso a un público mayor, la variación de los perfiles, el aumento de investigaciones críticas en sus acervos, así como el combate de discriminaciones basadas en la raza, el género y la clase, además de la renovación de narrativas visuales y conceptuales. Sin embargo, incluso con este supuesto avance, puede verse que los cambios todavía se dan de modo tenue y se estancan si se sale fuera de las salas de exposiciones y los auditorios.

Casos emblemáticos

En 2022, dos casos se hicieron públicos y agudizaron los cuestionamientos a esas contribuciones y las contradicciones que hay en este momento en las artes. Uno de ellos se refiere a las situaciones vividas por Sandra Benites y Clarissa Diniz en el proceso curatorial de Núcleo Retomadas, parte de la exposición de curaduría colectiva Histórias do Brasil, realizada en el Museo de Arte de São Paulo (MASP). Con el ya reconocido programa de trabajo anual enfocado en un tema central que se realiza desde que asumió la actual dirección en 2014, el MASP ha incorporado el debate sobre su acervo abordando temas como feminismos, diásporas afroatlánticas, estudios de género, activismos, entre otros, ha organizado seminarios, cursos, ha adquirido nuevas obras y publicado sobre estos temas investigaciones, etc.

En 2018, la institución anunció la contratación de dos curadoras no blancas, las primeras en sus 71 años de existencia: Amanda Carneiro y Horrana Santoz. En 2019, admitió también a Sandra Benites, anunciada como la primera curadora indígena de una institución artística de Brasil. A pesar de su extenso currículum académico y su recorrido activista e intelectual, Benites no participó del calendario anual de curadurías del museo en los aproximadamente tres años en que estuvo en la institución. La primera curaduría que realizaría, una curaduría colectiva, se realizó después de su dimisión, en mayo de 2022.

Revisión superficial y posturas centralistas

En una acción valiente, Sandra Benites y Clarissa Diniz abrieron al público el trasfondo de la organización de la exposición, en la que, según ellas, el MASP había censurado parte fundamental del conjunto de obras. La lucha por la inclusión de la serie fotográfica de João Zinclar, André Vilaron y Edgar Kanaykõ, que retrata la lucha del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), derivó en un largo proceso de negociación pública entre las curadoras y la institución, que sólo después de la fuerte repercusión mediática y el pronunciamiento de artistas destacados, se mostró abierta a reconsiderar su posición.

En un principio, la actitud del museo, que afirmaba que estaba avanzando en la revisión de sus posturas coloniales, fue la de rechazar el pedido de Benites y Diniz, mostrando poco interés en mantener a la única profesional de origen indígena en su equipo curatorial. La salida de Benites y la postura agresiva del museo demostraron que no se elaboró una revisión de las éticas en el abordaje de las negociaciones y las relaciones, sobre todo cuando se trata de cuerpos disidentes.

Decisiones en manos de agentes blancos

Un caso igualmente contradictorio ocurrió entre el artista visual Maxwell Alexandre y el Instituto Inhotim, importante acervo de arte contemporáneo de Brasil. El 18 de noviembre de 2022, Maxwell Alexandre afirmó en una de sus redes sociales que no estaba de acuerdo con el proceso de participación de la exposición Quilombo: vida, problemas e aspirações do negro, correspondiente al tercer acto del proyecto dedicado al dramaturgo, artista y activista Abdias do Nascimento (1914-2011) y al Museo de Arte Negro (MAN), que contó con la participación de cerca de 34 artistas afrobrasileños contemporáneos.

Maxwell Alexandre, que solicitó el retiro de su obra de la muestra, manifestó que le desagradaron tanto el concepto curatorial como la postura de la institución. Y el descontento se intensificó por el hecho de que, simultáneamente, se había inaugurado la muestra O mundo é o teatro do homem, exhibición colectiva de tres artistas blancos sobre la narrativa curatorial de haber integrado el programa dedicado a Nascimento y al MAN.

Para Maxwell Alexandre, el problema no estaba en la participación en una muestra colectiva de artistas negros, sino en el modo en que la institución lidió con eso, poniendo “34 artistas bajo un título que sugiere el abordaje de sueños y problemas DEL NEGRO. Sin embargo [ponía] tres blancos bajo un título con énfasis en lo universal, en el mundo, en la humanidad. Y no es una muestra permanente, es una exposición temporal. Lo que tenemos es, una vez más, el negro tratado antropológicamente por una institución blanca con agentes blancos que toman decisiones”, señaló el artista.

Falta de compromiso real

Frente a esto, debemos preguntarnos cuáles son los intereses para hacer anuncios de revisionismo y pluralidades en las instituciones de arte en Brasil. ¿Qué falta para superar los límites de la mera exhibición y conceptualización? Tal vez las respuestas a esas preguntas estén en la base de este país, que constantemente enmascara sus violencias. Probablemente, mientras no haya un compromiso real de las artes con cambios profundos y permanentes, tanto en la práctica como en la teoría, presenciaremos situaciones como esas.

Evidentemente, hay resultados y experiencias notables que, incluso dentro del sistema hegemónico, muestran esfuerzos genuinos e impactantes, como el importante trabajo de los sectores educativos y de los profesionales de la museología social. Con proyectos comprometidos, de base colectiva, participación social y acumulación de investigación y crítica, esos sectores demuestran que hay formas de modificar la vitrina.

Ejemplos positivos

Un proyecto que merece ser destacado es el proyecto pedagógico del Museo Afro Brasil, reconocido por su constante compromiso con la lucha antirracista y con la construcción de pedagogías para la libertad. Desde la fundación de la institución en 2004, el sector pedagógico ha promovido acciones variadas, cursos, conferencias, investigaciones, visitas, etc. con muchos ejes sociales, cambiando perspectivas de futuros alumnos, profesores y de sus propios educadores. Incluso ante las contradicciones del museo, su sector pedagógico sigue actuando en el camino de la participación y el cambio.

Otro proceso que muestra avances en nuevas direcciones es el que involucra a ecomuseos y a museos comunitarios del país. La museología social ha mejorado las formas de organización de los acervos, de las investigaciones y programaciones, ha cambiado también los formatos de relaciones personales y sociales sobre la base de valores éticos, del combate de individualismos, disputas y competencias. Son ejemplos de que, incluso con tantos obstáculos, es posible e indispensable alterar la estructura de las instituciones desplazando y ampliando el centro más allá de los márgenes.

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