La destrucción del medio ambiente se refleja en los trabajos de artistas latinoamericanos. Este enfoque puede ser observado ya desde el siglo XIX.
A inicios del siglo XIX, Alexander von Humboldt vinculó la reducción del nivel del agua del Lago de Valencia, en Venezuela, con la deforestación de la región. La historiadora Claudia Mattos Avolese, profesora del Instituto de Artes de la Universidad del Estado de Campinas, señala que esta conexión hecha por el naturalista prusiano influyó a artistas e intelectuales de aquel período en Brasil. “Las sequías y la crisis de abastecimiento de agua en la ciudad de Río de Janeiro generaron debates ambientales a partir de 1840 aproximadamente, en instituciones como el Instituto Histórico y Geográfico brasileño, que trabajaba con la hipótesis de que la deforestación provocada por la expansión del cultivo de café había comprometido las nacientes de agua”, dice la investigadora. “En esa época, algunos artistas vinculados al IHGB se comprometieron con esa problemática del país”.Entre ellos se encontraba el pintor francés Félix-Émile Taunay, radicado en Brasil en el siglo XIX, miembro fundador del IHGB y entonces director de la Academia Imperial de Bellas Artes, de Río de Janeiro. En 1843 produjo el cuadro Vista de um mato virgem que se está reduzindo a carvão, donde muestra la deforestación provocada por la actividad económica. Para Avolese, se trata del punto de partida de una tradición nacional que usa la pintura como espacio para visualizar debates sobre la ocupación del suelo y la explotación de los recursos naturales. Felipe Chaimovich, curador del Museo de Arte Moderno de São Paulo sostiene: “Hoy hay una preeminencia debida a la crisis ambiental que estamos viviendo, pero se trata de un tema presente desde el siglo XIX en el arte brasileño”.
Ecología como resistencia a la dictadura
Estudiosa del arte brasileño del siglo XIX, Claudia Avolese se dedica actualmente al proyecto de investigación Arte, ecología y compromiso político en Brasil (1964-1985). “Mi proyecto busca mostrar que el compromiso de los artistas en causas ecológicas fue una herramienta importante en la resistencia al régimen militar brasileño”, dice la investigadora. Lo que atrajo su atención sobre ese período fue la muestra Hileia Amazônica (1972), realizada en el Museo de Arte de São Paulo, con la curaduría del entonces director de la institución, Pietro Maria Bardi. El objetivo de la exposición era lanzar una mirada crítica sobre el Plan Nacional de Integración del gobierno del general Emílio Garrastazu Médici (1969-1974), que pretendía construir rutas en la selva y colonizar la región sin realizar consulta alguna a la población local, en este caso, por ejemplo, a los indios ianomâmis.Entre otras cosas, la exposición mostraba proyecciones imágenes de los ianomâmis hechas a inicios de aquella década por dos fotógrafos extranjeros radicados en Brasil, el norteamericano George Love (1937-1995) y la suiza Claudia Andujar. Hasta hoy aguerrida defensora de aquel pueblo, Andujar es una de las personas gracias a las cuales se obtuvo la demarcación de la Tierra Indígena Yanomami, en 1992, localizada en los estados de Roraima y Amazonas.
Artivismo político
“La década del setenta marca la eclosión de la temática ambiental en todo el mundo y Latinoamérica no es inmune al tema", señala Júlia Rebouças, cocuradora de la 32ª Bienal de São Paulo (2016) y de la 9ª Bienal del Mercosur (2013). “Como muchos países latinoamericanos estaban bajo el yugo de gobiernos militares, la cuestión ambiental se alineaba a otras temáticas como el activismo político”.Uno de los nombres que surge en la década del setenta es el del poeta, compositor, periodista, escritor, educador y artista visual Bené Fonteles, oriundo de Paraná, que, no por casualidad, se declara “artivista”. Entre otras acciones, durante la 19ª Bienal de São Paulo (1987) lanzó el Movimiento Artistas por la Naturaleza y participó de la creación del Parque Nacional da Chapada dos Guimarães, en el estado de Mato Grosso, en 1989. Otro nombre esencial en este contexto es el del artista plástico polaco naturalizado brasileño Frans Krajcberg (1921-2017), que se convirtió en una de las primeras voces contra la deforestación del Amazonas y acostumbraba utilizar en sus obras materiales como troncos muertos y cortezas de árboles.
Ahora bien, la denuncia de la destrucción de la Amazonia no estuvo sobre el tapete sólo en el arte brasileño. El artista colombiano Jonier Marín, por ejemplo, presentó en 1976, en la Pinacoteca del Estado de São Paulo, la exposición Amazonia Report. Allí reunió trabajos como Sublinhados, un manifiesto contra el genocidio de las etnias de la región escrito con frases sacadas de artículos sobre la cuestión indígena publicados en revistas brasileñas.
Industria alimentaria y agronegocio
“A pesar de que muchos gobiernos despreciaron esta temática, la cuestión ambiental es el problema más urgente que debemos resolver en el mundo ahora y los artistas contemporáneos no son ajenos a la cuestión”, señala Cauê Alves, curador del Museo brasileño de Escultura y Ecología (MuBE). Uno de los recortes de esa discusión hoy es el activismo alimentario, elemento caracterizador de la obra del artista paulista Jorge Menna Barreto, que presentó Restauro (2016) en la 32ª Bienal de São Paulo y en la galería Serpentine, de Londres. El site specific ofrece al público comida vegana para plantear varias cuestiones ligadas a la producción de alimento del mundo contemporáneo, como la homogeneización del paladar causada por la industria alimentaria, la destrucción de la naturaleza a consecuencia del agrogenocio, y nuestro papel dentro de ese proceso. “Es una discusión que comienza en nuestro cuerpo y llega al medio ambiente”, señala Rebouças.La misma cuestión moviliza a la costarricense Lucía Madriz, cuyos trabajos, por ejemplo la instalación Eres lo que comes (2009) y Dinner Party (2018), realizados con granos de maíz, arroz y legumbres, llaman la atención sobre los daños socioambientales provocados por la utilización de semillas genéticamente modificadas.
Distopía y revisión del concepto de naturaleza
Organizador del Seminario Internacional Arte y Naturaleza, el curador, artista visual y profesor de la Universidad de São Paulo (USP) Hugo Fortes observa que muchos trabajos contemporáneos plantean una postura crítica sobre las relaciones entre la naturaleza y la ciencia. “Aunque no siempre están comprometidas con lo ecológico, esas obras buscan volver más visible la manipulación de la naturaleza por parte de la ciencia y el actual distanciamiento entre hombre y naturaleza”.La curadora carioca Beatriz Lemos, creadora de Lastro – Intercâmbios livres em arte, proyecto colaborativo orientado a artistas de Latinoamérica, percibe algo parecido. “Muchos artistas contemporáneos, e incluyo a los artistas latinoamericanos, están reviendo el concepto de naturaleza. Algunos, como Ivan Henriques, carioca radicado en Holanda, piensa un mundo distópico, donde la naturaleza ya no existe si no es reinventada”.
Ecuador y México
En el escenario contemporáneo, también hay artistas que se vuelcan a cuestiones locales para abordar temas universales. Según Lemos, éste es el caso del ecuatoriano Juan Carlos Léon, que actualmente está haciendo la serie artística, tecnológica y ambiental, Cuando el río era río, una de cuyas metas es analizar la calidad del agua del río Ambato, en Ecuador.Otro ejemplo es el artista visual e ingeniero mexicano Fernando Palma Rodríguez, que usa basura reciclable, entre otros materiales, para componer esculturas robóticas que exhibió el año pasado en la muestra individual In Ixlti in Yollotl, We the People, en el MoMA, Nueva York. Además de su trabajo artístico, Rodríguez está al frente de Calpulli Tecaldo, una organización no gubernamental que lucha por la preservación de la etnia Nahua, de la que forma parte. En 2017, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, México, organizó Guex Liu, Kuu ñunro, Totlalhuan, Nuestra tierra, Our land, una retrospectiva sobre la obra del activista, que en esa oportunidad declaró: “Tenemos que repensar la idea de consumo, repensar nuestra tecnología, nuestra ciencia. Y a nuestra tierra, tenemos que amarla y protegerla”.
abril 2019