“Cuerpos indóciles y mentes libres” es un programa de la Penitenciaria Femenina de Salvador que prevé la reducción de la pena por medio de la lectura. La idea es promover a través del arte el fortalecimiento de las identidades y subjetividades de las mujeres condenadas.
En el penal de mujeres de Mata Escura, en Salvador de Bahía, se produce un movimiento que va a contracorriente del proceso de deshumanización de las mujeres allí encarceladas. Desde 2010, el proyecto Cuerpos indóciles y mentes libres comparte en la prisión diferentes lenguajes artísticos por medio de clases y talleres. La idea es llevar arte y cultura a la precaria vida cotidiana de las internas, para que puedan cultivar las subjetividades e identidades que la dinámica del encarcelamiento tiende a anular.“Las mujeres que están presas, sometidas a la violencia moral, física y también psicológica promovida por el sistema, incorporan la idea de que merecen ese trato y aceptan la animalización que promueve la cárcel”, dice Denise Carrascosa, abogada, profesora de literatura de la Universidad Federal de Bahía y coordinadora del proyecto.
El objetivo concreto de la iniciativa es la reducción de la pena a través de la lectura y el estudio. Por cada libro leído y reseñado las mujeres sentenciadas pueden disminuir legalmente su condena en cuatro días. Además, el proyecto negoció con las instancias jurídicas competentes de Salvador el reconocimiento de los talleres como tiempo de estudio y así garantizó otro instrumento legal de reducción de la pena. En 12 años de proyecto, más de 270 mujeres pasaron por talleres de literatura, música, teatro, fotografía, cine, artes plásticas, pero sus beneficios llegan también a las que no fueron seleccionadas para los talleres, ya que la Biblioteca Mentes Libres, lanzada por el proyecto en 2013 dentro del presidio, posibilita que ellas disminuyan sus condenas a través de la lectura.
Memorias de la cárcel
Otro fruto del proyecto son los textos producidos en la cárcel, reunidos artesanalmente en un libro al final de cada taller y presentados con la presencia de la dirección del presidio, personalidades, juristas y entidades de derechos humanos: una herramienta que convence acerca del potencial de esas mujeres. Carrascosa piensa que el contacto con el arte y la oportunidad de expresarse por medio de textos orales, literarios y performances funcionan como una especie de “disminución subjetiva de la culpa” y así puede combatirse la anulación social que impone la prisión.Sin embargo, advierte que no hay una perspectiva salvífica del arte ni una romantización de la libertad, o sea, ningún elemento que pueda transmitir la idea de que el “arte libera” o cosas por el estilo. “La imaginación de esas mujeres encarceladas, en confluencia con el lenguaje artístico que proponemos, puede generar una perspectiva menos limitada sobre sus proyectos de vida y su futuro al enfrentar afectos como el miedo, la rabia y la angustia”, observa Carrascosa.
Negras, jóvenes, pobres
Según datos del Infopen (Relevamiento Nacional de Informaciones Penitenciarias) de 2020, Brasil tiene en régimen de privación de libertad 29 mil mujeres, que representan cerca del 5% de la población carcelaria. Ese porcentaje no es el máximo histórico. En 2000 fue de 5,6% y hubo un pico de casi 41 mil presidiarias en 2016, muy relacionado con la detención por tráfico de drogas, delito que es causa de más de la mitad de los encarcelamientos femeninos actuales. Los datos y los activistas indican el perfil de la mayoría de las presas: mujeres negras, jóvenes, pobres y de baja escolaridad. Del total de mujeres privadas de libertad en la actualidad, el 68% son negras. En Bahía ese porcentaje es mucho mayor y llega a 90% de las 366 encarceladas en el estado.El proyecto Cuerpos indóciles y mentes libres, albergado por el Programa de Extensión de la UFBA, sigue principios que, según los organizadores, van más allá del abolicionismo penal, teoría criminológica que propone diversas formas de resolución de conflictos excluyendo el castigo. “No basta con abolir la prisión. También cuestionamos el principio de la indidividuación de la pena, y para eso tenemos en cuenta la filosofía africana, según la cual cuando en una comunidad un individuo cruza la frontera de lo que está prohibido se busca diagnosticar el problema de la comunidad como un todo. Pensamos que la pena individualizada termina alcanzando de modo violento especialmente a los negros, las mujeres, los migrantes, las poblaciones LGBTQIA+, a la población pobre y suburbana, y esto es resultado del racismo, del sexismo, del elitismo presentes en el propio sistema judicial”, dice Carrascosa.
“No soy bicho, soy mujer”
Ilma Barbosa, salida del penal de Mata Escura, afirma que los talleres eran un “sosiego” en sus vidas y les daban la libertad para expresarse cada una a su modo. “Cuando era niña, quería escribir novelas para conmover con palabras de amor el corazón de las personas”, dice Barbosa, que en la cárcel leyó mucho y tuvo la posibilidad de contar la historia de su vida escribiendo una cantidad inmensa de cuadernos que espera publicar algún día con la ayuda de la profesora Carrascosa. “También me gustaba el teatro y participé de una performance en que decíamos bien fuerte: ‘No soy bicho, soy mujer’”.Debido a la pandemia del Coronavirus, a partir de 2021 el proyecto se restrucuturó y pasó a ser virtual. Se inauguró el taller Diálogos Abolicionistas, que pone el foco en novelas de autores y autoras negras de diferentes generaciones, tales como Geni Guimarães, Conceição Evaristo, Miriam Alvez, Ana Maria Gonçalves, Edimilson de Almeida Pereira , Eliana Alves Cruz e Itamar Vieira Júnior, que participaron de debates online y reflexionaron sobre sus obras y la causa abolicianista.
Desacralizar la literatura
Uno de los puntos más altos de los lives, que pueden ser vistos en el canal Diálogos Abolicionistas de YouTube, es el momento en que los escritores revelan sus técnicas de creación y práctica de escritura. Ana Maria Gonçalves, por ejemplo, cuenta cómo pegó en la pared 100 hojas de papel divididas en tres grupos e iba anotando allí las acciones de Kehinde, protagonista del épico Um defeito de cor (Un defecto de color), además de los acontecimientos históricos del país y el destino del resto de los personajes. Por su parte, el escritor Itamar Vieira Júnior confesó que en realidad escribió primero la segunda parte de la novela Torto Arado (Torcido arado) hasta que se dio cuenta de que allí había una historia no contada y se dedicó a crear la primera sección del libro.Según Vieira, abordar el método de creación fue muy importante para aquellas mujeres. “Pienso que primero desacraliza la literatura, la saca del pedestal, y cuando mostramos cómo hacemos nuestro trabajo ellas pueden comprender mejor e identificarse con algunos procesos. Y al desacralizar, mostramos que la literatura puede ser experimentada por cualquier persona que quiera experimentarla. Tal no vez no sean muchas las mujeres que quieran, pero algunas tal vez tengan la voluntad de escribir, de contar historias, sean ficcionales o no.”
Libertad versus opresión
Vieira opina que las mujeres privadas de libertad se ven representadas en Torto Arado. “Los protagonistas de la historia también son negros y también viven en una situación de extrema vulnerabilidad. Se habla de personas que experimentan la herencia de ese sistema perverso que fue el sistema esclavista, que todavía hoy repercute. Tal vez esas mujeres desean lo mismo que los personajes: liberarse de un régimen opresor”.Sin creer en la función social de la literatura, Viera considera que en el contexto de la lucha contra el encarcelamiento puede otorgarse a la literatura un sentido de cambio que ayude a la reflexión. “Es una lucha que no es sólo de ellas porque nuestro sistema penitenciario no restituya la dignidad a la vida de las personas, no reforma, no educa. Tiene que ser una lucha de todos”, concluye.