La educación, espacio juvenil por excelencia, deja mucho que desear en un país Brasil, corroído por todo tipo de crisis. A pesar de esto, muchos jóvenes nadan contra la corriente, implementan cambios comportamentales y se insertan en la política. Un sueño posible.
Los procesos de vivencia de la juventud son muy variables, pero la actividad esencial de los jóvenes es (o por lo menos debería ser) la educación. La educación es el lugar donde se los convoca para dar cauce a sus sueños respecto al futuro. La pandemia del Coronavirus reveló, sin embargo, fracturas estructurales que existen en la sociedad brasileña. “Los sueños de los jóvenes de hoy están muy vinculados a una denuncia del dolor”, afirma la socióloga Helena Abramo, investigadora de referencia en los estudios sobre jóvenes y ex asesora de la Secretaría Nacional de Juventudes. “Los jóvenes están hablando sobre cosas significativas que atañen a todo el mundo. Debemos tener la apertura suficiente para escucharlos, ya que los sueños más significativos vienen de la resistencia, de la necesidad de enfrentar los dolores del presente”.“Escuela de Testimonios”
En este contexto, la escucha efectiva es uno de los principales desafíos de la vida colectiva. “En Brasil, no nos escuchamos, no nos oímos. Todo está segregado (SEGREGADO), afirma Joana Zatz Mussi, integrante del Grupo Contrafilé. Este colectivo paulista de producción de arte y educación desarrolla desde hace veinte años herramientas de participación y escucha a partir de experiencias colectivas. “Una de nuestras urgencias es desobedecer los lugares fijos y socialmente predeterminados para experimentar otras conexiones y otros modos de mirar” explica Cibele Lucena, que también integra el grupo.En 2019, Contrafilé creó el dispositivo La Escuela de Testimonios a partir de la colección del Memorial de la Resistencia de São Paulo sobre el período de la dictadura militar en Brasil. El dispositivo utiliza una mesa-pizarra para registrar lo aprendido en conjunto. “La gente siempre oyó mucho la historia de la izquierda blanca. En este trabajo, elegimos testimonios que hablan de otras historias: ¿Cómo era ese proceso de ser negro, LGTBQIA+, indígena y luchar a partir de cierto cuerpo?”, plantea Mussi. Para la artista e investigadora, “la escucha crea un lugar nuevo, que no es uno ni el otro, es un lugar tercero que abre perspectivas”.
Cuestión de poder
Mona Kizola (pseudónimo de Jeane Oliveira), joven de 19 años de Salvador de Bahía, también piensa que los testimonios pueden mover mundos. En 2021, ella participó de la campaña Mi historia de vida importa, propuesta por la ONG Cipó Comunicação Interativa, con el objetivo de inspirar a otros jóvenes a que fueran lo que quisieran ser independientemente de la norma. “Como joven negra, suburbana, lesbiana, seguidora del candomblé, tengo una parte de mis sueños cortada por el sistema. Ya cortaron mi cabeza, pero no me rindo. No voy a dejar que nada apague esa llama. En la sociedad hay mucha discriminación y mucho preconcepto que nos impiden alcanzar nuestro objetivo. Me refiero a las oportunidades, pero también al poder”, agrega Kizola. Para la socióloga Abramo, esos jóvenes, que reivindican derechos y se oponen a la tragedia que azota a parte de la población brasileña, se encuentran ante todo en la lucha primordial por el simple derecho a la vida. “El punto central es no morir de hambre ni por culpa del virus. En estas condiciones, el espacio para el joven no existe, porque la juventud tiene que trabajar entre 12 y 14 horas por día, en un escenario sin políticas públicas, inclusive en el campo”, denuncia Jailma Lopes, del Coletivo Nacional Juventude del Movimento dos Sem Terra (MST), en referencia a un contexto que inviabiliza la participación de los jóvenes en la vida pública.“Emprendedurismo negro”
“No sólo debemos generar empleo y renta. También debemos lidiar con la concepción que los jóvenes tienen hoy del mercado laboral, por ejemplo, cuando aceptan el modelo de negocios de Uber creyendo que es una oportunidad. El emprendedurismo negro es una estafa muy bien contada”, alerta Jocivaldo Bispo da Conceição dos Anjos, coordinador de Políticas Públicas para la Juventud en Procesos Educativos del estado de Bahía. El sueño juvenil de la autonomía financiera es, por lo tanto, uno de los principales aspectos en disputa.Abramo hace referencia, por ejemplo, al movimiento de visibilidad social liderado por los repartidores de aplicativos, que produjo divergencias y conflictos en la opinión pública brasileña. Los repartidores, en su mayoría jóvenes negros y suburbanos, revelan lo que está por detrás del sueño de trabajar con autonomía de jornada, horario y movilidad. Son ideas que los jóvenes estiman pero que, en el marco de la flexibilización absoluta del trabajo, acaban transformadas en su contrario. “Lo que resulta es encarcelamiento más que autonomía juvenil, porque se crea la falsa idea de que el problema no es colectivo”, señala Anjos
Obstinación creativa
En octubre de 2021, el Centro de Investigación e Inteligencia del Instituto Update lanzará la investigación Nosotros en el poder: jóvenes rediseñando el mundo de la política ahora, que aspira a dar visibilidad a los liderazgos jóvenes brasileños presentes en la política institucional y que actúan a partir de prácticas de innovación. Para este estudio, se entrevistaron 33 jóvenes de municipios pequeños y grandes que ocupan cargos políticos en el nivel de los municipios y de los estados. “Son personas que tiene una obstinación creativa. Entienden la política como herramienta de transformación social y fortalecen la imaginación política, ya que traen nuevas prácticas, promueven el diálogo intergeneracional, la reconstrucción del tejido social con más resiliencia y educación política”, dice Larissa Dionísio, coordinadora del proyecto Emergencia Política Jóvenes, del Instituto Update.La investigación Nosotros en el poder... revela también la importancia de visibilizar las historias y los desafíos de esos jóvenes electos para que consigan mantenerse vivos y presentes. Los jóvenes negros, indígenas, LGTBQIA+ y las mujeres son los principales blancos de las violencias simbólicas y amenazas a la integridad física que aparecen una y otra vez en la política institucional, concluye el estudio. “Es una estrategia: este cuerpo no puede estar allí, en ese espacio hermético, porque su presencia, por sí sola, va a generar transformación”, explica Dionísio. Los participantes de la investigación consideran la diversidad una metodología de cambio y actúan a partir de lógicas más horizontales y abren espacios para la participación y la descentralización del poder. “La política se vuelve un campo de afectos, posibilidades y encuentros, un espacio más acogedor, que atrae a la gente”, señala la coordinadora.