El Río Marañón en Perú  ¿Puede el agua tener derechos?

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(Outros) Fundamentos © Aline Motta

Derecho a fluir, a permanecer libre de contaminación, a ser recuperado: estos son algunos de los derechos garantizados por la justicia peruana a un río. ¿Cómo fue el proceso jurídico y en qué medida podría este caso ofrecer un modelo para proteger la naturaleza?

En un pequeño y apartado despacho judicial de la Amazonía peruana se produjo en marzo de 2024 uno de los fallos judiciales más innovadores de la historia del Perú y del continente americano: el juzgado mixto de Nauta reconoció al Río Marañón –principal fuente hidrológica del Río Amazonas– como sujeto de derechos jurídicos.

La sentencia es la cúspide de años de lucha de las mujeres de la comunidad indígena Kukama. Cansadas de padecer los constantes derrames de petróleo en el río que les da sustento físico, cultural y espiritual, el grupo de activistas articuló junto a un equipo de abogados aliados un caso basado en la cosmovisión Kukama. El fallo se suma a una creciente ola de jurisprudencia internacional que ha otorgado derechos a los ríos Atrato, en Colombia; Whanganui, en Nueva Zelanda y Magpie, en Canadá.

Para el pueblo Kukama, como lo es para otros pueblos indígenas, el Marañón es una entidad natural merecedora de derechos, con un valor intrínseco y no sólo en relación a lo que puede ofrecer a los seres humanos.

Mari Luz Canaquiri, presidenta de la Fundación Huaynakana Kamatahuara Kana y Maritza Quispe, abogada del Instituto de Defensa Legal, hablaron con Revista Humboldt sobre lo que significa este fallo histórico no sólo para el Río Marañón y las comunidades que viven en sus riberas sino para la jurisprudencia internacional.

Cosmovisión: el río como ser vivo con derechos

Los argumentos de las mujeres Kukama que convencieron a la jueza de otorgarle derechos al río son muy claros: “El río es el corazón de la vida, es lo que nos da la fuerza; es un ser vivo que tiene espíritu de gente. Trae el agua, trae los peces, trae las fieras que viven debajo del agua y cada cual tiene su función, al igual que las plantas y los montes. Gracias a la Amazonía que tenemos los montes, porque los montes también dependen del agua, dependen de los ríos. Los montes viven por el río. Cuando el agua se evapora, sube y luego cae, la lluvia alimenta las plantas y gracias a ellos, pues vivimos todos, también los seres humanos”, explica Mari Luz Canaquiri, nacida y criada en la región.

A lo largo de su vida ha visto muchos derrames de petróleo en el Río Marañón así como extracciones mineras e iniciativas que pretendían construir hasta 20 represas en ese cuerpo de agua. A pesar de la explotación petrolera, su comunidad sigue sumida en la pobreza y el abandono. Cansada de marchar, de protestar, de sentarse en mesas de diálogo y de firmar actas de entendimiento entre comunidades indígenas y representantes gubernamentales que
nunca llegaban a nada, Mari Luz y sus compañeras de la Fundación, decidieron buscar otra forma de defender el río y a la vida que depende de él.

“Después de cada derrame de petróleo hay epidemias, nos da dolor de ojos, vómitos, diarrea, alergias, falta el alimento, los pescados se mueren y también los animales de tierra… El gobierno habla de desarrollo. ¿Cuál desarrollo? A nosotros no nos ha traído nada. Y si no actuamos todo esto va a ser invadido, contaminado. Lo mismo pasa con la deforestación. ¿Dónde van a vivir nuestros hijos? Los hijos de todos, en realidad, porque cuando se contamine toda el agua, se talen todos los árboles, dinero no van a beber; dinero no van a respirar”, dice esta líder comunitaria que se abrió paso junto a otras mujeres en medio del machismo y que hoy se sostiene firme a pesar del acoso que han sufrido a causa de su activismo.

La argumentación legal

Maritza Quispe hace parte del Instituto de Defensa Legal, que ha acompañado a las Kukamas en su desafío al status quo y explica: “Nosotros ya habíamos llevado varios casos de violaciones sistemáticas de derechos humanos de poblaciones vulnerables y en esa zona ya habíamos pedido la protección del derecho al medio ambiente, a la salud y al agua. Cuando las mujeres Kukama se aproximaron a pedir nuestro apoyo para articular la demanda, vimos que hay un tema recurrente de derrames de petróleo en el río y en lugar de volver a pedir la defensa de esos derechos optamos por una nueva vía: la protección de los derechos del río”.

Para hacerlo, la defensa se basó en la cosmogonía Kukama y en un par de antecedentes jurídicos; por un lado, el reciente reconocimiento de derechos al Río Atrato, en Colombia y por otro, un par de sentencias en las que jueces peruanos recalcaban la importancia de que la naturaleza sea reconocida como sujeto de derechos.

“En el fallo sobre el Río Marañón, la jueza declara que el río tiene un valor intrínseco y que este valor intrínseco forma parte del contenido constitucionalmente protegido del derecho al medio ambiente y que como tal, tiene que ser defendido. Entonces le otorga al Río Marañón y a sus afluentes derecho a fluir, a brindar un ecosistema sano, a fluir libre de toda contaminación, a alimentar y ser alimentados por sus afluentes, a la regeneración de sus ciclos naturales, a la conservación, a la recuperación y derecho a ser representados. Y además, le ordena a Petroperú que haga el mantenimiento adecuado del oleoducto peruanoy realice la actualización del instrumento de gestión ambiental para que se haga efectiva esa protección”, dice Maritza.

Entre los antecedentes favorables a la sentencia del Río Marañón está un pronunciamiento del Tribunal Constitucional –máximo intérprete de la Constitución en Perú–, que al referirse a la falta de acceso al agua potable que sufren los pobladores de Iquitos, capital amazónica, habla de la importancia de reconocer visiones no sólo antropocentristas, sino también biocentristas y ecocentristas, que ponen en el núcleo de la discusión la interdependencia del medio ambiente y los seres vivos.

Otro instrumento jurídico importante a nivel regional es el reciente fallo de la Corte Interamericana en el caso La Oroya versus Perú. En este caso, esta Corte, además de responsabilizar al Estado peruano por la violación de los derechos de ambiente sano, la salud y la vida de ochenta pobladores de La Oroya –que fueron expuestos a metales pesados por actividades minero-metalurgicas–, habla de la necesidad de reconocer y defender los derechos de la naturaleza.

Transfomar la realidad a través de casos jurídicos

Si bien el fallo a favor del Río Marañón está siendo apelado por Petroperú, es un caso relevante y suma en este esfuerzo, gota a gota, para ir transformando la realidad a partir de nueva jurisprudencia. “Ahora que el Estado peruano está otorgando una serie de permisos para que se realicen actividades extractivas en las fuentes de agua, yo creo que este fallo esimportante para proteger no solo al Río Marañón sino como dice la sentencia, a todos sus afluentes y también para que otras municipalidades puedan hacer lo mismo”, dice la abogada Maritza Quispe.

Entre lágrimas –de emoción por lo que se ha logrado pero también de angustia por la impotencia de ver la realidad de su comunidad– Mari Luz Canaquiri dice: “No lo hago por mí, lo hago por los niños inocentes, por las mujeres que nunca han sido escuchadas en los rincones de los países pobres. ¡Basta ya! Si haces un daño, lo tienes que reparar. Se han aprovechado tanto de nuestros recursos; se me parte el corazón de hablar de la realidad en la que vivimos. Pero no nos vamos a dar por vencidos, si tenemos que dar la vida en esto, así será”.

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