El océano es fuente de alimentos, determina el tiempo e influye en el clima. Si no lo protegemos es imposible nuestro desarrollo sustentable en tierra firme. Martin Visbeck, doctor y catedrático, habla sobre la fascinación del océano, su significación para nuestra vida y la urgente búsqueda de soluciones estructurales durante la Década Oceánica.
¿Qué lo fascina tanto del océano al punto de que constituye el núcleo de su trabajo científico?Aunque crecí en la Landa de Luneburgo, muy lejos del mar, el océano me fascinó desde siempre. Cuando iba a la escuela me gustaba navegar a vela y después se agregó también el surf. Después de travesías a vela por el Atlántico y el Pacífico me quedó claro que la pasión por el océano estaba profundamente arraigada en mí. En última instancia, fue ese entusiasmo lo que me llevó a la investigación marina.
De 2021 a 2030 está teniendo lugar la Década Oceánica declarada por la ONU, en la que usted está fuertemente involucrado. ¿Por qué las Naciones Unidos convocaron a esa iniciativa de largo plazo?
La Década Oceánica de la ONU promueve la investigación y la colaboración internacional para explorar los desafíos y oportunidades que plantean los océanos de modo global. La consigna central que ha propuesto la ONU, “No dejar a nadie atrás”, refleja la ambición de incluir a todos los países y comunidades, en especial a las regiones pobres en recursos. A través del intercambio de saberes entre el Norte y el Sur se encontrarán y se fomentarán los caminos para un desarrollo sustentable.
¿Qué papel juegan los países insulares como Fiyi y Kiribati, que dependen mucho del mar?
Los pequeños países insulares a menudo consideran el océano un espacio económico. Esto lleva a que apuesten más al aprovechamiento que a la protección. El desafío consiste en unir ambos aspectos: ¿cómo podemos explotar el océano de modo sustentable y al mismo tiempo protegerlo? Esas regiones se encuentran ante encrucijadas especiales que debemos abordar globalmente. Pero es importante ir más allá de los clásicos temas ambientales como la pesca excesiva, la contaminación y el cambio climático. Precisamente esa tensión, ese conflicto entre protección y aprovechamiento está en el centro de la Década.
¿Dónde ve las mayores carencias de la investigación oceánica?
Las mayores carencias están en las profundidades de más de cien metros. A pesar de los avances tecnológicos que proporcionan datos de las superficies, la mayor parte del interior del océano, incluido el fondo del mar, todavía no ha sido investigada, pues es muy difícil acceder a esas profundidades. Como sea, de una manera u otra la explotación del océano se produce en la zona costera, que es mucho más accesible. El desafío consiste en fomentar prácticas sustentables que combatan la contaminación que viene del continente, y evitar la pesca excesiva. La Década aspira a investigar alternativas alimentarias más sustentables, como los moluscos y las algas, y a la vez establecer una administración eficaz del mar, esto es, una gobernanza del océano, para minimizar la explotación abusiva.
En tierra no podemos construir o explotar cultivos en cualquier lado. ¿Cómo es en el caso del mar? ¿Hay regulaciones que restrinjan dónde se puede pescar o construir, para proteger la vida marina y al mismo tiempo aprovechar el océano de modo sustentable?
Muchas veces para el mar faltan esas regulaciones bien articuladas. Si queremos aprovechar el mar de modo sustentable y protegerlo sólo podemos servirnos de la llamada Planificación Espacial Marina. El punto clave es que a menudo nos faltan los datos necesarios para elaborar esa planificación. Comparada, por ejemplo, con la investigación de la atmósfera, gracias a la cual instituciones estatales producen pronósticos del tiempo, la investigación del mar no ha avanzado tanto y a menudo nos contentamos con datos incompletos, lo que lleva a decisiones que no son las mejores.
¿Qué tiene de especial la Década Oceánica de la ONU?
La Década Oceánica de la ONU intenta considerar el océano en su totalidad y no sólo algunos aspectos como el clima o la contaminación. Este principio sistémico nos ayuda a entender mejor el océano y protegerlo. Con la ayuda de lo que se conoce como “mellizos digitales del océano”, en los que estoy trabajando, podemos desarrollar escenarios basados en hipótesis y planificar mejor cómo aprovechar y proteger el océano. Espero que a través de esos planteamientos aumente la motivación para observar más el océano y entenderlo, y así surja la posibilidad de acercarse un poco más a ese sistema gigantesco, extremadamente conectado, que es el océano. Esto no lo logrará, por supuesto, un país solo o un instituto de investigación o una universidad sola. Sólo se podrá hacer globalmente y para eso se necesita la Década Oceánica.
Pasemos del enorme conjunto del sistema a los hitos de la Década Oceánica, como las conferencias de Barcelona y Atenas en abril de 2024. ¿Qué podemos esperar de esas conferencias?
La Década Oceánica de la ONU comenzó en 2021, en plena pandemia. Originalmente, la conferencia de inauguración debía tener lugar en Berlín, pero al final se hizo de modo virtual. La Década persigue siete resultados y diez objetivos que serán impulsados en todo el mundo a través de ochenta programas globales y trescientos proyectos. A Barcelona acudirán los representantes de esos programas y proyectos para evaluar el progreso alcanzado, debatir desafíos comunes y aumentar la visibilidad de la Década.
Pasemos al año 2030, año en el que concluirá la Década Oceánica. ¿Cómo ve usted el futuro de la investigación marina, especialmente en términos de medidas políticas y propuestas de acción?
Nuestro objetivo para 2030 es lograr que los países insulares cambien su modo de pensar. Eso significa ante todo reconocer que el mar no es un recurso inagotable, sino un recurso limitado
que debe administrarse ordenadamente, igual que un país. Imagínese que intentáramos reducir los accidentes sencillamente prohibiendo las bicicletas. Eso no solucionaría de verdad el problema del transporte, ¿o sí? ¡Necesitamos un abordaje integral! Además, debemos poner esfuerzos en reforzar la conciencia de la importancia del mar para todos nosotros. Muchas personas no son conscientes de la relevancia que tiene el océano para nuestro sustento: el 95 por ciento de los bienes comercializados pasa por el mar, el 98 por ciento de Internet por cables marinos. Por eso apuntamos a una competencia oceánica, es decir a una comprensión profunda de las diferentes dimensiones del océano y de su significación para nuestra vida. Esa comprensión constituye la base de las decisiones políticas que sirven a la protección del mar y a la vez subrayan su importancia.
abril 2024