Una charla con la historiadora uruguaya Ivonne Pini sobre la búsqueda de lo propio en el arte de América Latina.
Profesora Pini, ¿de que sirve la pregunta por una identidad del arte latinoamericano?Lo importante no es la pregunta “¿de qué sirve?”, sino entender por qué existe esa pregunta por la identidad. En los últimos años, la conciencia de la complejidad que implica la misma denominación de “América Latina” ha llevado a romper supuestas homogeneidades para hablar de diversidades y contrastes entre las distintas regiones que componen el continente. Esto se refleja también en el campo artístico. Hay un renacimiento de identidades locales que históricamente fueron subordinadas o desplazadas.
La idea de Latinoamérica de inicios del siglo XX se inspiraba en teorías como las del ensayista uruguayo José E. Rodó, quien concebía la región en bloque en contraposición a una “Norteamérica dominada por el materialismo y el utilitarismo”, o en la idea del político y filósofo mexicano José Vasconcelos de una “raza cósmica” americana. ¿Cómo se desarrolló la pregunta sobre la identidad artística latinoamericana en los años posteriores?
En décadas más recientes, la noción de una identidad común para el continente ha sido puesta cada vez más en tela de juicio. Se critica la supuesta universalidad que pensadores modernos [como los arriba nombrados] intentaron configurar, y se insiste en la necesidad de tener en cuenta que aquella identidad estaba lejos de ser un todo unitario, de reconocer que su característica es la pluralidad.
Recuperar el valor de identidades locales
En la segunda mitad del siglo XX, la crítica de arte argentina Marta Traba reivindica a aquellos artistas de la región que han sido capaces de resistir la influencia europea y norteamericana en las artes. Se trata de aquellos artistas que recuperan el valor de las identidades locales y tratan de evadir, como Traba escribe, “la retórica utopista que unió nuestros países en un imaginario bloque latinoamericano, para asumir de frente las diferencias regionales”. Según ella, esos artistas han podido “comunicar la voluntad y especificidad regional al mismo tiempo que construían una estructura mayor, global, donde se insertaban esos valores regionales, estableciendo entre ellos relaciones dinámicas”.Por su parte, el argentino Damián Bayón, figura clave en la investigación sobre el arte en América Latina en las décadas de 1970 y 1980, critica el concepto “Latinoamérica” por los estereotipos culturales asociados al término. Sin embargo reconoce que el término ha cambiado, ya que originalmente fue impuesto sobre la región por los poderes coloniales europeos y luego se volvió útil para que los latinoamericanos se definieran en contraposición a otras culturas, como la de Estados Unidos. Bayón valora la existencia de puntos culturales comunes implicados por el concepto de “Latinoamérica” –por ejemplo la mezcla racial desde la colonia–. Pero le preocupa la importancia adquirida por el término y su relación con los nacionalismos. Concluye que a comienzos de los años ochenta la búsqueda terca de identidades, la combinación de nacionalismo, populismo, indigenismo, utopismo político y social, había ideologizado el debate.
La deuda histórica con minorías es inmensa. De allí ha surgido el impulso de criticar ideológicamente una historia del arte euroamericanizada y mestiza. La necesidad de revisar las historias de las artes indígenas y afroamericanas ha llevado por ejemplo a instituciones como el Museo de Arte de São Paulo (MASP) a replantear sus políticas de colección y exposición. ¿De qué manera hay que repensar la inclusión de estas identidades en la historia del arte latinoamericano?
Una de las preocupaciones de los relatos históricos contemporáneos sobre América Latina es reformular las historias tradicionales. Los historiadores del arte debe desarmar narraciones establecidas, sugiriendo nuevos modos de mirar y de conectar las complejas experiencias que se viven en el arte de nuestros países. Pero la tarea es aún muy compleja, pues como han sostenido el crítico y curador brasileño Ivo Mesquita y Adriano Pedrosa –director artístico del MASP– estamos reconstruyendo historias que nunca fueron totalmente construidas.
Además de las reformulaciones históricas y de las nuevas exposiciones en museos, es también interesante observar el trabajo de entidades como CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), con sede en Buenos Aires, que se propone consolidar una red integrada por una nueva generación de investigadores desde una perspectiva crítica y comparada. La publicación del libro Los estudios afroamericanos y africanos en América Latina: herencia, presencia y visiones del otro (compilado por Gladys Lechin, 2008), por ejemplo, ofrece un acercamiento a las investigaciones actuales sobre este tema.
Un bloque complejo en plena convulsión
¿Cómo influyen los cambios en el imaginario geopolítico del continente, ocurridas en las últimas décadas, sobre los espacios de producción y circulación del arte contemporáneo?La tensión entre lo local y lo global no deja de afectar a los artistas, pero en los últimos años ha habido una especie de interconexión entre escenas locales anteriormente aisladas, que tienen la sensación de pertenecer a un bloque geopolítico complejo que se encuentra en plena convulsión y crecimiento. Es el caso de bienales como la de Cuenca en Ecuador, la Bienal Centroamericana, la de Mercosur, Sesc_Videobrasil, el encuentro internacional de arte MDE en Medellín, en Colombia, la Bienalsur, o la Trienal Poli/Gráfica San Juan, en Puerto Rico, entre otras. Todos estos eventos buscan el fortalecimiento de redes regionales y buscan crear unas relaciones geopolíticas que quiebren los esquemas tradicionales de los centros hegemónicos con sus discursos eurocéntricos.
Cada vez más el arte penetra el mundo de lo cotidiano, de lo real, con la capacidad de moverse entre distintos lenguajes y referentes. Será desde esos espacios que se formulará la pregunta sobre la identidad, bien sea para cuestionar la preocupación en torno a pregunta, o bien sea para reformularla.
La historiadora del arte uruguaya Ivonne Pini estudió Historia y Teoría del Arte en la Universidad de Montevideo y la Universidad Nacional de Colombia. Ha sido docente e investigadora de esta universidad, así como de la Universidad de los Andes en Bogotá. Entre sus publicaciones se encuentran En busca de lo propio. Inicios de la modernidad en el arte de México, Cuba, Colombia y Uruguay (2000) y Fragmentos de memoria. Los artistas latinoamericanos piensan el pasado (2001).
octubre 2019