Mujeres en la pandemia   Homeoffice: ¿oportunidad o callejón sin salida para las mujeres?

Mama muss und soll arbeiten, aber die Kinder müssen auch betreut werden. Viel zu oft verfällt die Arbeitsaufteilung in Familien in tradierte Muster zurück und an der Frau bleibt das Gros der Arbeit hängen.
Mama muss und soll arbeiten, aber die Kinder müssen auch betreut werden. Viel zu oft verfällt die Arbeitsaufteilung in Familien in tradierte Muster zurück und an der Frau bleibt das Gros der Arbeit hängen. Foto (Detail): © picture alliance/Jochen Eckel

La crisis del Coronavirus implica una cesura en la cultura del trabajo: muchas tareas de oficina hoy se hacen desde la casa. ¿Implica esto más autonomía y libertad de acción para todos? Una conversación con la socióloga alemana Lena Hipp.

Mientras unos celebran el homeoffice impulsado por el Coronavirus, la borrosa delimitación espacial y temporal del trabajo puede derivar, sobre todo para quienes son padres, en un estrés considerable y continuo. Esto afecta especialmente a las mujeres, a quienes en la mayoría de los casos todavía les corresponde, además del trabajo, el papel de administradoras de la familia.

Lena Hipp es directora del grupo de investigación “Trabajo y Cuidados” del Centro de Ciencias de Berlín (WZB) y catedrática de análisis de estructuras sociales en la Universidad de Potsdam. Lena Hipp es directora del grupo de investigación “Trabajo y Cuidados” del Centro de Ciencias de Berlín (WZB) y catedrática de análisis de estructuras sociales en la Universidad de Potsdam. | © David Ausserhofer En un estudio online del Centro de Ciencias, usted investigó las consecuencias de la pandemia del Coronavirus en las condicionales laborales de los alemanes. ¿Cómo hizo la investigación?
 
Apenas comenzó la pandemia, iniciamos una encuesta en la que preguntamos: ¿qué pasa cuando los padres y las madres se quedan en casa? Por ejemplo, ¿lleva esto a una nueva división del trabajo no remunerado? Me refiero al tiempo que se emplea en ocuparse de los hijos, de la casa y, eventualmente, de otras personas que necesitan atención o asistencia. En las encuestas que hicimos en 2020 participaron, en tres etapas, 6.397 personas. Actualmente estamos haciendo una cuarta encuesta con las mismas personas.
 
¿Cuál es el resultado principal hasta ahora?
 
Nuestros datos coinciden con los de muchos otros estudios. Si bien las madres y los padres al principio de la pandemia organizaron el cuidado de los hijos de modo más equitativo, esta tendencia no se afirmó con el tiempo. Es de destacar que detectamos en las mujeres una probabilidad mayor que en los hombres de reducir el tiempo de trabajo y que este efecto aumentó con el correr del tiempo.
 
¿Se corre entonces el peligro de regresar a los roles tradicionales?
 
Por ahora no podemos aseguralo, eso se sabrá a medida que pase el tiempo. Lo importante es que podemos decir que la pandemia podría llevar a una “retradicionalización”.
 
El concepto de “nuevo trabajo” y la idea de ausencia de límite entre trabajo y vida existe desde los años setenta. Ambas ideas trajeron la esperanza de más libertad en la administración del tiempo y más libertad de acción gracias al homeoffice. ¿La pandemia nos mostró que era una ilusión?
 
En tiempo “normales” el trabajo a distancia tiene muchas ventajas: ya no hay más viajes al trabajo y se tiene más autonomía en la organización del tiempo y del trabajo, se tiene más tranquilidad. Al mismo tiempo, el trabajo desde casa hace que los límites entre trabajo y tiempo libre se vuelvan mucho más borrosos. Y esto puede llevar a que los demás no vean el trabajo que uno hace, trátese de compañeros o compañeras de trabajo o superiores. Probablemente este es un problema mucho más grande para las mujeres que para los hombres. Pues ya antes de la pandemia el homeoffice era para las mujeres, en mucha mayor medida que para los hombres, un modo de armonizar la familia y la profesión. En consecuencia, al momento de decidir a quién se va a ascender, hacer mucha parte del trabajo desde la casa seguramente es una desventaja para las mujeres. Sin embargo, en principio me parece bien que, como consecuencia de las experiencias del año pasado, nos hayamos apartado un poco de la postura de que los empleados siempre tienen que estar en el lugar de trabajo. La cuestión ahora es encontrar regulaciones que tengan en cuenta las necesidades de los trabajadores y de los empleadores.
 
Y al revés: ¿pueden las experiencias surgidas de la pandemia ofrecer también una oportunidad para el tiempo que viene después y aumentar la aceptación del homeoffice, por ejemplo, en el caso de las mujeres que se ocupan de pacientes enfermos?
 
Pienso que muchas empresas vieron que sus empleados hicieron un buen trabajo trabajando desde sus casas y en la mayoría de los casos trabajaron más tiempo que el que debían. Seguramente esto aumentó la aceptación y también la visión positiva del homeoffice. Al mismo tiempo, en muchas partes también quedó claro lo que se perdió cuando ya no podemos encontrarnos para almorzar juntos con los compañeros de trabajo o pasar un momento por su oficina para solucionar alguna cuestión importante. En mi opinión, lo importante ahora es, por una parte, que hay un debate amplio sobre qué cultura laboral queremos tener y dónde la presencia sigue siendo necesaria, entre otras cosas, para que el trabajo no pierda su función de integración social. Por otro, debemos prestar atención a que el homeoffice no sea visto en principio como un instrumento para que las mujeres armonicen el trabajo con la familia. El cuidado de los hijos o la asistencia de parientes no es sólo una cuestión de mujeres, los hombres también tienen que participar.
 
¿Considera que la dirigencia política es responsable de posibilitar nuevos modelos de trabajo a partir de los conocimientos surgidos de la pandemia?
 Los instrumentos que se introdujeron de modo complementario durante la pandemia no apuntan en esa dirección. Por ejemplo, los días de licencia por enfermedad de algún hijo, que ahora los padres pueden solicitar si el hijo necesita de cuidados, generalmente se los toma el que gana menos dinero. Y quienes ganan menos dinero son, en la mayoría de los casos, las mujeres. Aquí todos debemos ser más innovadores y osados, los políticos, los empresarios, pero también los individuos en nuestras familias y en nuestra vida laboral.

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