Tal como la conocemos, Internet está determinada por algoritmos con concepciones del mundo patriarcales y (neo)coloniales. Nuestra autora Francesca Schmidt aboga por una intervención feminista para volver más justa la sociedad online y offline.
La digitalización como proceso transformador está reconfigurando nuestra sociedad. Así, en Internet se despliegan, entre otras cosas, opciones de futuro. En este sentido, Metaverso, creado recientemente por Facebook, es una opción de futuro sobre la cual se debate mucho en la actualidad. Un mundo digital en el que a través de diferentes tecnologías nos podemos conectar aun más.
Pero esas visiones de futuro no deberían estar marcadas por estructuras del pasado, blancas, patriarcales y heteronormativas. Y precisamente ese pasado ya se ha trasladado a la tecnología bajo la forma de conjuntos de datos y concepciones del mundo. El futuro que se imagina en Internet es poco menos que la idea, sin alternativas, de una automatización y una acumulación infinita que siguen apostando a la explotación y a las estructuras (neo)coloniales. En su libro Atlas de Inteligencia Artificial, Kate Crawford describe muy bien esta situación y muestra los costos de los procesos de automatización, costos que van desde la explotación de los recursos naturales hasta la promoción de sistemas no democráticos.
Por eso, Internet es una herramienta esencial para defender proyectos de sociedad emancipadores, feministas e interseccionales, es decir, de un feminismo consciente de la superposición y simultaneidad de diferentes categorías discriminatorias. En este punto, habría que dirigir la atención tanto a cuestiones estructurales como de contenido. Considerado el asunto desde un feminismo interseccional, en Internet –pero no sólo allí– subsisten simultáneamente diferentes formas de discriminación que en parte se superponen. Los elementos estructurales fundamentales son “género” y “raza”, aunque, por supuesto, no son los únicos. La perspectiva del feminismo interseccional permite hacer visibles esas superposiciones y ponerlas en contexto.
En Internet se despliegan, entre otras cosas, opciones de futuro. Es el caso de Metaverso: avatares de Metaverso en su mundo virtual.
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Accesso a Internet
Desde una perspectiva democrática y político-normativa, lo importante es ante todo el acceso a Internet, es decir, a su estructura general y a los contenidos particulares. La política feminista de red ofrece una posibilidad para intervenir en ese aspecto.
Igual que el espacio público analógico, el acceso a Internet como estructura está determinado por el poder y obstruido por barreras. El lugar de residencia, por ejemplo, cumple demasiado a menudo un papel relevante: si en Alemania las zonas urbanas por lo general están provistas de una conexión buena o muy buena, en zonas rurales, para abrir una página web o subir datos a la nube, se tarda lo mismo ahora que hace veinte años. Uno se siente transportado a la época en que Internet todavía hacía ruido cuando el modem se conectaba. El acceso, pues, debe reconfigurarse de modo que no haya barreras estructurales y no dependa del lugar de residencia.
Por otro lado, los recursos para disponer del hardware necesario están distribuidos de modo inequitativo. Ya antes de la pandemia a menudo ocurría que las mujeres tenían significativamente menos equipamiento para su trabajo de homeoffice que sus colegas varones. La brecha de género en el salario, que en Alemania significa un 18 por ciento menos de salario para las mujeres, hace el resto. Por otro lado, la brecha salarial con los inmigrantes lamentablemente se ha investigado menos, pero algunas primeras investigaciones permiten suponer que la experiencia de migración –o migrantización– y la racialización son factores relevantes en la inequidad salarial. Esto tiene efectos directos en las oportunidades de acceso a Internet. Cuanto más medios se pongan a disposición, con tanta mayor facilidad y eficiencia se podrán usar las herramientas digitales, por ejemplo, un mejor hardware y un mayor volumen de datos. Estas oportunidades digitales cada vez serán más importantes para la participación democrática.
Configurar contenidos y aprovecharlos
Pero las perspectivas del feminismo interseccional no sólo son importantes en asuntos vinculados con el acceso a Internet como estructura. También son imprescindibles para poder configurar contenidos y aprovecharlos. Por ejemplo, Internet ha anulado la estricta separación entre lo público y lo privado –y desde una perspectiva feminista, lo privado siempre ha sido político y, en consecuencia, público–, lo que en principio ha contribuido a una diversificación de medios y perspectivas. Saberes hasta ahora marginalizados, como los abordajes críticos del racismo o las perspectivas feministas e interseccionales se volvieron más visibles. Por otro lado, sin embargo, la magnitud de la violencia digital que surgió como reacción señala otro efecto: que precisamente la apertura de ese espacio discursivo llevó al desplazamiento de los límites de lo decible y, así, a la solidificación de estructuras discriminatorias .
A su vez, el espacio público, que al principio se mostraba muy variado, volvió a estrecharse por la creciente función de vigilancia de las grandes empresas de Internet, que en su mayor parte se encuentran en los Estados Unidos. Por ejemplo, el algoritmo de Google decide qué resultados de búsqueda aparecen en las primeras páginas. Facebook privilegia los posteos que tienen muchas interacciones y en TikTok a los usuarios se les muestran o borran contenidos según el país. Por ejemplo, en el TikTok ruso la guerra de Ucrania no tiene lugar. En Alemania, TikTok borra los comentarios que tienen conceptos como “homofóbico”, “LGBTQ”, “Auschwitz”, “nacionalsocialismo”, “sexo” o “porno”.
A pesar de eso –o precisamente por eso– las intervenciones son imprescindibles. En este sentido, deberían seguir produciéndose y publicándose contenidos de toda clase, desde campañas mediante un hashtag hasta videos o artículos sobre temas sociales urgentes pasando por abordajes artísticos de la discriminación. Al fin y al cabo, son precisamente esos productos los que a menudo llevan la protesta a la calle y de ese modo contribuyen al cambio político y social. Por otro lado, las perspectivas de feminismo interseccional también son imprescindibles en la programación de herramientas de Internet o en la transformación digital en general. Esto significa que los equipos de desarrolladores deberían caracterizarse por su perspectiva múltiple. No alcanza con que los miembros de los equipos puedan desarrollar códigos, al mismo tiempo deberían reflexionar sobre el modo como la tecnología impacta en la sociedad.
Pues la tecnología nunca es neutral. Si al desarrollarla no se tienen en cuenta las estructuras jerárquicas y de poder, la tecnología las normalizará y así diseñará un futuro basado en exclusiones. Por ejemplo, se desarrolló una tecnología que reconoce los rostros, pero no los de las personas negras, según lo han mostrado las investigaciones. Por otro lado, ante esas tecnologías debemos preguntarnos sobre todo: ¿qué consecuencias tienen para las personas que son afectadas por la discriminación (racial)? ¿Qué estructuras de vigilancia racializada perpetuamos al aplicar esas tecnologías? La científica negra estadounidense Simone Brown pone muy en claro esas continuidades en su libro Dark Matters: On the Surveillance of Blackness (Lo oscuro importa: sobre la vigilancia de la negritud).
Hace tiempo que es posible el reconocimiento facial automático: ¿qué consecuencias tienen esas tecnologías para las personas que sufren discriminación?
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Caminos para visiones de futuro feministas e interseccionales
La transformación digital no sólo puede permitirnos imaginar un futuro feminista interseccional sino también abrirle caminos. Naturalmente, no es el único espacio, pero gracias al cambio digital actualmente se están impulsando procesos fundamentales de transformación (social). Los aspectos mencionados antes pueden contribuir a crear una sociedad más igualitaria facilitando el acceso a Internet, desarrollando tecnologías con mayor responsabilidad social y diseñando contenidos más diversos.
Es importante apartarse de la idea de que las tecnologías podrían solucionar todos los problemas sociales, trátese de la genética aplicada a la agricultura o de filtros de subida que, por un lado, respeten la propiedad intelectual y, por otro, impidan la violencia digital sobre todo la que se da bajo la forma de imágenes. Debemos cuestionar permanentemente a las tecnologías respecto al modo en que se las aplica. Sólo deberían aplicarse después que se hayan evaluado las consecuencias y examinado si tienen potencial emancipador, es decir, si contribuyen a una sociedad más justa. La sociedad (occidental) debe liberarse de una concepción del progreso que sólo se orienta según estructuras blancas, patriarcales y las pone en primer plano. Lo importante es poner en el centro las posiciones hasta ahora marginalizadas y no sólo aprender de sus conocimientos sino también tenerlos como punto de partida.
agosto 2022