Formatos como la realidad virtual, el metaverso o la animación en 3D pueden permitir a personas con discapacidad caminar, expresarse o trasladarse. ¿El camino de la tecnología se cruza, en algún punto, con el de la inclusión? El artista digital uruguayo Fabián Barros experimenta con los entornos virtuales y relata su experiencia.
Fabián Barros, ¿cree usted que las nuevas tecnologías son una oportunidad para la inclusión?Yo creo que hay enormes oportunidades. Siempre sentí que es un mercado o un área que está desatendida completamente para el potencial que tiene a nivel artístico, a nivel profesional, a nivel de negocios, en todo nivel. Como pasa con tantas minorías, esta área, que cuando vos ponés el foco es muy grande, está invisibilizada en función de la llamada normalidad. En los entornos virtuales tenemos la libertad de tener determinados comportamientos, que son modelados. No son comportamientos físicos reales, sino que a partir de determinados presets o de la captura de movimiento podemos tener habilidades que no tenemos en la vida real, por ejemplo, volar, estar debajo del agua y no necesitar salir a respirar o movernos a determinada velocidad que no es la habitual. Desde el inicio fui tratando de integrar eso dentro de las de las distintas actividades que fui haciendo.
¿En este contexto, ha trabajado con personas con discapacidad?
En dos proyectos muy diferentes. Uno de ellos fue con una orquesta de tango joven, muy alternativa, que se llama “Juana y los heladeros del tango”. Juana (Virginia Núñez) es una excelente performer. La banda tiene una aproximación muy integrativa desde todo punto de vista y una visión muy crítica sobre la visión tradicional del tango, sobre esta cosa machista, excluyente. Me invitaron a trabajar en una propuesta de tango para sordos. Surgió la idea de hacer una narrativa, una pequeña puesta en escena donde se intercalara una anécdota vinculada a la historia del tango, a los inmigrantes que llegan a Uruguay en los barcos, con la música y el baile. Era tremendo desafío. ¿Cómo podíamos hacer para que los sordos pudiesen percibir y de alguna manera sentir alguna correspondencia con lo que se estaba viendo?
“Tango Sentido”, un tango para sordos, Sala Zitarrosa, Montevideo, 2019 | Foto: Fabián Barros El primer desafío era identificar qué frecuencias de sonido podían percibir. Hay muchos grados de sordera, pero hay determinadas frecuencias, las graves básicamente, que a través de la vibración en el piso, por ejemplo, se pueden percibir. Entonces los participantes entraban descalzos, se les hacía sacar los zapatos. Los globos, si vos los tenés en la mano y contra el cuerpo, cuando hay sonidos graves también vibran, entonces eso también ayudaba.
Ahora, ¿qué hacíamos con las frecuencias medias y agudas? Para eso me inventé un código visual con una serie de correspondencias donde, por ejemplo, al sonido de la flauta traversa le asigné triángulos amarillos, al bandoneón cuadrados rojos, al piano estrellas verdes, al contrabajo pelotas azules. Esto requería que cada músico estuviese en un lugar determinado, porque yo hacía las proyecciones sobre esa persona y eran audio reactivas, es decir, cuando sonaba la flauta en ese momento se veían los triángulos amarillos y cuando sonaba el bandoneón los cuadrados rojos. Además estaban los traductores de Lengua de Señas. Al final de toda esa experiencia se los invitaba a una clase de tango. Había un par de profesores de tango que les ponían los globos entre medio y les enseñaban los pasos básicos. Fue una cosa hermosa, inigualable, de conexión.
Usted también participó en un proyecto con personas que tienen parálisis cerebral. ¿Podría hablar de eso?
Yo soy docente de ORT y en 2019, en el Taller de Arte Digital de la Licenciatura Multimedia, trabajamos en juntos con la Escuela Horizonte, una institución especializada con un hogar para niños y jóvenes con parálisis cerebral. Lo hacemos porque hay poblaciones enteras que no tienen acceso a contenidos específicos. Entonces pensamos que era bueno para la investigación por parte de los estudiantes. Invité a las terapeutas y psicopedagogas e hicimos la primera visita que estuvo muy bien. Fue fuerte, los chicos se sensibilizaron mucho. Son realidades que nadie quiere ver, y muchas veces se llega al vínculo con estas realidades a partir de la caridad. A mí me parece que no es la manera, que hay que partir del respeto, de entender qué podemos hacer, qué no, cómo podemos interactuar, aunque sea simplemente porque hay un área de mercado desatendida.
La movilidad es un área que me parece que es clave.
¿Qué posibilidades podrían ofrecer los espacios del metaverso a este tipo de proyectos?
La movilidad es un área que me parece que es clave. Todavía están en desarrollo los sensores, pero hoy, si tenés movilidad en las manos y no en las piernas, podés interactuar en el metaverso, caminar, correr, volar, sin ningún tipo de limitación, solo usando los mandos.
¿Hay riesgos y problemas asociados a estas nuevas tecnologías? ¿La accesibilidad económica y la brecha tecnológica, por ejemplo?
Con la cuestión económica es una progresión entiendo, como la que se ha dado siempre a nivel de la tecnología, que empieza siendo muy cara y que progresivamente se va abaratando. Pero hoy es caro y es complicado si querés ser más que usuario y también producir, Pero te diría que por ese lado yo no veo tanta complejidad. Por el otro, la brecha tecnológica, sí hay riesgos de todo tipo, riesgos psiquiátricos te diría, porque hay personas que no están capacitadas para una distorsión de la realidad o para tener una capa de realidad alternativa donde la confusión cada vez va a ser mayor.
No soy negativo en absoluto. Me encanta el siglo XXI; ahora, soy consciente de toda la complejidad y los riesgos que conlleva todo esto. El tema es que los que tenemos cierta formación y afinidad con estas áreas estamos en condiciones de levantar las advertencias y sobre todo generar una cultura crítica sobre estos medios, no simplemente utilitaria. Hoy tenemos la posibilidad de incidir.
diciembre 2022