Compartir es tendencia. Une de cada cinco alemanes ya usa “apps” para compartir, muchas de las cuales se han desarrollado en Alemania.
“En verdad os digo, quien poco posee, mucho menos es poseído: ¡alabada sea la pequeña pobreza!”, escribió alguna vez el filósofo Friedrich Wilhelm Nietzsche. Para él estaba claro que los símbolos de estatus no solo tienen un precio monetario, sino que también amarran psicológicamente a sus dueños. Sin embargo, esa “posesividad” de querer tener cosas caras y así distinguirse está perdiendo fuerzas visiblemente entre la población. Cada vez hay más personas que comparten en vez de poseer, y en cada vez más ámbitos de la vida. La economía del compartir crece.Según un estudio de PwC, une de cada tres alemanes ya usaba en 2018 algún servicio de compartido, con una tendencia a la alza. De elles, más de dos tercios comparten trayectos en auto, herramientas o bicicletas. También son tendencia compartir coche, los bancos de intercambio de ropa y el arrendamiento de espacios sin usar. Según datos de la Unión Europea y de la Asociación de Consumidores, Alemania está muy por encima del promedio europeo.
Desde un punto de vista demográfico, quienes más participan de la economía del compartir son las personas jóvenes con un alto nivel de estudios. Les asignan menos importancia a los símbolos de estatus y perciben que poseer menos cosas es una mejora a su calidad de vida. También desde el punto de vista de la economía política tiene sentido compartir. Muchos objetos, como las herramientas, están mucho tiempo sin usarse y desperdician espacio. Al compartir, se usan menos objetos más seguido: eso reduce costos y es un manejo prudente de los recursos. A eso se le añaden ventajas sociales: las personas obtienen acceso a cosas que de otra manera no se podrían permitir; las redes locales se fortalecen por la interacción en la comunidad del compartir.
Compartir autos en la mira de les desarrolladores alemanes
Les alemanes no solo usan servicios para compartir, también los generan activamente. Casi en todos los ámbitos de la vida hay apps “made in Germany”. Sobre todo en movilidad está avanzando mucho la tendencia de compartir. Alrededor de doce millones de alemanes se interesan por compartir autos o trayectos. Para ello tienen a su disposición una amplia selección de apps y servicios, sobre todo en los centros urbanos. Por ejemplo, los coches electrónicos de CleverShuttle recorren Berlín, Múnich, Leipzig, Hamburgo, Fráncfort, Stuttgart y Dresde sin afectar al medio ambiente. Les berlineses tienen una alternativa costeable en Allygator: por tan solo cinco centavos de euro por kilómetro navegan los autobuses por la capital.Allygator, un servicio de compartido de autos berlinés, renta autobuses. | Foto: © Allygator DriveNow, desarrollado por BMW y uno de los servicios precursores, cuenta con seis mil vehículos en toda Europa. Para que les usuaries no se pierdan entre la enorme oferta, está la empresa berlinesa Free2Move. Su app reúne a todas las opciones para compartir coche en un solo mapa y ayuda a comparar precios.
Tampoco faltan opciones para los trayectos interregionales: el trabajo pionero lo hizo Mitfahrgelegenheit.de, una startup proveniente de un proyecto de estudiantes muniqueses. La diferencia: en Mitfahrgelegenheit.de son particulares quienes ofrecen un lugar en su coche. Durante quince largos años compartieron así les alemanes los costos de los trayectos largos. Sin embargo, les usuaries rechazaron la transición hacia un modelo por suscripción y la compañía cayó en bancarrota en 2016. Entre tanto, el servicio lo asumió la francesa BlaBlaCar.
Por lo menos tan querido como viajar en coche juntes es compartir bicicletas. Desde hace unos quince años existe por ejemplo Call a Bike, el préstamo de bicicletas de Deutsche Bahn. Desde entonces, las bicicletas en renta están disponibles en 50 ciudades, y cada vez más empresas se unen al mercado.
¿La propiedad se convertirá en una rareza?
La economía alemana del compartir abarca mucho más que compartir coches y trayectos. Los alimentos sobrantes encuentran vientres hambrientos en Foodsharing.de y les ratones de biblioteca tienen una alternativa digital a las bibliotecas clásicas en Leih-ein-Buch.de. Quien quiera compartir rutas de senderismo y experiencias, puede acudir a la plataforma de la startup postdamense Komoot. La ropa y similares, por ejemplo, se consiguen en Kleiderkreisel, en Mädchenflohmarkt o en Shpock, la plataforma de venta en línea desarrollada por la startup austriaca Finderly.La startup alemana Slock.it también aportó a los titulares, pues quiere revolucionar toda la infraestructura de la economía del compartir. Con sus ideas quiere permitir que les usuaries renten, vendan y compartan objetos por medio de la tecnología de cadena de bloques. Sus fundadores prometen más comodidad gracias a una automatización absoluta y a transacciones particularmente seguras.
Nikolas Beutin, profesor de administración de empresas en la Escuela Superior Quadriga de Berlín, cree que la economía del compartir es un vuelco que transformará a toda la sociedad: “Así como los teléfonos inteligentes suplantaron a las cámaras de foto y video tradicionales, la economía del compartir tiene el potencial disruptivo de reemplazar la propiedad en ciertos ámbitos por medio del uso ocasional de productos y servicios”.
Sin embargo, a pesar de toda la disposición a compartir e intercambiar, hay que reconocer que les alemanes prefieren tomar prestados productos que prestar su propiedad. Tan solo el 9% comparten con desconocides; el 11%, por el contrario, ni siquiera prestarían sus propiedades a extrañes.
julio 2018