Novelas y cuentos
Edmundo Paz Soldán
Edmundo Paz Soldán | Edmundo Paz Soldán Foto: © Liliana Colanzi
De Edmundo Paz Soldán
Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1987) es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell. Es autor de varias novelas (entre ellas Río fugitivo, 1998; Norte, 2011) y libros de cuentos (como Amores imperfectos, 1998; Desencuentros, 2004), publicados en diferentes países. Algunas de estas obras han sido traducidas a ocho idiomas, ha recibido numerosos premios, como el Juan Rulfo de Cuento (1997) y el Nacional de Novela (Bolivia, 2002). Vive en Ithaca, Nueva York.
Sentirse realizado es sentir que ya se acabó todo. A mí me gusta construir mundos narrativos y luego dinamitarlos y comenzar de nuevo. Así que más que realizado estoy pensando en ver cómo iniciar un proyecto nuevo que socave los cimientos de los mundos que construí en mis últimos libros.
¿Cuál a sido tu mayor frustración, y tu mayor alegría, en esta carrera?
Siempre he soñado con escribir novelas cortas; el largo de 100 páginas me parece perfecto. Al final, sin embargo, las novelas se me terminan alargando. También he soñado con escribir tres o cuatro libros al año, como Aira, pero la vida se termina entrometiendo. La mayor alegría es que dedico las mejores horas de cada uno de mis días a leer o escribir o enseñar; prácticamente todo está en función de la literatura y sé que en eso estoy cumpliendo un sueño de la adolescencia que muchas veces creí imposible.
¿A qué se debe el desconocimiento de la literatura boliviana por parte de un amplio publico?
Somos un país pequeño, una literatura "menor"–en el mejor sentido de la palabra–, con una caja de resonancia pequeña en el exterior, que impide que se difundan más nuestras mejores obras. La literatura no son solo los libros, es también un ecosistema de críticos, académicos, lectores, editores, editoriales, universidades, librerías, becas, fundaciones de fomento al libro, apoyos estatales, etc. Todo ese entramado es el que ayuda a difundir a una obra o un autor, y lamentablemente nuestro entramado es muy precario, los escritores están muy huérfanos, y la difusión es más la labor valiente de algunos locos que un proyecto sistemático y coherente.