La Ciudad Jardín de Piesteritz
Siempre un paso por delante de su época

La localidad libre de autos de Piesteritz, con sus generosas áreas verdes y jardines, es un ejemplo de urbanismo hasta nuestros días.
La localidad libre de autos de Piesteritz, con sus generosas áreas verdes y jardines, es un ejemplo de urbanismo hasta nuestros días.

La Ciudad Jardín de Piesteritz ya era revolucionaria cuando la construyeron hace cien años. Como la localidad libre de autos más grande de Alemania, hoy podría estar de nuevo a la vanguardia. Pero el barrio está en riesgo

De Julius Lukas

En casa de los Wipper, la tina ocupa casi la mitad del baño. El sol brilla a través de la ventana del pequeño espacio; todo está bañado en un blanco intenso. “Hoy en día, una tina así es muy normal”, dice Rosemarie Wipper, quien nos da el tour de su casa adosada. Vive aquí con su marido, Klaus, desde 1997. “Pero, en ese entonces, una tina así era una sensación”.

“En ese entonces”: con eso la mujer de 75 años se refiere a 1919. Acababa de terminar la Primera Guerra Mundial y, a las afueras de Piesteritz, cerca de Wittenberg, Ciudad de Lutero, había surgido un asentamiento nuevo: la Ciudad Jardín de Piesteritz. Se construyó a partir de 1916 para los trabajadores de la planta de nitrógeno cercana. El arquitecto Otto Rudolf Salvisberg quería crear un asentamiento que mezclara las viviendas de interés social con la cercanía a la naturaleza y casas funcionales. Así, el trabajo, el tiempo libre y la vivienda estarían en sintonía. Esta máxima nos recuerda las ideas de la Bauhaus, aunque Salvisberg las haya puesto en práctica en la Ciudad Jardín mucho antes de que Walter Gropius fundara su famosa escuela de diseño.

El matrimonio Wipper vive desde hace más de veinte años en la Ciudad Jardín.
El matrimonio Wipper vive desde hace más de veinte años en la Ciudad Jardín. | Foto: © Julius Lukas

El futuro es incierto

El barrio, en el que también viven los Wipper, ha conservado este progresismo. Cien años después de su inauguración, la Ciudad Jardín, también llamada Asentamiento Obrero de Piesteritz, sigue estando a la vanguardia. El sitio declarado monumento histórico es el barrio habitacional libre de autos más grande de Alemania; sus muchos jardines y áreas verdes lo convierten en un oasis en la ciudad. Quien quiera vivir aquí, debe apuntarse en una lista de espera. Pero la Ciudad Jardín no solo es muy solicitada, también está en riesgo. El antiguo barrio, con sus 363 casas, se ha convertido en objeto de especulación de grandes empresas inmobiliarias. Hace poco cambió otra vez de dueño. Nadie sabe qué tenga en mente el nuevo propietario para Piesteritz.

En la mesa del matrimonio Wipper también se discute qué vendrá después. La sala en la planta baja de la casa adosada es estrecha, pero acogedora. Reinhardt Mörbt, vecino y conocedor del barrio, también toma parte en la plática. “Hace cien años, una casa así era un lujo”, dice Mörbt. “Los trabajadores que vinieron aquí solo conocían las letrinas exteriores, a las que había que llegar cruzando el patio”. Un baño interno con tina, electricidad y además un jardín “era algo moderno y extremadamente codiciado”.
Reinhardt Mörbt también vive desde hace mucho en el antiguo asentamiento obrero.
Reinhardt Mörbt también vive desde hace mucho en el antiguo asentamiento obrero. | Foto: © Julius Lukas
Las razones por las cuales se construyó un asentamiento tan revolucionario en la pequeña localidad de Piesteritz se explican con la historia de la planta de nitrógeno, cuyo origen se encuentra en la Primera Guerra Mundial. Como los británicos habían impuesto un bloqueo marítimo, los alemanes ya no podían importar salitre rico en nitrógeno de Chile, así que tuvieron que producir ellos mismos esa materia prima tan importante para la producción de armamento. En 1915, en tan solo nueve meses, se construyó la planta de nitrógeno en Piesteritz. Y esa nueva fábrica necesitaba obreros. “Llegaron de todo el imperio”, cuenta Klaus Wipper. Al principio vivían en barracas. “Pero querían mantener aquí a los obreros, junto con sus familias”. Por eso se construyó la Ciudad Jardín.

Lugar de retiro del mundo moderno

Nos acabamos el café y Reinhardt Mörbt nos ofrece un tour del asentamiento obrero. Ya los primeros pasos nos muestran lo que hace tan singular al barrio hasta nuestros días: las calles libres de coches dejan apreciar el refinamiento arquitectónico del lugar. El juego cromático de las fachadas y las vitrinas, las finas puertas talladas. “Salvisberg planeó hasta el más ínfimo detalle” dice Mörbt. En una fachada hace a un lado un par de rosales. Se revela el soporte de una vitrina, cuya punta decora una cabeza femenina. “Incluso a estas nimiedades les daba importancia el arquitecto”.
La concepción de la Ciudad Jardín les dio importancia hasta a los más mínimos detalles, como aquí, en el soporte de una vitrina.
La concepción de la Ciudad Jardín les dio importancia hasta a los más mínimos detalles, como aquí, en el soporte de una vitrina. | Foto: © Julius Lukas
Al recorrer las calles, te sientes de vuelta en 1919, cuando el tráfico motorizado seguía siendo minoritario. Los únicos ruidos provienen de una mujer que se ejercita jadeando por la calle y de los trinos de los pájaros. Si el silencio es felicidad, la Ciudad Jardín es un lugar feliz.

Mörbt se detiene en una plaza amplia. Ante él se yergue una casa imponente. “Aquí vivían los directores de la planta”, dice el hombre de 76 años. Quien conseguía una casa, se quedaba atado al asentamiento. Los obreros menos calificados recibían las unidades más pequeñas, los maestros vivían en cien metros cuadrados y los directores tenían residencias señoriales de 160 metros cuadrados. “Había grandes diferencias”, dice Mörbt. “Que aun así vivieran todos en el mismo asentamiento era algo singular”.

La Ciudad Jardín es su propio microcosmos, incluso ahora. Por un espacio entre las casas donde hay varios huertitos se percibe lo que está más allá del asentamiento. Y no podría ser más contrastante: mientras que en los huertos un hombre está pizcando jitomates, en el horizonte se levantan chimeneas que bufan humo negro hacia la atmósfera. Las tuberías plateadas brillan bajo el sol: la planta de nitrógeno. Al deambular por el asentamiento la olvidas muy rápido, pero está muy cerca.

Hoy tan solo unos pocos habitantes de la Ciudad Jardín siguen trabajando en la gran empresa. El parque agroquímico al que pertenece la productora de nitrógeno tiene unos mil quinientos empleados. En su apogeo, casi nueve mil empleados cruzaban diario por las puertas de la planta; los cambios de turno parecían migraciones. En ese entonces, en los años setenta y ochenta, la mercancía demandada ya no era pólvora, sino fertilizante. Piesteritz se lo suministraba a la agricultura de la RDA. La producción trabajaba a toda marcha, con consecuencias fatales para la Ciudad Jardín.

“Por las noches, cuando estaba oscuro, se expulsaba todo el polvo del día hacia el aire”, cuenta Wipper. “Si habías dejado tendida afuera la ropa, tenías que lavarla otra vez”, añade su esposa. Las deslumbrantes chimeneas atosigan a la Ciudad Jardín. “Las casas eran gris con gris”, recuerda Rosemarie Wipper. El juego cromático desaparecía bajo una oscura pátina. “De todos modos nos gustaba vivir aquí”, dice Wipper. “Aunque siempre tuviéramos que enjuagar las frutas y verduras del huerto”.

Una joya arquitectónica

En 1986, la Ciudad Jardín fue declarada monumento histórico. Sin embargo, con la unificación de los dos Estados alemanes vino una época sombría. Al igual que la planta, que suspendió casi toda su producción, el asentamiento también necesitaba une inversionista. Pasaron cuatro años hasta que por fin Bayernwerk AG, un consorcio energético bávaro, compró el conjunto histórico. El nuevo propietario invirtió ochenta millones de marcos en la remodelación de las 363 casas. El asentamiento obrero quedó tan bien que se convirtió en proyecto de referencia para exposición universal del 2000 en Hánover. “Se requirió mucha atención y también la presión de remodelar las casas según su diseño original”, dice Mörbt.

Les habitantes del asentamiento relatan casi exaltades la época en la que se limpió de nuevo la Ciudad Jardín. Elles también participaron. En las asambleas de inquilines se discutió cómo deberían remodelar las casas para adaptarlas a las necesidades actuales; el consejo de inquilines acompañó todo el proceso. En una de esas asambleas también se decidió mantener libre de autos a la Ciudad Jardín, informa el arquitecto Fritz Hubert. Hoy en día, les inquilines pueden dejar su coche en un estacionamiento común a las orillas del asentamiento, los pocos minutos de trayecto a pie hasta sus casas los recorren con gusto. En ese entonces fue además importante mantener la renta asequible, porque en Wittenberg se registra un desempleo alto. Todo eso hace que la Ciudad Jardín siga siendo atractiva para familias jóvenes: una casa propia con jardín por un precio asequible; calles y caminos seguros para les niñes, y mucho verde.
  • Hoy en día, es posible que Piesteritz sea la localidad libre de autos más grande de Alemania. En 1916, el arquitecto Otto Rudolf Salvisberg quiso crear un asentamiento que mezclara las viviendas de interés social, la cercanía a la naturaleza y casas funcionales, y que fuera lo bastante atractivo como para retener a los obreros en Piesteritz. Foto (detalle): © Julius Lukas

    Hoy en día, es posible que Piesteritz sea la localidad libre de autos más grande de Alemania. En 1916, el arquitecto Otto Rudolf Salvisberg quiso crear un asentamiento que mezclara las viviendas de interés social, la cercanía a la naturaleza y casas funcionales, y que fuera lo bastante atractivo como para retener a los obreros en Piesteritz.

  • No solo los obreros de la planta de nitrógeno vivían en el asentamiento: también sus directores se mudaron ahí. Fue una innovación para su época, pues en general vivían en barrios diferentes. Foto (detalle): © Julius Lukas

    Pero la colonia la habitaron no solo los obreros de No solo los obreros de la planta de nitrógeno vivían en el asentamiento: también sus directores se mudaron ahí. Fue una innovación para su época, pues en general vivían en barrios diferentes.antigua fábrica de nitrógeno, sino que también se mudaron allí los directivos.

  • Estaba bien definido quién recibía qué casa. Los obreros menos calificados recibían las unidades más pequeñas, los maestros vivían en cien metros cuadrados y los directores tenían residencias señoriales de 160 metros cuadrados. Foto (detalle): © Julius Lukas

    Estaba bien definido quién recibía qué casa. Los obreros menos calificados recibían las unidades más pequeñas, los maestros vivían en cien metros cuadrados y los directores tenían residencias señoriales de 160 metros cuadrados.

  • En primer plano hay verde y al fondo humean las chimeneas: así ha sido desde la construcción. Foto (detalle): © Julius Lukas

    En primer plano hay verde y al fondo humean las chimeneas: así ha sido desde la construcción.

  • Las parcelas para huertos eran parte importante del concepto arquitectónico. Hasta nuestros días, cada casa de alquiler tiene una. Foto (detalle): © Julius Lukas

    Las parcelas para huertos eran parte importante del concepto arquitectónico. Hasta nuestros días, cada casa de alquiler tiene una.

  • Una imagen poco común para nosotres que es normal en la Ciudad Jardín: una calle libre de autos en Piesteritz. Foto (detalle): © Julius Lukas

    Una imagen poco común para nosotres que es normal en la Ciudad Jardín: una calle libre de autos en Piesteritz.

  • Las fachadas ajardinadas son aquí otro elemento consabido: hay Las fachadas reverdecidas también se dan por hecho aquí: en ciertas casas, los rosales se enroscan en el marco de la puerta...en que los rosales trepan alrededor de la puerta a la calle…" Foto (detalle): © Julius Lukas

    Las fachadas reverdecidas también se dan por hecho aquí: en ciertas casas, los rosales se enroscan en el marco de la puerta...

  • ... otras están cubiertas de hiedra hasta los pisos superiores. Una casa propia con jardín a un precio asequible, calles seguras para les niñes, mucho verde... todo eso hace que la Ciudad Jardín siga siendo tan atractiva que la lista de espera es larga. Foto (detalle): © Julius Lukas

    ... otras están cubiertas de hiedra hasta los pisos superiores. Una casa propia con jardín a un precio asequible, calles seguras para les niñes, mucho verde... todo eso hace que la Ciudad Jardín siga siendo tan atractiva que la lista de espera es larga.

En 1997 les habitantes construyeron un área de juegos. “Ese fue un proyecto comunitario para el que nos reunimos todes”, recuerda Klaus Wipper. Terminaron en un solo fin de semana. Sin embargo, ahora el lugar está cubierto de maleza. Crecen hierbas en el arenero. “Ahora cada quien está por su cuenta, se perdió la comunidad”, dice Wipper.

De todos modos se sigue viviendo bien en la joya arquitectónica, en eso están de acuerdo los Wipper y Mörbt. Pero el desmoronamiento de sus cimientos no solo se nota en el área de juegos. “El último propietario se ocupó poco de las casas”, se queja Mörbt, porque hay muchas necesidades. De todos modos hay esperanzas: “Dicen que el nuevo dueño ya mandó trabajadores”, dice Rosemarie Wipper. Parece confiada de que el barrio se mantendrá como es y de que su historia de cien años llegará a los doscientos... por lo menos.

 

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