En el SUR, donde los que sobran se encuentran
Y mientras recordamos el horror de los diecisiete años de dictadura que torturó a 28 459 personas, asesinó a 2125 e hizo desaparecer a 1102, el negacionismo impulsado por una derecha fascista empoderada avanza. ¿Cómo sopesar estos fracasos y memorias inconclusas? ¿Qué teatro para el porvenir de la desesperanza? ¿Qué expresiones artísticas para sobrevivir a la barbarie del neofascismo mundial? Estas son preguntas que a mí me agitan cada vez más. Y que se cruzan con mi homosexualidad crítica, desconfiando profundamente de un orden cultural heteronormalizado que no asume ni sus privilegios ni fracasos.
Desde el 2015 vengo creando un teatro micropolítico que denomino “sexodisidente”. Y lo hago en la convicción encarnada de una sexualidad torcida que disiente de la alineación heterosexual que domina la imaginación cultural. Deseo un teatro que emancipe a los cuerpos. Que estalle a la normalidad. Investigo en un teatro invertido de la carne, de los anormales, incubando procesos de escritura y escenificación infectados por la disidencia sexual. Un teatro que se desorienta y sitúa observándose al sur. Mi refugio se llama Teatro SUR. Porque se trata de desviarse del norte del camino y continuar cayendo hacia donde los que sobran se encuentran.