El sueño de la razón produce monstruos
En este país de tiempo circular que habitamos me gusta pensar la escena como un espacio de posibilidades, de preguntas, que se reorganiza en un devenir constante, desde el gran vacío. Esto me invita a volver siempre a la creación. Pero ¿qué se crea cuando la certeza de la muerte, la oscuridad de la cuenca de un ojo vacío se instala así de forma tan radical frente a nosotros? ¿Cómo me rencuentro con la ficción cuando la realidad lo superó todo? Esta historia ya la escuchamos, esta historia ya la vivimos, esta historia ya la escribieron tantos dramaturgos nacionales y he podido traerla a la escena, recortando, reinventando, uniendo partes, buscando nuevo sentido una y otra vez. Los escenarios convertidos en memoriales aún no alcanzan a rendirle homenaje a nuestros muertos, se cavan sepulturas vacías de cuerpos. Se ejerce una segunda profesión de médiums que tampoco es suficiente, porque se nos acaban las estrategias para volver a contar las mismas imágenes.
¿Debería rehusarme a pensar imágenes nuevas hasta que existiera reparación de esta herida? Me rehúso a olvidar, me rehúso a abandonar la memoria que guarda cada objeto, cada cuerpo, y estoy decidida a traerlos nuevamente al escenario una y otra vez, hasta que esto no se vuelva a repetir.