La exploración urbana
¿Fascinación romántica por las ruinas o crítica social?
Exploran ruinas de zonas industriales abandonadas y escalan por los andamiajes de obras faraónicas. También en Alemania actúan los denominados “exploradores urbanos”, con la intención de redescubrir por sí mismos el espacio de las ciudades. Para muchos es simplemente una aventura; otros se consideran activistas políticos.
A principios de 2008, el redactor y fotógrafo alemán André Winternitz investigó para un artículo la existencia de lugares siniestros en su localidad de origen en Westfalia. Acudió a asociaciones locales preguntando por “casas encantadas con efectos terroríficos” y encontró lo que buscaba. “En cuanto visité los primeros inmuebles me quedé fascinado. Cada vez quería hacer más fotografías y, sobre todo, enterarme mejor de la historia de las casas.” Como él mismo dice, le infectó el “virus de las ruinas”, la pasión por la “estética de lo derruido”.
Al poco tiempo, Winternitz se decidió a hacer público su archivo gráfico. Tras recopilar en la página web Rottenplaces.de sus mejores fotografías de ruinas, en seguida entró en contacto con espíritus afines. El archivo fue creciendo, se iba recopilando información sobre los inmuebles visitados y el creciente grupo de aficionados podía intercambiar impresiones en un foro. También quedó definido con mayor claridad el objetivo del proyecto: fotografiar y documentar para luchar contra el olvido, tal como se lee en la página web.
En busca de aventuras urbanas
Entre tanto, Rottenplaces.de es hoy un importante punto de reunión en lengua alemana de seguidores internacionales de la fotografía de ruinas, tendencia para la cual ha terminado imponiéndose en el mundillo la denominación urban exploration. Los denominados urban explorers, también llamados urbexer, se dedican a investigar espacios de las ciudades a los que no suele tener acceso la mayoría de sus habitantes. Además de ruinas, puede tratarse de edificios deshabitados, grandes zonas de obras, sistemas urbanos de desagüe o estaciones de metro abandonadas. Para muchos de ellos, la irrupción creativa en inmuebles con acceso protegido es un punto tan importante como la documentación misma de lo explorado.El libro Explore Everything: Place-Hacking the City, publicado en 2013, viene a ser un informe desde dentro acerca de un grupo londinense de fotógrafos de ruinas. En él, el geógrafo y antiguo “urbexer” Bradley Garrett intenta situar histórica y políticamente el fenómeno Urban Exploration. La exploración sistemática de espacios urbanos es una práctica cuyos orígenes es posible descubrir en la década de 1960. Por entonces, el grupo de artistas e intelectuales denominado Internacional Situacionista postulaba un nuevo modo de percibir la realidad de las ciudades con el que se pretendía detectar la “auténtica aventura existente tras las fachadas de un entorno urbano domesticado”.
La belleza de espacios urbanos
En el año 2012, Garrett se hizo célebre al aparecer en Internet fotos hechas desde la cima de The Shard, un edificio londinense de 310 metros de altura que era entonces el más alto de Europa. Los medios hablaron del “ascenso al monte Everest de la Arquiitectura”, y el mismo Garrett, de una “concienciación sobre el mundo vital urbano”. En una entrevista con Stuttgarter Nachrichten explica así su motivación: “Podría decirse que The Shard se las da de ‘inmueble de uso mixto’, pero solo tienen acceso unos cuantos elegidos. Se trata de dinero, no de participación.”Para André Winternitz, en cambio, el atractivo de lo prohibido y la agitación política son factores de muy poca relevancia, si es que tienen alguna: “Siempre que es posible conseguimos permiso antes de inspeccionar un lugar.” Y, de hecho, tampoco le gusta denominar sus actividades urban exploration, sino que prefiere llamarlas exploración de ruinas. Penetrar sin permiso en inmuebles es el medio para un fin, y ello solamente en casos excepcionales. La auténtica creatividad, piensa Winternitz, se despliega al fotografiar los denominados lost places, que es otro nombre que se da a las ruinas en el mundillo.
Una opinión semejante manifiesta Olaf Rauch, fotógrafo y explorador urbano que organiza en Bochum la Urbexpo, una de las mayores exposiciones fotográficas de toda Europa sobre fotografía de ruinas y estética de lo derruido: “Nuestro objetivo, más allá de cualquier romanticismo aventurero, es servirnos de imágenes para crear conciencia de la belleza de espacios urbanos, trátese de gigantescas ruinas de acerías abandonadas o de habitaciones que aún conservan el mobiliario en un hotel que lleva décadas sin usarse.”
Anarquía silenciosa
De todos modos, los mismos Winternitz y Rauch reconocen que sus proyectos Rottenplaces.de y Urbexpo no abarcan tampoco todo el mundillo alemán de los exploradores urbanos. Pues, según refieren, mencionar públicamente los inmuebles y los puntos de intercambio de información está considerado entre algunos miembros del mundillo la ruptura de un tabú que terminaría llevando a la comercialización de una subcultura que merece ser protegida.Si con ello se trata, pues, de hacer crítica social o, en cambio, de defender un espectacular pasatiempo es una cuestión sobre la que cabe discutir. Lo cierto en todo caso es que la reapropiación de espacios de las ciudades por la que abogan, a veces con medios drásticos, los exploradores urbanos es un proceso que lleva ya en marcha mucho tiempo. Según el periodista y escritor Hanno Rauterberg en su libro Wir sind die Stadt! (¡Nosotros somos la ciudad!, 2013), puede observarse en las grandes ciudades un “nuevo urbanismo” y una “anarquía silenciosa”. Ejemplos de ello, aduce, son los “flash mobs” con sus peregrinas actuaciones rápidas, o el sembrado de bancales de flores en las aceras, también denominado “guerilla gardening”, o transformar en obras de arte casetas de la electricidad, o rebuscar en las basuras de los supermercados practicando la recolección urbana.
La exploración urbana ha sido y sigue siendo parte de este modo activo de experimentar y vivir la ciudad, pero manteniendo siempre ese carácter tan silenciosamente anárquico.