Carnaval en Alemania
La quinta (y delirante) estación del año
Puede ser que los alemanes sean como dice el cliché, amantes de la seriedad y la disciplina, pero una vez al año, al menos una parte de la república se sale de control. A continuación, lo que usted necesita saber sobre la más delirante de las fiestas alemanas.
Si algún incauto llega desprevenidamente en febrero a algunos de los centros alemanes de carnaval, creerá que el mundo está patas para arriba… y no estará totalmente equivocado. En la calle hay personas disfrazadas de payasos, fantasmas o ardillas; desfiles de kilómetros de largo serpentean por los centros históricos y los locales están tan llenos que explotan. La vida cotidiana normal se detiene y a los que están allí por casualidad les queda solo una opción: sumarse al festejo.
Tres meses de carnaval: la quinta estación del año
Las raíces del carnaval alemán son múltiples: el ritual en que los germanos expulsaban los espíritus invernales, las Saturnalias romanas, en las que los esclavos bromeaban con los amos sentados a una misma mesa. Desde la introducción del cristianismo, sobre todo en las regiones católicas de Alemania, se festejaba de lo lindo antes de comenzar la época de ayuno. De esa época provienen evidentemente los términos que designan la fiesta: Fastnacht (noche de ayuno) y Karneval, del latín: caro, “carne” y vale, “adiós”. El carnaval actual tiene un poco de todas esas cosas: una desenfrenada fiesta callejera bajo un frío que hace tiritar, una rebelión contra las autoridades y, sobre todo, un motivo para festejar la vida y gozarla al máximo.Tradicionalmente se festeja en la zona del Rin con sus centros de Colonia, Düsseldorf y Maguncia, y también en el sudoeste de Alemania, con su carnaval suabo-alemánico. Pero también en varios otros lugares de Baviera o de Brandeburgo es inimaginable un año sin carnaval. Para muchos esta fiesta –llamada también Fastnacht o Fasching según la región– es tan importante que hablan de “la quinta estación del año”. El carnaval comienza el 11 de noviembre y dura hasta el inicio de la Cuaresma, siete semanas antes de las Pascuas.
Aquellos que consideran el carnaval parte de su forma de vivir se llaman Narren o Jecken. A la persona que gusta del festejo, no se toma muy en serio a sí misma, y está un poco loca le cabe el adjetivo jeck. En carnaval, los Narren se saludan entre sí de modo especial: Alaaf! (Colonia) , Helau! (Düsseldorf, Maguncia y Hessen), Hei Jo! (Berlín) y Ahoi! (Bremen) son sólo algunos ejemplos. (Quien quiera oír online las interjecciones carnavalescas puede hacerlo aquí.)
El 11, número carnavalesco: apertura de la temporada de carnaval el 11/11 a las 11:11.
Inauguración de la temporada de carnaval el 11 de noviembre en el centro histórico de Colonia | Foto: © picture alliance / Horst Galuschka / dpa La temporada de carnaval se inaugura cada año el 11 de noviembre con grandes eventos al aire libre. Allí comienza entonces el reinado de los príncipes y de las parejas principescas que habrán de presidir la loca celebración hasta el Miércoles de Cenizas. En Colonia se elige un triunvirato: el príncipe, el campesino y la virgen, que tradicionalmente son encarnados por hombres y tienen hasta cuatrocientas presentaciones cada temporada.Quien en esta época vea a uniformados en las calles de Renania no se sorprenda: la mayoría pertenece a los tradicionales regimientos de las asociaciones de carnaval. Las primeras tiendas de carnaval de Colonia abrieron ya a principios del siglo XIX. El diseño de los uniformes se basó en la ropa de las tropas napoleónicas, que entre 1801 y 1813 ocuparon la margen izquierda del Rin. Así, hasta el día de hoy los renanos se burlan de la disciplina militar. Colonia incluso tiene su regimiento gay de carnaval, los Rosa Funken.
Las asociaciones de carnaval organizan también reuniones que tienen lugar a lo largo de toda la temporada y en algunos casos se transmiten en la televisión nacional. Allí actúan grupos de música locales –solo en Colonia hay varios cientos de bandas de todos los estilos musicales, que cantan en dialecto– y también los Büttenredner (oradores de barril) que hacen discursos de sátira política. Ya en la Edad Media, durante el carnaval el “hombre llano” podía criticar a los superiores sin ser castigado, y así hasta el día de hoy, el espíritu de esas reuniones consiste en burlarse de las autoridades políticas.
El alcalde entrega la llave: comienza el carnaval callejero
Pero para todo los Narren y Jecken el clímax del carnaval comienza en febrero: seis días antes de la Cuaresma católica, el jueves llamado Weiberfastenacht o Altweiber comienza el carnaval callejero, que concluirá en la víspera del Miércoles de Ceniza.Ese día, las mujeres toman el poder: los hombres deben andar con cuidado en la calle, en el trabajo o en el tranvía. Quien lleva una corbata, debe contar con que en cualquier momento un grupo de jocosas mujeres se la cortará sin previo aviso. También en las empresas, las mujeres acometen contra el jefe: el trabajo se paraliza, está permitido festejar.
En muchas ciudades, el 11 de noviembre el alcalde entrega simbólicamente el poder al pueblo y da las llaves del ayuntamiento a las mujeres o las autoridades del carnaval… por supuesto, sólo por los seis días siguientes.
Romper con los roles acostumbrados: el disfraz como sentimiento vital
Durante el carnaval callejero disfrazarse es una obligación; por seis días cualquiera puede asumir un nuevo papel. En esto la creatividad no conoce límites, excepto quizás los del estado del tiempo. Los disfraces deben ser abrigados, pero tampoco demasiado gruesos, para poder festejar en los bares y clubs. No es algo sencillo. Por eso muchos Narren tienen varios disfraces y más de uno ha instalado en su casa su propia “bodega” para guardarlos.Muy distinta del carnaval renano es la impresión que causa el festejo suabo-alemánico. Allí se expulsa al verano con figuras aterradoras: diablos, brujas y “salvajes” corren por las calles. Características son las máscaras talladas en maderas y de factura muy cuidada. Los disfrazados –llamados aquí Narrenhästräger– no cambian su disfraz sino que lo conservar año tras año.
Desfiles de carnaval: golosinas y política
Durante el carnaval, tienen lugar coloridos desfiles en todas partes de Alemania. Cada pueblo y cada barrio organiza su propio festejo en el que las comparsas de músicos y bailarines, de asociaciones de carnaval, clubes locales y escuelas recorren las calles a pie o en carrozas construidas especialmente. Y algo que entusiasma especialmente a los niños: los grupos arrojan a los espectadores golosinas, aunque entre el material lanzado suele haber también ramos de flores y peluches.Los desfiles más grandes tienen lugar el Lunes de Carnaval en las ciudades de Colonia, Düsseldorf y Maguncia. Tienen varios kilómetros de largo, participan más de cien grupos y duran todo el día. En los desfiles de Lunes de Carnaval no todo es festejo. Especialmente las carrozas temáticas de Düsseldorf son conocidas por su sátira ácida, pero también Colonia y Maguncia echan una mirada crítica a la política y la sociedad. Al desfile de Colonia asisten anualmente alrededor de un millón de personas, y se reparten varios cientos de toneladas de golosinas. Aunque el Lunes de Carnaval no es un día festivo oficial, muchas empresas les dan el día libre a sus empleados.
“El miércoles de ceniza todo termina”: Desfile macabro y quema de muñecos
Quema del Nubbel en Colonia | Foto: © picture alliance / Federico Gambarini / dpa El carnaval no siempre es colorido: en la pequeña ciudad de Blankenheim, en la región de Eifel, espectros y figuras aterradoras conquistan la ciudad la noche del Sábado de Carnaval. Y también en Colonia, durante el Jeisterzoch, figuras sombrías les enseñan qué es el miedo a los visitantes. Al desfile puede sumarse cualquiera que esté vestido de modo macabro. Y así, fantasmas y esqueletos, tamborileros y lanzafuegos deambulan por las calles nocturnas el Sábado de Carnaval.De modo igualmente sombrío transcurre la última noche de Carnaval. Cuando el Miércoles de Ceniza se acerca, todos los pecados de los días de festejo deben olvidarse rápidamente. Como chivo expiatorio sirve el Nubbel, un muñeco de paja que se quema el martes por la noche delante de los bares de Colonia. En una ceremonia de aire medieval, personas disfrazadas de sacerdotes, monjes y verdugos le endilgan al Nubbel la culpa de todos los actos vergonzosos de los días anteriores. Una vez que el Nubbel ha ardido, los pecados se han expiado, el Carnaval ha terminado y comienza el Miércoles de Ceniza.