Mujeres en política
“Jamás habría pensado que, con dieciséis años de gobierno de Merkel, el lugar de las mujeres en la política cambiaría tan poco”
Durante cuatro períodos legislativos Alemania fue gobernada por una mujer: a la vez, la canciller Angela Merkel fue la primera mujer en ocupar el cargo. Sin embargo, el hecho de que ella fuera canciller no allanó el camino para una mayor participación de las mujeres en política, según observa la politóloga Holland-Cunz.
Barbara Holland-Cunz ist Professorin für Politikwissenschaft mit dem Schwerpunkt Frauenforschung an der Universität Gießen. Zudem ist sie Mitglied im Kuratorium des gemeinnützigen Vereins „Mehr Demokratie“, der sich für mehr direkte Bürger*innenbeteiligung einsetzt, und im wissenschaftlichen Beirat der Zeitschrift „Gender“.
| Foto: © Asya Evcil
Martina Vetter: Las mujeres siguen estando subrepresentadas en político. Y esto también lo dicen las estadísticas: hasta 1983 la participación de mujeres era de menos del 10 por ciento. Si bien desde entonces el porcentaje subió un poco, el balance después de las elecciones nacionales de 2017 fue bastante decepcionante. El número de parlamentarias mujeres descendió del 37 (hasta entonces el valor más alto) al 31 por ciento. ¿Cuál es la causa?
Barbara Holland-Kurz: Las verdaderas transformaciones necesitan muchos años. Tres mil años de patriarcado no pueden ser contrapesados por dieciséis años de Angela Merkel. Y el hecho de que Merkel sea mujer no quiere decir que por eso todas las mujeres tengan menos impedimentos para alcanzar un lugar en el ámbito político. En relación con la participación de las mujeres en política, desde 2002 sufrimos en el plano nacional una especie de estancamiento y nos hemos quedados atascados en un nivel que es malo. Y en el plano internacional incluso hemos retrocedido: según la Inter-Parliamentary Union, que registra la participación femenina en las cámaras baja y alta de todos los parlamentos del mundo, Alemania ocupaba a finales de 2005 el puesto número 15 de las cámaras bajas. Hoy estamos apenas en el lugar 54. Otros países sacaron ventajas con leyes de paridad y cupos en los partidos. Una forma de empeorar es que los otros mejoren.
¿Sería sensato un cupo femenino para modificar la situación?
Yo siempre fui escéptica respecto a que todo cambiará cuando tengamos una cuota de género. Por otro lado no veo otro camino para avanzar institucionalmente en esta situación. Sin cupo femenino y sin leyes de paridad será muy difícil alcanzar la igualdad de géneros. Sin embargo, la canciller Angela Merkel hizo muchísimo en política familiar, sobre todo en la época en que Ursula von der Leyen era ministra de familia. Ahora hay subsidio parental, licencias parentales, cuidados garantizados, etc. Y no es poco que las mujeres puedan armonizar la familia con el trabajo..
Sin embargo, las mujeres soportan la carga principal del cuidado de los niños y de las tareas domésticas.
Eso es cierto, por supuesto, y en este aspecto la pandemia del Coronavirus significó un retroceso dramático. De un día para otro las madres volvieron a estar en casa. Pero tampoco la igualdad en las retribuciones avanzó los últimos años. Personalmente, creo que subestimé la rigidez de nuestras relaciones de género. Jamás habría pensado que, con dieciséis años de gobierno de Merkel, el lugar de las mujeres en la política cambiaría tan poco. Pero tal vez sea este un pensamiento superficial. Yo hago política feminista desde hace cuarenta años y el resultado no está en relación con mi compromiso político.
¿Le parece correcto que a la candidata verde a la cancillería Annalena Baerbock, madre de dos niños pequeños, se haya preguntado cómo haría para compatibilizar la familia con el cargo político?
La pregunta me parece totalmente legítima, pero habría que hacérsela del mismo modo a los hombres. Es claro que ese puesto de responsabilidad exige mucho. Pero creo que más relevante para la política democrática es la siguiente pregunta: ¿No podemos organizar de modo distinto las actividades de servicio público? No está bien que sólo puedan llevarse a cabo con una semana laboral de ochenta horas. Esa no es una forma humana de organizar la política, porque al fin y al cabo implica que se debe tener hijos mayores o que no se tienen hijos, como es el caso de Angela Merkel u Olaf Scholz.
Con Annalena Baerbock, de Bündnis 90/Die Grünen (Alianza 90/Los verdes) otra mujer fue candidata a la cancillería de Alemania en 2021.
| Foto (detalle): © picture alliance/Foto Huebner.
Después de un entusiasmo inicial, Baerbock recibió muchas críticas. ¿Fue justo?
Quien embellece su propio currículum y copia para su libro pasajes de otros tiene que soportar la crítica pública. Son actos que no dan una impresión de profesionalismo.
También hubo denuncias de plagio contra Armin Laschet, el cadidato cristiano-democrático, pero a diferencia de Baerbock, él no tuvo que tolerar tormentas de insultos en los medios digitales. ¿Tuvo que ver con el hecho de que Baerbock es mujer?
En principio, las mujeres activas en política están mucho más expuestas que los hombres a ataques de odio en el mundo digital (ver recuadro). A su vez, a diferencia de los políticos hombres, en el caso de las mujeres rara vez se trata de contenidos políticos sino de discursos de odio sexualizados y con fantasías de violencia. Esos ataques difamatorios son otro factor responsable de que las mujeres se alejen de la política. Son un anticipación de la intensidad y agresividad con que serán atacadas en el mundo online. Hay que poder aislarse contra eso pero no es tan fácil.
¿Todo nos indica entonces que no es posible esperar una participación equitativa de mujeres y hombre en la esfera política?
Hay distintos estudios sobre la cuestión. Si lo que dicen es cierto, podría llevar entre 100 y casi 500 años hasta que impere la equidad de géneros.
Violencia digital contra las mujeres
Las mujeres que tienen un compromiso político sufren, sobre todo en las redes sociales, una catarata de comentarios sexistas y amenazas de asesinato, violación o golpizas. Para una crónica de primera página sobre las campañas de odia digitales contra políticas, la revista Spiegel preguntó a las 222 parlamentarias alemanas cómo viven la misoginia. Casi el 70 por ciento de las mujeres manifestaron haber estado expuestas a odio misógino siendo parlamentarias. El 64 por ciento ya había recibido alguna vez mensajes de odio (la mayoría online) y el 22 por ciento ya había sufrido ataques contra su persona, su oficina o su casa.
Miembros del bloque parlamentario del Bündnis 90/Die Grünen (Alianza 90/Los verdes) se solidarizan con su antigua jefa de bloque, Renate Künast: desde hace algún tiempo la política lucha en la justicia contra los ataques de odio y difamación que sufre en Internet.
| Foto (detalle): © picture alliance/dpa/Arne Immanuel Bänsch.
HateAid, un servicio de atención para personas afectadas por la violencia digital, fundado en 2018, registró en el tiempo previo a las elecciones nacionales de 2021 un fuerte aumento de solicitudes de asesoramiento. Si de enero a agosto de 2020 había habido 187 consultas, en el mismo período de 2021 se recibieron 542. “Hay una gran diferencia entre la violencia que sufren las políticas mujeres y la que se dirige contra sus colegas hombres”, explica la directora Anna-Lena von Hodenberg. “La violencia contra las mujeres que ocupan cargos políticos es predominantemente de contenido sexual, reciben insultos sexistas, amenazas de violencia o encuentran en la red fotos de ellas desnudas falsas. Enseguida se trata de su cuerpo, de si son gordas o delgadas, de cómo son sus pechos o de si se querría o no tener relaciones sexuales con ellas. Es llamativo lo poco que se discuten las ideas. Por lo visto, las mujeres que quieren hacer un aporte activo a la política y aparecen en la escena pública siguen siendo para muchas personas una provocación y deben ser devaluadas de forma pública, y para eso la red es el lugar perfecto.”