Desde hace poco tiempo, se puede aprender alemán en cualquier parte de Uruguay, incluso en pueblos apartados. Las clases se dan virtualmente desde Montevideo, la capital.
En Montevideo, Ignacio Dolio va a trabajar en scooter y llega en algunos pocos minutos. Sin embargo, su verdadero lugar de trabajo está a unos trescientos kilómetros de distancia, en el Liceo 3 de Fray Bentos. Lo que hace Ignacio es conectarse digitalmente desde el Liceo 34 de Montevideo con el alejado interior del país. Allí enseña alemán, y lo hace de modo online: la clase se transmite a una pantalla grande instalada en el aula de Fray Bentos. “Yo también tengo aquí una pantalla, conecto el micrófono y la notebook y ya tengo delante de mí a los alumnos.” Y, por supuesto, los alumnos también ven y oyen al profesor.
Ignacio Dolio es uno de los docentes que, con la cooperación del Goethe-Institut, desde este año y por primera vez enseñan alemán en todo el país de modo remoto y complementario al horario de clases normal. Desde hace años Uruguay apuesta a la enseñanza digital, y el Goethe-Institut ha aprovechado esa estructura para un proyecto piloto en el que, conjuntamente con el Ministerio de Educación, se ofrecen clases de alemán. Al mismo tiempo, se forman docentes que puedan enseñar el idioma. Los recursos financieros provienen del programa Bildungsoffensive Deutsch (Ofensiva Educativa Alemán) del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania.
Para satisfacción y alegría, por ejemplo, de Angelina Ramírez, que asiste a las clases de Ignacio en el Liceo 3 de Fray Bentos. Ya sabe inglés, pero le gustaría aprender otra lengua más. “Por suerte, Ignacio nos explica todo, y así es muy fácil”, cuenta Angelina que, a sus quince años, confiesa haber sido escéptica al principio. El alemán es muy difícil, pensaba. “Pero mi padre me dijo que simplemente probara”, cuenta la joven. Y ahora ni piensa en dejar: “¡Es muy divertido! Y una oportunidad única de ir capacitándome ahora para otros trabajos en el futuro.”
Igualdad de oportunidades en el sistema educativo
“No tenemos en todas las localidades del país docentes que puedan enseñar”, dice Aldo Rodríguez, jefe de la Dirección de Políticas Lingüísticas. Por eso en 2007 se estableció en Uruguay el Plan Ceibal, que tiene como objetivo brindar igualdad de oportunidades en el sistema educativo por medio del acceso digital. Entre otras acciones, se provee de dispositivos a todos los alumnos del país (one-laptop-per-child). Por otro lado, se ponen a disposición una plataforma digital y un software de videoconferencia, de modo que incluso en los lugares más apartados se puedan transmitir las clases. Justamente en ese marco, el ministerio ofrece desde mayo de 2021 por primera vez cursos de alemán en ocho escuelas del país.
“Esta cooperación encaja a la perfección con nuestro programa Uruguay Plurilingüe 2030”, agrega Rodríguez. El programa prevé que todos los alumnos puedan aprender primero inglés, después una lengua de comunicación regional (por lo general, portugués) y finalmente otra lengua extranjera más. El alemán, dice Rodríguez, al fin y al cabo es la lengua de muchos inmigrantes y no debe perderse. Además, el aprendizaje de idiomas es de gran importancia para el desarrollo personal de los jóvenes: “Es un modo de cruzar fronteras y convertirnos en personas más abiertas”.
Aldo Rodríguez considera positivo que esta cooperación además contribuya a apoyar la formación de profesores de alemán en el sistema educativo público. Aparte de Ignacio, hay otros tres docentes que están siendo formados por el Goethe-Institut. En cursos de capacitación diseñados especialmente para las necesidades del país aprenden cómo trasmitir a los principiantes los conocimientos básicos del idioma y cómo hacer para que los alumnos disfruten el aprendizaje.
Para Ignacio, a sus veinte años, es una situación ideal. A decir verdad, quería ser ingeniero hasta que en 2020 fue a Berlín: “Allí me di cuenta de cómo los idiomas le abren a uno un mundo entero y me dieron ganas de transmitir esa experiencia.” En lugar de la carrera de ingeniería, Ignacio se formó en el profesorado público de Uruguay. La cualificación obtenida en el Goethe-Institut es un peldaño complementario para él. “Me gustaría aprender tantos idiomas como pueda y así comunicarme con tantas personas como pueda.”
La distancia no es un problema
A Ignacio le encanta enseñar... aunque la clase tenga lugar a una gran distancia. “Mis alumnos están en un aula sin profesor, y yo estoy en un aula sin alumnos, es como una ‘clase con nadie’”, dice. La técnica y la distancia no son un problema. “Los alumnos son jóvenes e Internet ya es parte de nosotros”. La enseñanza a distancia además tiene ventajas, dice satisfecho. Por ejemplo, que no tiene que usar tapabocas.
También Verónica Corujo está muy contenta con el proyecto. Dirige el centro de idiomas de Trinidad, una pequeña localidad de 25.000 habitantes al norte de Montevideo. “Siempre quisimos ofrecer alemán, pero no teníamos docentes”, dice. Ahora afiches de bienvenida en alemán escritos por ellos mismos adornan las paredes del aula llena de alumnos con muchas ganas de aprender. Los conocimientos de idioma no sólo facilitan la comunicación con turistas alemanes. “El aprendizaje de idiomas crea opciones para la vida y nos abre a otras culturas”, dice la activa directora. Desde el comienzo puso en funcionamiento un grupo de WhatsApp para padres y el cupo del curso se completó enseguida. “Ayer me llamó otra madre para preguntarme si podía inscribir al hijo.”
En Fray Bentos, mientras algunos caballos pastan al lado del cerco de la escuela, Angelina Ramírez sueña con la nieve de Alemania. Desea con todas sus fuerzas estar pronto allí para para hacer un angelito de nieve. “¡Y también”, dice, “espero que el año que viene podamos seguir con las clases!”