Nació en Alemania, pero emigró a Canadá a los 12 años. Hanna Barczyk se ha convertido en una artista reconocida a nivel mundial – su historia está llena de detalles fascinantes.
La artista con raíces polacas y húngaras estuvo influenciada por el arte desde muy pequeña: Su padre la llevaba a conocer iglesias y castillos barrocos en el sur de Alemania, mientras su madre la inspiró con el arte folclórico de Hungría. Estas influencias la llevaron a estudiar en Ontario College of Art & Design University (OCAD) en Toronto. Después comenzó su exitoso viaje como ilustradora, que la ha llevado a trabajar con New York Times y muchas otras marcas. Tuvimos la oportunidad de hablar con Hanna Barczyk sobre su extraordinaria vida y su obra artística.Dejar a una parte de tu familia —tu hermana mayor, tu hermano, tu padre, tus abuelos, todos— e iniciar una nueva vida a los 12 años con tu madre y su nueva pareja debió ser muy difícil. ¿Crees que otra edad habría ayudado en la transición?
Hanna Barcyk: Sí, definitivamente. A los 12 fue muy difícil hacer un gran cambio. Un poco antes o un poco después habría sido más fácil. Pero, sí, nos mudamos en 1996. La preparatoria fue difícil pero la universidad fue diferente. Entré a OCAD, y ahí fue cuando realmente comencé a disfrutar mi vida en Canadá.
Entonces, no eras feliz al principio. ¿Cuándo se volvió el arte una parte importante de tu vida?
El arte siempre estuvo a mi alrededor. Mi padre era historiador y siempre nos mostraba iglesias, monasterios o castillos barrocos en el sur de Alemania, donde nací. Mi madre tenía arte folclórico y jarrones húngaros, así que yo siempre estaba inspirada. Incluso en nuestra ciudad teníamos museos geniales y una gran cantidad de arte. Otros grandes museos en Múnich y Stuttgart, que me permitieron adentrarme al arte alemán desde pequeña, estaban cerca. A los 18 o 19, ya sabía que quería ser artista.
¿Te preocupaba no ganar dinero con el arte?
Al principio, tenía una idea romántica sobre ser artista. Luego entré a OCAD para estudiar dibujo y pintura, pero entonces descubrí la ilustración. Cuando veía este tipo de arte en los pasillos, me enteré de que eran ilustraciones para revistas. Entonces cambié mi carrera a ilustración para ganar dinero.
¿Recuerdas tu primer gran trabajo?
Mi primer trabajo fue con The New York Times. Eso fue como mi inicio en el mundo de la ilustración profesional. Había trabajado con revistas más pequeñas, pero esto abrió muchas puertas y fue un gran logro. Después de eso, fue como una reacción en cadena. Si dices que trabajas para The New York Times, es más probable que consigas el siguiente trabajo.
¿Has continuado con otras formas de arte, como la pintura o la escultura?
Sí, hago una variedad de obras, incluidos murales. La ilustración editorial me ha permitido conectar con personas a través de temas universales como la crisis climática, los derechos humanos y la diversidad. Es importante expresar mi voz y ser parte de las conversaciones sociales a través de mi arte. Con la ilustración editorial, también puedo encontrarme dentro de la historia. Esto me permite expresar mi punto de vista de forma visual, así que es un lenguaje universal todavía más sencillo, que todas las personas puedan entender.
¿Cómo encaja el arte urbano en su trabajo?
El arte urbano es divertido porque es público y gratuito. El arte tiene que poder adaptarse, no ser demasiado impactante o político. Se trata de hacer una declaración universal. Aunque la mayor parte de mi arte es por encargo, prefiero trabajar con un equipo y ser parte de proyectos comunitarios. Existen muchos proyectos que serían difíciles de gestionar por mi cuenta. El equipo de asistentes tiene mucha experiencia en el arte urbano y los murales, y por eso es mucho más fácil trabajar con ellos.
¿Puedes describir el proceso para conseguir un encargo de arte urbano?
Normalmente, los clientes te contactan con una pared y lineamientos, como los colores de la marca. Yo les entrego bocetos y ellos eligen el que les gusta. Es un proceso colaborativo. Los verdaderos artistas urbanos simplemente encuentran una pared y pintan todos los días. No es algo que yo haga personalmente de forma voluntaria. Los preparativos toman mucho tiempo y es un trabajo pesado. Es como la construcción: tienes materiales, escaleras, andamios, tienes que cargar la pintura. En ese sentido, me veo más como una artista comercial, pues espero a que el trabajo llegue a mí.
¿Qué hay de la pieza “Balance and Harmony” que apareció en nuestro blog?
Ésa fue una colaboración con Frank and Oak para el festival Mural. Ellos me dieron los colores de su marca y el logo. Fue divertido porque tuve completa libertad de decidir qué quería pintar.
Cuando estás creando, ¿empiezas con un tema o un personaje específico?
Suelo empezar con un tema y escribo palabras como “naturaleza”, “conexión”, “empatía” y “comunidad”. Luego, hago bocetos rápidos, borro o combino elementos como un collage hasta que encuentro la composición adecuada. Se trata de usar metáforas visuales y símbolos reconocibles para comunicar el mensaje.
¿Hay elementos recurrentes en tu obra?
Sí, uso mucho la figura humana, especialmente el cuerpo femenino, en diferentes contextos y situaciones, a menudos junto a hojas y flores. Estos elementos son frecuentes porque son familiares y ayudan a transmitir mi mensaje de forma eficiente.
¿Tienes alguna paleta de colores preferida?
Idealmente, sólo trabajaría con blanco y negro. Es más directo y honesto. Sin embargo, la mayoría de los clientes quiere color, así que me adapto a sus necesidades. Pero el blanco y el negro ayudan a eliminar distracciones y comunicar mejor.
¿Te consideras una persona que cuenta historias que deliberadamente deja partes para que el público las interprete?
Sí, me gusta ese título. Se trata de crear una narrativa que atrape al público, que les permita rellenar los espacios y conectar con la obra en un nivel personal.
¿Cómo fue que te mudaste de Toronto a Montreal?
De hecho, primero me mudé de Toronto a Nueva York, y luego a Montreal. Cuando mi visa expiró, y con mi pasaporte alemán a punto de vencerse, tuve que quedarme en Canadá para conservar mi residencia. El oficial de migración me dijo: “No ha estado aquí en cinco años, y su pasaporte alemán expira pronto. Entonces, ¿de dónde es? ¿A dónde quiere ir?” Decidí probar algo nuevo y me mudé a Montreal en 2019. Pensaba quedarme un año, pero conocí a mi pareja, me casé y me quedé más tiempo.
¿Qué es lo que sigue en cuanto a instalaciones públicas?
Tengo un gran proyecto pendiente en el nuevo centro comercial de lujo Royalmount. Pintaré un gran contenedor para una instalación pública que se inaugurará en septiembre. Es una nueva y emocionante aventura en mi carrera artística.
Gracias por compartir tu viaje y tus ideas con nosotros.
Gracias a ti. Ha sido un placer compartir mi historia.